1

418 30 15
                                    

pov Buggy)

Siendo lo que sus compañeros llamaban un 'niño particular' a Buggy no le llamaba la atención detener sus comentarios, ni mucho menos tratar de encajar o ser amigo de ninguno. Jamás se sintio suficiente para tener amistades; requerían demasiada atención y él era el propio desinterés andante. Seguramente sería culpa de sus relaciones familiares, al crecer solo nadie te explica como congeniar con la gente, ni diferenciar cuando realmente alguien te tenía aprecio.

"Cosas triviales" se repetía cada que juzgaba a sus compañeros de clase compartir entre sí.

Se sentaba a ver a través de la ventana que daba al patio de recreo a la par que escuchaba a sus maestros hablar, explicar y asignar algún trabajo para la próxima semana. Ir a la secundaria no era nada reconfortante, la mayoría del tiempo fue aburrido y lento pero como un bombardeo mueve todo de su lugar, el nuevo maestro de física movió todo dentro de Buggy después de unas pocas semanas de su llegada.

Un hombre nada joven, tampoco muy mayor; estaría en sus 40 años aún bien cuidado. Sonriendo con calidez a todo el que lo saluda e incluyendo al que no. Buggy fue capturado por la calidez de su voz, el dulce tono que usaba para hablar con todos y el contacto físico que obsequiaba cada que Buggy intencionalmente le pedía que le explicara a mayor detalle alguna clase.

Con frecuencia se sentía acalambrado, una sensación hormigueante, diario esperaba ver a su maestro Rayleigh por los pasillos, masticando chicle perdidamente esperando que llegara la hora de física. Maldiciendo cuando su maestro faltaba o por razones mayores él no llegaba a su clase.

La sangre calentaba todo su cuerpo en el momento que Rayleigh atravesaba el marco de la puerta saludando y sonriendo a todos. Clavando sus uñas en el pupitre solo esperaba que la clase terminara, quería recibir la prueba del día anterior y hablar a solas con su querido maestro.

La satisfacción de Buggy al recibir un cumplido o buen trato de Rayleigh-san era innegable, poco tiempo pasó para finalmente dejar que su querido maestro entendiera porque tanto apego sin conocerse. A escondidas de todos tenían una relación pecaminosa, sucia a los ojos de cualquiera con la mínima de conciencia. Una relación entre maestro-alumno, sin ningún tipo de beneficio más que disfrutar la intimidad entre ambos.

No sería la primera vez que Buggy se quedaba después de clase a recibir una lección extra, no solía quedarse tan seguido. Hasta el día que lo vío, la familia de Rayleigh; su linda esposa una mujer mayor seguro más joven que él pero muy hermosa y sus dos hijos, un niño de unos 7 años y un bebé pecoso. Una familia en su totalidad, la linda y atenta esposa con sus educados hijos yendo a dejarle el almuerzo a su respetable esposo.

Todo su cuerpo saltaba de la rabia, tan atrapado en la jaula de juegos de Rayleigh, siendo su secretito sucio de buen esposo y aún así se sentía bien, aún creyendo en las palabras de amor que su maestro le susurraba al oído cuando lo complacía como más le gustaba. Pero cuanto le gustaría ser él, la linda y amada esposa envidiable por tener un marido como Rayleigh.

Tendría que poner más esfuerzo y robar ese lugar, solo tenía que complacer más al hombre adulto. Encontrarse más seguido quizá...

Luego de espiar a su maestro de física con su esposa como un alumno más, se encontró con Rayleigh y le pidió algo sencillo "llámame tu chica" el hombre mayor se río y como si nada hubiera pasado continuó a lo de siempre.
Buggy supuso que acepto su petición y se dejo hacer por los besos ahogados de su maestro.

Podría ser joven pero no tan iluso, la esposa de Rayleigh continuó yendo a visitarlo en los almuerzos, quería prender en fuego a la señora Sharky, no veía a Rayleigh por su culpa y cuando se acercaba a saludarlos como cualquier alumno hacía por curiosidad, Rayleigh se olvidaba de usar el apodo meloso que invento para él, ese que se resistía a gritar cada que cogian en los salones a escondidas de cualquier curioso.

Estaba harto del trato reciente de Rayleigh-san, incluso se esforzó más en su clase para pedirle: "si paso la prueba me volverás tu chica" discutieron varias veces del tema, y al final solo terminaba molesto y trabajando sucio para su maestro. Para que lo necesitaba de todas formas...

Odiaba los secretos, odiaba a Rayleigh, a su esposa, los apodos, todo lo que le ofreció a Rayleigh se ponía en su contra. Trató de relacionarse con sus compañeros para olvidar todo y tener excusas para no ver a su maestro a solas y como presa encarcelado Rayleigh le prohibió buscar un reemplazo; atrapado solo para él. Sin mucho interés nadie lo busco y volvio a quedar en manos de su profesor.

Con la suerte de aquel niño pelirrojo que se acercó a él una vez, y otra vez después de esa, Shanks el de nuevo ingreso se acercó buscando compañero para un trabajo; por claras razones él se negó pero el pelirrojo continuó insistente. El primer encuentro de muchos con aquel de su compañero. Shanks un joven de su edad muy activo que prontamente se unió al club de football y consiguió varios amigos, pero parecía aferrado en causarle reprimendas con Rayleigh, se quejaba de su cercania al niño nuevo y múltiples veces lo regañó por esa 'amistad'.

Aún siendo distante con el de cabellos rojos parecía no poder apartarlo de él. Casi se sentía en calma aveces cuando el chico no paraba de hablar de alguna tontería, por ratos olvidaba su problema con el furioso maestro que de veces los observaba reir en su clase.

Incluso sus lecciones extra con Rayleigh cesaron por un tiempo; no por mucho. Uno de los días que Shanks llegó tarde a su clase lo dejó fuera y al terminar y todos irse tomó a Buggy y lo hizo quedarse, diciendo palabras dulces: "Eres especial para mí Buggy" recordando los 'buenos momentos' que en algunos cortos meses compartieron, los oídos de Bugyy se llenaron de miel; dulce y olvidó todas sus molestias anteriores. Ese mismo día se dejó hacer sobre el escritorio que rechinaba en cada balanceo de Rayleigh sobre su cuerpo.

Casi amado, por muy poco. Cuando volvió a ver a Sharky saludar por los pasillos, recordandole a la sonrisa que Rayleigh le daba los primeros días, y cada vez antes que cogian. Sabía lo que era, pero necesitaba preguntar: "¿por qué soy un secreto para ti?" Rayleigh susurro suave y dándole un escalofrío al momento: "porque ya tengo esposa".

'Que mierda con eso' Otra vez se dejaría tocar por las pecaminosas manos del mayor, por mucho dolor que sufriera al saber que era su mascota; aún se sentía querido por Rayleigh.

MascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora