Final

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- Pero quiero que estés acá, Agus.

Agustín sonrio del otro lado de la línea, viendo como Valentin se movía de un lado al otro en la habitación del hotel.

- No puedo Valen, tengo que jugar. Ya quisiera estar de vacaciones.

¿Vacaciones? Valentin se indigno. Ojalá estuviese de vacaciones. Estaba trabajando

- ¿Que vacaciones? Yo vine a ganar la copa. Que vos te hayas quedado afuera tema mio no es

Agustín borro su sonrisa.

- No escupas para arriba colorido que te queda un partido entero todavía. Va, una tanda de penales.

Valentin pensó en responder algo como "vamos a ganar la septima", "vas a vernos festejar", pero no tenía ganas de discutir

- No me gusta escupir, vos ya lo sabes.

Agustín, quien se encontraba tomando mate, comenzó a toser luego de ahogarse con el mismo. Valentin sonrió orgulloso.

- No empeces, estamos re lejos.

- Te extraño Agus, hace como una banda que no nos vemos.

- Yo también Valen, pero no puedo ir para allá.

Valentin se dejó caer en su cama resignado. Desde aquel día, los encuentros entre ellos cada vez eran más recurrentes, cada momento libre de sus días lo utilizaban para poder verse. Y, en este momento, necesitaba verlo

- Pero no hace falta que estés acá.

- No provoques Valentin.

Valentin se sintió rechazado, cosa que lo molesto aún más de lo que ya estaba desde el comienzo de la concentración. Él lo extrañaba, ¿qué había de malo en eso? En todo caso, era culpa de Agustín por mostrarle aquel mundo desconocido; mundo del que no volvió a salir, y en el que se adentraba cada vez.

Claro que no había ningún problema en descubrir su sexualidad, el problema era el tiempo que pasaba haciéndolo. Desde aquel primer encuentro, Valentin y Agustín se reencontraron cada día de cada semana para recrear ese mágico momento y volver a sentir ese mar de sensaciones abrumadoras e increíblemente satisfactorias.

Para Valentin cada roce era algo nuevo y magnífico, Agustín, un poco más familiarizado, se sentía en el cielo cada vez qué las manos ajenas recorrían su cuerpo. Tan placenteras eran las sensaciones que no podían alejarse del otro. Pero Valentin siempre quería más, y Agustín tenía miedo de dárselo.

¿Si no le gusta? ¿Si lo lastimo? ¿Si no es eso lo que quiere? ¿Si se lo pregunto y se enoja? ¿Si me deja de hablar? ¿Si estoy flasheando?

La cabeza de Agustín no dejaba de elucubrar preguntas sin respuesta, con el único objetivo de generarle angustia y preocupación, cada vez que escuchaba a su amigo pedirle más. Probablemente él sólo se refería a la velocidad, o a los toques, o a los besos, pero a... eso, no. No iba a mentir, la sola idea de Valentin gimiendo debajo suyo mientras su miembro golpeaba su próstata lo había hecho alcanzar el orgasmo en más de una ocasión, pero ¿como sería capaz de proponerle algo así a su mejor amigo? Nunca se iba a perdonar si este lo miraba con rechazo, si se negaba, o incluso si aceptaba y el lo lastimaba, o no hacia las cosas lo suficientemente bien.

Consuelo - Gialen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora