Capítulo 8 - El juego de amar

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Si me preguntan qué sentimiento considero más bonito o importante, sonreiré y diré: ¡El que es correspondido! Martha Medeiros


Clara apagó el móvil y se levantó, se puso la bata y salió tras Lorenzo, pronto lo vio en el balcón de la habitación de arriba y se acercó a él, le tocó el brazo y lo besó con tal pasión que pronto se rindió, lo llevó lentamente hasta el sofá que había cerca, le desabrochó el encaje de la bata y lo hizo sentarse en el sofá, Lorenzo estaba desnudo y pronto sintió que se le veía el miembro. Clara había entrado en la habitación y cerrado la puerta sin que él se diera cuenta, estaba de pie frente a él, se quitó la bata lila, también estaba desnuda, cogió un cojín y lo puso en el suelo, se arrodilló entre sus piernas. Sintió que le dolían los puntos de agacharse, pero se mantuvo firme, gimió suavemente de dolor y comenzó a masajearle los muslos, eran gruesos, ella recorría con sus uñas duras y lentas sus piernas. Solo había miradas, caricias, pasión, deseo y gemidos en aquella habitación, Clara sonrió y comenzó a besarle los muslos hasta llegar al paraíso. Tocó suavemente su miembro con la mano, subiendo y bajando lenta y placenteramente, Lorenzo echó la cabeza hacia atrás y gimió al sentir a Clara, tan atrevida, tan femenina. Ella besó la punta de su miembro y se metió toda la longitud en la boca, haciendo rugir de placer a Lorenzo, era tan delicada cuando lo hacía que lo ponía aún más duro, lo besaba y chupaba y cuando oía gemir a Lorenzo, lo hacía aún con más ganas. Cuando Lorenzo sintió que iba a correrse, la agarró por los brazos y la levantó en un beso loco de placer, Clara gritó de dolor, lo que sobresaltó a Lorenzo, que la levantó y la tumbó.

Lorenzo: Clara, ¿estás bien? Tendré que llevarte al hospital para que te miren los puntos. Te han disparado, ha sido un roce, pero te ha desgarrado la piel y eso duele mucho. Vamos, te voy a acostar. - La levantó con cuidado y salieron del salón hacia el dormitorio. Ella lloraba suavemente, sentía un pequeño dolor en la costilla, donde estarían los puntos.

Lorenzo la acostó y bajó a la cocina, pidió té y la medicina de ella y se los llevó a Clara. Encontró a Vicente saliendo del despacho con Enzo, que preguntó.

Enzo: Papá, le ha pasado algo a mi madre, necesitas algo.

Vicente: Lorenzo, Lorenzo, por la cara que pones lo has vuelto a hacer. Clara está sufriendo y tú sigues sin dejarla en paz. - Miró a Enzo y se echó a reír: Así es como mi cielo va a tener pronto un hermano o una hermana. - Se rió y se fue a la cocina.

Enzo: Papá, sé que han pasado años y que os queréis, pero cuida de mi madre. ¡Si pasa algo iré a por ti! - Le tocó el hombro y besó a su padre. - Buenas noches, papá.

Lorenzo se entristeció al saber que Clara estaba así por su culpa y no dijo nada a su hijo y nuevo cuñado, sino que subió al dormitorio para traerle medicinas y té. Cuando llegó, Clara gemía suavemente, casi como un susurro, y él se preocupó aún más.

Lorenzo: Lo siento, amor, aquí tienes un poco de té y la medicina. - dijo, entregándole la taza.

Clara:Lorenzo va al baño, en el segundo cajón hay un frasco azul, tómalo por mí, sí. Ahora el dolor es diferente y hacía tiempo que no lo sentía. - Ella sonrió y le tocó la cara y él fue a buscarlo.

Lorenzo: Aquí está mi vida, pero ¿y la medicina? - preguntó con curiosidad.

Clara: Lorenzo, cuando éramos jóvenes y nos quedábamos todos los días en la casa de campo, a veces llegaba a casa con una incómoda sensación de ardor y no podía ni ir al baño. Un día no pude soportarlo y se lo conté a mi madre, que me explicó que el exceso de sexo a veces actúa sobre las funciones de la mujer. Este remedio es para lo que llamamos molestias de la luna de miel. - sonrió, haciendo que Lorenzo se sintiera a gusto, y tomó los dos remedios y el té. - Ven y acuéstate conmigo, hoy ya no podré estar aquí, te he tocado tus partes íntimas. Y voy a ayudarte a terminar lo que empezamos, sí. Ven, cariño mío. - Ella abrió los brazos para darle la bienvenida.

Lorenzo: Clara, no tenemos que hacer nada. Nos quedaremos tranquilos y abrazados. Eres una mujer fabulosa y te quiero mucho y veo que tú también eres muy apasionada, sé que no has tenido a nadie, pero no lo haremos así, los dos queremos recuperar el tiempo perdido, ¡pero tienes que estar bien! - la abrazó y hablaron un rato hasta que se quedaron dormidos.A la mañana siguiente Lorenzo se despertó, aún no eran las 6 de la mañana, y la estrechó entre sus brazos, acariciándole el pelo.

Clara: Todavía es temprano, vuelve a dormir.

Lorenzo: Clara, cásate conmigo. Quiero que seas mi esposa, mi mujer, mi amante, mi amiga, mi compañera. Te quiero a ti. - Habló y le besó ligeramente la mejilla y ella sonrió.

Clara: Sí, lo haré - sonrió y le besó. Se quedaron en la cama besándose y riendo unas horas más. Se ducharon y bajaron al salón. Lorenzo habló de su hijastra Luiza y de su madre, la señora Evangeline, que volverían a casa en unos días y quería presentarlos a todos y también hacer un anuncio a toda la familia.

Aquella tarde Clara estaba en el despacho revisando unos documentos de la bodega cuando se encontró con unas fotos de sus padres, otras de sus abuelos y otra en la que se leía "una vez Salvattore siempre Salvattore". Clara lloró y recordó lo que su madre, la señora Guilliana, había dicho a sus hijos antes de morir.


Continúa.....


Nota: Las molestias de la luna de miel son cistitis. Común cuando se tienen muchas relaciones sexuales.

El secreto de tus ojos  - en español✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora