El sol se esconde entre el horizonte, regalándole una hermosa vista desde el ventanal al joven castaño que sentado en la mesa, admira la belleza de la naturaleza, preguntándose si algún día podrá ser tan bello como aquellos paisajes.
— Aquino, tengo que hacer unos pendientes, cuando termine podremos ver la película que tú querías.— le dice su novio mientras le sonríe por el marco de la puerta. — Prometo no tardarme cariño...—
— No te apresures demasiado, haz tus cosas a tu ritmo, yo espero.— le tranquiliza al escuchar su tono de voz apurado, Duxo vuelve a esconderse dentro de la habitación, dejando al castaño solo, en el comedor.
Ah, es verdad, Aquino llevaba casi tres meses saliendo con Duxo, el chico más maravilloso y dulce que a conocido. Duxo es detallista, tan atento y cariñoso al igual que caballeroso, ese hombre tenia todo lo que Aquino anhelaba en un hombre y se sentía tan afortunado de tener a alguien como Duxo a su lado.
Su estómago ruge repentinamente, indicándole el intenso deseo de comer que tenia, Aquino suspira, entendiendo que no puede seguir saltandose las comidas si no quería morir de hambre. Se levanta de su silla y se dirige a la cocina, viendo con deleite una rebanada de pastel que junto a Duxo, fue a comprar hace tan solo unas horas atrás. Se le hace agua la boca de pensar en el exquisito sabor que debía tener esa pequeña porción, no aguanta más y la toma junto con un tenedor, yendo nuevamente a la mesa para comer en paz.
— Olvídalo Aquino, tengo una semana más para terminar esos pendientes, ¿Qué te parece si vemos ya tu película?— dice emocionado el azabache para luego encontrarse con la tierna imagen de su pareja comiendo su pastel. — Ouh, ¿No me pudiste esperar para compartir tu pastel? Sigue comiendo así cariño y te aseguro que en pocas semanas estarás más gordo, tanto que podrías reventar.— ríe de su propio chiste.
Aquino perplejo deja caer el tenedor directo a la mesa, viendo consternado el pastel de chocolate que tanto había deseado probar hace unos minutos.
— Tu...¿Tu crees eso?— mira su abdomen, luego sus piernas y por último sus manos, notando como las magas de su sudadera comenzaban a verse ajustadas. Asqueroso.
— ¿De verdad creíste que lo decía enserio? ¡Es una broma Aquino!— sigue absorto entre sus risas, burlándose de la graciosa expresión que Aquino había echo por su imprudente chiste.
— Oh...— es lo único que se atreve a decir, riendo junto al azabache mientras hace el vago intento de retener sus lágrimas.
— Yo jamás te diría algo como eso enserio...Yo te amo, ¿O acaso no lo recuerdas?—
Sus pensamientos se vuelven una gran maraña de caos, provocándole casi un colapso o incluso un profundo llanto. Se prohíbe seguir comiendo, sonriéndole dulcemente a Duxo mientras va a dejar el plato con pastel aún restante entre las cosas de la nevera, repitiéndose mil veces el número de calorías que el pastel contenía.
— ¿Dejaste ya de comer? La película nos espera...— dice alegre, olvidando como si nada lo antes dicho, dejando al pobre Aquino con su llanto interno completamente en soledad mientras se dirige a la sala.
— ¡Ahora voy Duxo!— le grita desde el baño, encerrándose con candado mientras desesperadamente golpea el lavabo. — ¿Enserio me volveré a ver como una abominación?— cubre su boca para que su llanto se quede entre las cuatro paredes del cuarto de baño.
Rápidamente se quita su sudadera, quedando solamente con esa tierna camisa de capibara que anteriormente le quedaba suelta, ahora sintiéndose cada vez más ajustada al punto de sentirse sofocado.
— ¿Me veo tan mal?— se ve al espejo, notando sus regordetas mejillas y su abdomen levemente abultado. — Asco...—
Se tira al suelo del baño mientras llora hasta que sus ojos se siente vacíos, resignándose a nunca poder alcanzar lo que el considera la belleza verdadera.
Necesita descansar, necesita a Duxo. Necesita sentirse bello.
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-615 palabras
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Violentometro | Anti-Duxino (reescribiendo)
FanfictionA pesar de lo mal que lo trataba, él lo amaba.