-ASESINAR-

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El viento se cuela por las ventanas de la habitación, Aquino tiembla ligeramente por el frío de aquel airecito que choca contra todo su cuerpo suavemente. Su mirada perdida y sus ojos sin brillo dejan ver que tanto a sufrido durante meses, meses que se sintieron como diez largos años en las que solo pudo pudrirse cada vez más por dentro hasta no quedar nada.

No siente su mano y tampoco quiere hacerlo, le duele recordar aquellos horribles gritos y agarres que aún le queman en la piel. Recostado y viendo sus piernas es como yace en la cama cuyas sábanas son de un blanco limpio y libre de manchas, tal como Aquino quiere sentirse. Esta manchado y sucio al igual que impuro, se siente tan asqueado de si mismo que le dan tantas ganas de arrancarse la piel para borrar aquel tacto que aún siente por todo su cuerpo, incluso siente esa misma sensación bajando lenta y tortuosamente por su garganta.

Escucha pasos lentos y calmados que le causan escalofríos, cierra sus ojos con fuerza y toma un poco de aire intentando calmarse, pero no puede, no puede estar calmado si sabe que aquella persona que tanto lo a lastimado está tras la puerta con una tétrica sonrisa que refleja que no siente remordimiento por los crueles actos que a cometido con su asqueroso cuerpo.

— ¿Aquino? Aquinito, espero ya estes despierto...— esa molesta voz resuena por todo el pasillo, incluyendo un poco en la habitación. — ¿No vas a abrirme Aquino? ¿Cuantas veces te e dicho que no le pongas seguro a la puerta? Se supone que debes confiar en mi. — se escucha molesto y Aquino teme, se levanta lentamente de la cama y con sus ojos aún cerrados, decide ir y abrir esa única barrera que mantiene a su agresor lejos de él.

— Perdón, Duxo.— su vocecita sale apenas de su boca aún temblando y con ese molesto mal sabor de boca gracias a la sangre que sale por las heridas en sus labios secos. — Solo quiero descansar.— dice con un ligero tartamudeo y sin atreverse a verle a los ojos. Siente una mano pasearse por su barbilla y luego siente un agarre tosco y doloroso que le hace soltar un quejido.

— ¿Y eso me importa? No es una excusa, tú no debes estar lejos de mi, tampoco tienes porque quererte alejar de mi. — aquella mano baja hasta quedar en su cuello, el cual la mano rodea casi en su totalidad y le asfixia levemente. — ¿Ya no me amas? ¿O por qué odias estar cerca de mi?— le hace retroceder hasta topar con el colchón de la cama.

— ¡No Duxo, yo te amo, lo prometo!— se asusta e intenta quitar la mano que lo hace caer directo a la cama, presionándolo contra el colchón y las sábanas. — ¡Déjame!— le grita mientras patalea y por la desesperación ya ni siquiera siente el dolor antes presente en su mano izquierda. — Por favor Duxo, tú sabes que te amo...—

— Si me amas demuéstralo.— le quita los pantalones de forma brusca y dolorosa para Aquino gracias a los moretones que cubren gran parte de sus piernas. — Solo dices palabras vacías, lo que necesito para saber que me amas son acciones, ¿Y que mejor acción que dejarte follar en vez de sacarme pelea?— Aquino se mueve desesperado e intentando huir, Duxo le propina un golpe en el rostro y el castaño solo puede gritar por el dolor y la sorpresa del inesperado golpe. — ¡Quédate quieto idiota! ¡¿Qué no entiendes lo que te estoy pidiendo?!— le estira el cabello con cinismo, fascinado por los gestos de dolor que el más bajo le otorga. — Déjate hacer por una vez.—

— Duxo, por favor, te lo ruego...— dice con un tono lastimero, sintiéndose de alguna forma humillado.

— Vamos Aquino, no es como si fuera la primera vez...— sus manos se pasean por todo el cuerpo ajeno, tocando sin pudor alguno la suave piel nívea. — Se que te gusta que te toque de esta manera. Deseas esto tanto como yo lo hago.— Aquino llora en silencio al sentirse culpable por disfrutar aquel tacto tan asqueroso sobre su piel. — Podrás quejarte justo ahora, rogándome para que pare, pero algo dentro de ti siempre hará que lo disfrutes.—

Violentometro | Anti-Duxino (reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora