Fin

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༒•⋆★⋆•༒

La tormenta de emociones y la reciente pelea habían dejado a Estados Unidos devastado. Sentía como si una parte de su esencia hubiera sido desgarrada por las palabras hirientes y los gestos cargados de enojo. La relación con China, su antiguo aliado, se había desmoronado frente a él, y la sensación de pérdida y soledad era abrumadora.

Ya no podía soportar todo lo que le pasaba.

En un intento por alejarse del dolor y encontrar consuelo en la serenidad de la naturaleza, decidió dirigirse hacia el acantilado que solía visitar en momentos difíciles. Era un lugar especial, un rincón de la tierra donde el océano se extendía hasta donde alcanzaba la vista y el viento soplaba con una melancolía reconfortante. Pero en este día, incluso la belleza natural no podía aliviar su corazón herido.

El camino hacia el acantilado se volvía más difícil a medida que avanzaba. Cada paso era una lucha interna, un esfuerzo por superar el dolor y la confusión que lo embargaban. Las palabras de la discusión seguían resonando en su mente.

Todo había sido un torbellino de emociones, palabras dichas en arrebato y acusaciones que cortaban como cuchillos afilados. Las heridas eran tanto físicas como emocionales, marcando un punto de no retorno en su miserable vida, cayó en un abismo insalvable.

Finalmente, llegó al acantilado y se quedó allí, mirando el horizonte. Las olas rompían contra las rocas abajo, un recordatorio constante de la persistencia de la vida, a pesar de todo. Pero en ese momento, la vida parecía desolada y sin sentido. Se sentía solo, perdido en su propio mundo de dolor y tristeza.

Se dejó caer en el risco del alcantarillado , sintiendo cómo el frío del granito penetraba en sus huesos y se mezclaba con el frío de su corazón. Se preguntaba cómo había llegado a este punto.

El peso de la pelea aún lo aplastaba, haciéndole dudar de sus acciones y palabras. ¿Había hecho lo correcto? ¿Había defendido sus principios y valores, o había perdido cosas valiosas en el proceso? Esa era la pregunta que atormentaba su mente y no encontraba respuesta.

Mientras miraba el vasto océano, intentando encontrar paz en su inmensidad, una voz familiar lo interrumpió. Era Rusia, quien había llegado tarde a la escena. Se dio cuenta de que Estados Unidos no estaba en casa y había salido en busca de él.

Rusia percibió que algo andaba mal cuando, tras la intensa discusión, no obtuvo respuesta alguna al intentar dirigirse al estadounidense. A pesar de notar la señal de alerta en ese momento, decidió no intervenir en aquel instante. Ahora, al observar el estado desolado en el que se encontraba el americano, lamentaba profundamente no haber tomado acción en aquel momento.

- ¿Estás bien? - preguntó Rusia, preocupado al ver el rostro abatido del contrario.

Estados Unidos volvió la mirada hacia Rusia, intentando forjar palabras para expresar su dolor. Pero no encontró las adecuadas. En su lugar, solo asintió lentamente, dejando que su tristeza hablara por sí misma.

El ruso sentía miedo, una ansiedad palpable que le apretaba el pecho y le nublaba la mente. La postura del estadounidense, encogido y abrumado, en aquel risco, suscitaba dudas e incertidumbre sobre cuáles serían los siguientes movimientos a dar. Las cicatrices emocionales eran evidentes en la expresión del estadounidense, y eso le inquietaba profundamente. Era un momento crítico, un punto de inflexión en una relación que parecía estar deslizándose peligrosamente hacia lo desconocido; la muerte.

Se acercó lentamente al estadounidense, quien ya se había puesto de pie en el risco. Habló con determinación, pero también con un dejo de súplica en su voz: "Rusia, no te acerques. Y e un susurro para nadie en particular, quizás solo para sí mismo confesó "Quiero terminar con todo", dejando entrever un deseo que lo impulsaba, quizás porque creía ya no tenía nada más en este mundo.

Las nubes empezaban a oscurecer el cielo, reflejando el estado de ánimo melancólico que los envolvía. La tristeza se aferraba a ellos, como el viento frío que soplaba desde el océano. Rusia, conocedor de la profundidad de la herida en el corazón de Estados Unidos, decidió romper el silencio.

- Sé en lo que estás pensando, y sí, si tienes cosas por las cuales quedarte aquí, tus estados te necesitan, tus organizaciones te necesitan, todos te necesitan, yo te necesito.

Estados Unidos asintió, agradecido por las palabras comprensivas. Quería creer en esa posibilidad, en que en realidad él estaba mal, que él se equivocaba, en el que todos si que lo querían, pero sabía que no era cierto.

- Lo siento mucho Rusia, siento que tengas que pasar por esto dos veces.

Lo último que oyó por parte del estadounidense, un grito soltó, y lo último que pudo divisar antes de que ya no se pudiera ver al estadounidense fueron sus ojos.

Los ojos de USA, esos ojos que brillaban con una intensidad única y deslumbrante que parecía iluminar todo a su alrededor. Eran una amalgama de colores que recordaban a su bandera, pero en una expresión completamente diferente. Eran un cosmos en sí mismos, una galaxia encapsulada en cada mirada.

El azul, profundo como el océano en calma, era el color dominante. Representaba la calma y la serenidad, la profundidad de sus pensamientos y su determinación en medio de la adversidad. Mirar en esos ojos era como sumergirse en un abismo de tranquilidad, donde el tumulto del mundo se desvanecía.

Sin embargo, lo más impresionante eran los destellos de rojo que salpicaban el azul. Eran como pequeñas estrellas fugaces, destellos de pasión y fuego. Cada punto carmesí parecía encenderse con fervor, como si representara la llama ardiente de su espíritu y su compromiso con su nación.

Las estrellas también eran parte integral de estos ojos asombrosos. Pequeñas y sutiles, como si estuvieran esparcidas por el firmamento, las estrellas añadían un toque mágico. Algunas eran más prominentes, brillando con una luz especial, mientras que otras se desvanecían en el fondo, como si representaran momentos en su vida, algunos más brillantes que otros.

El efecto en conjunto era simplemente deslumbrante. Observar esos ojos era como contemplar un cielo estrellado en una noche despejada, lleno de misterios y promesas. Eran los ojos de un líder, de alguien que llevaba el peso del mundo sobre sus hombros.

A pesar del momento de tristeza y desesperación no pudo evitar mirar esos ojos los cuales no perdían su encanto. Aunque el brillo podía atenuarse, las estrellas seguían ahí, recordando que incluso en la oscuridad, siempre hay luz y esperanza. Aunque el portador de estos ya la haya perdido.

Era un verdadero espectáculo ver cómo estos ojos, llenos de historia y determinación, transmitían tanto sin decir una palabra. Eran la ventana al alma de USA, un mapa de sus emociones y experiencias. Era el reflejo de su lucha constante.

"Cuando las estrellas están por apagarse brillan con más intensidad"












































































Fin





































/⁠ᐠ⁠。⁠ꞈ⁠。⁠ᐟ⁠\

Que buen final

Con muchas cosas que decir se despide su fiel servidora. (⁠.⁠ ⁠❛⁠ ⁠ᴗ⁠ ⁠❛⁠.⁠)

Meow~

¿Por qué son así?     |• Rusame •|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora