Capitulo uno

4.6K 338 83
                                    


28 de octubre del 2023

SABINA

Lo veo a lo lejos, caminando hacia mí como un espejismo. Sonríe y siento un nudo en el estómago, una anticipación que no puedo explicar. Sin embargo, no logro ver su rostro. Es extraño, desconcertante, pero extrañamente me gusta. Llevo puesto un vestido azul amplio que me aprieta el corset, dificultando mi respiración mientras él se acerca. Me pregunto cuándo me puse este vestido.

- Amada mía, ¿qué haces aquí afuera tan temprano? - me pregunta el hombre sin rostro. Su voz es profunda y atractiva.

- Quería que desayunáramos juntos al aire libre. Mira qué bonito está el día - respondo, aunque de alguna manera, siento que no estoy hablando en realidad.

- Si así lo deseas, mi mujer, no soy quien para negarme - responde. Sin más, se arrodilla frente a mí, su largo cabello negro que se parece al mío cae bloqueando su rostro. - Aliméntame, entonces.

Rio suavemente. ¿Yo? Me acerco a él y justo cuando estoy a punto de apartar su cabello de su rostro, todo desaparece ante mis ojos y de repente estoy cayendo. El viento golpea mi rostro mientras caigo en el vacío, pero extrañamente no tengo miedo. La sensación es tranquila, pacífica y alivia algo dentro de mí, como si supiera por qué estoy cayendo, como si esta caída fuera necesaria. Luego abro los ojos y vuelvo a respirar. Siempre es el mismo sueño. Un hombre sin rostro y yo cayendo al vacío. Miro el espejo frente a mi cama y veo mi reflejo, demasiado pálido para algunos, demasiado extraño para otros. Observo mis manos. Siempre que despierto de estos sueños, me quedo en este estado. Es como un shock donde mi mente abandona la tranquilidad de mi sueño y comienza a pensar. Y pensar me lleva a un estado de ansiedad que no me gusta, me hace enroscarme en mi cama mientras miro alrededor con ese mismo sentimiento de pérdida.

Un vacío que se hace presente al despertar, una pérdida que en realidad no existe más que en mi mente. Hablé de estos episodios con mi amiga Hannah hace algún tiempo. Ella cree en cosas extrañas y dice que tal vez mi alma trata de conectarse conmigo y decirme algo. ¿Le creo? No. Prefiero pensar que es solo un sueño que mi mente eligió como favorito, no sé hasta qué punto me disgusta ese hecho.

Respiro profundamente y me levanto de la cama. El sol apenas comienza a asomar por la ventana. Son las seis de la mañana y mi turno en la cafetería no comienza hasta las ocho. Me estiro y entro al baño para encender el calefactor. No quiero congelarme antes de diciembre y, sinceramente, octubre ya es bastante frío. Después de una ducha rápida, me visto con el vestido celeste que dejé preparado el día anterior y me pongo mis botas favoritas. Luego, me siento en mi pequeña cocina, que también es mi sala de estar y prácticamente toda mi casa, y preparo mi combustible para sobrevivir el día.

Hoy lo voy a necesitar más que nunca.

Odio Halloween. Siempre lo había odiado y siempre lo odiaría. No aportaba nada a mi vida, solo niños pidiendo dulces y personas disfrazadas de muertos. Tal vez sonaba como una aguafiestas, o tal vez solo era una chica de 19 años amargada con una vida patética y sin espíritu festivo, pero nadie podía juzgarme. En la casa de acogida donde crecí hasta hace un año, porque "ya era lo suficientemente mayor como para valerme por mí misma", si eso era cierto, podría haber vivido sola desde los 8 años. Después de todo, cuando no tienes a nadie que haga algo por ti, aprendes a hacerlo tú misma. Pero el punto era que en esa casa nunca celebrábamos nada. Éramos solo seis niños y una mujer con tres gatos que recibían dinero del gobierno para cuidarnos (lo cual nunca hacía). Al menos agradecía tener un techo sobre mi cabeza hasta entonces.
Mis padres probablemente fueron un par de jóvenes que no se sintieron lo suficientemente capaces de cuidar a una niña, o tal vez simplemente decidieron que no encajaba en su familia. No lo sé. Supongo que nunca lo sabré. Después de todo, ni siquiera me dieron un maldito nombre adecuado, por lo que la señora Agatha decidió llamarme Sabina. No sé si me gusta ese nombre, pero es el único que tengo. Nadie elige su propio nombre, después de todo.

The vampire's waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora