Las palabras se han ido, no siento nada. Ni el frío, ni el calor, nada. ¿Respiro aún? ¿estoy viva? no lo sé, y tampoco me importa. Quiero desaparecer.
Mis ojos se encuentran con la mujer de cabello largo y castaño que me observa en el espejo con los ojos desgarrados. La miro de vuelta, asqueada. Su vomitable y raquítico cuerpo me causa repulsión. Me rasguño, me pego, pero no siento nada. El reflejo de aquel despojo humano se burla, ríe a carcajadas, hace una mueca de asco. Grito. No lo soporto. El despojo humano se burla porque sabe que está en mí. Soy yo. Quiero matarlo, hacer que se vaya.
𝐴𝑛𝑎𝑠𝑡𝑎𝑠𝑖𝑎