Capítulo 3

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Su rutina al día siguiente se ve alterada por la falta de sueño.

Cuando regresó a su habitación, recordó no haber arreglado todo el reguero que dejó en la cocina; nadie le diría nada por ello, pero prefiere que Kazutora no se preocupe y quizá, preocupar a cualquiera que se entere.

La verdad no sabe por qué, pero le preocupa que se preocupen, es uno de esos sentimientos que no tienen día o fecha de cuando surgieron, o si ya viene así de fábrica. De momento, da igual.

Se demoró hasta más de la cuenta.

Su mente en blanco, pero su corazón temblando, palpitaciones nerviosas.

A velocidad, a mucha, como en una carrera.

Como la adrenalina de una carrera que no sabe si quiere correr, pero ahí está, su pecho sube y baja a mil por hora.

Para cuando volvió a ser consciente del tiempo, ya eran pasadas las tres de la mañana. Dormir tres horas lo único que haría era notarse en su rostro, y ponerle de mal humor.

Agradece que en todo ese tiempo no volvió a saber de otra de esas visiones.

Visiones

¿O recuerdo?

El último, eso último, él también vivió algo así, con su Kenchin, con Honey, fue igual, su corazón se sentía feliz. Latía alegre, sintiendo lo mismo que ese Mikey.

Hasta que regresó a la realidad.

Y la realidad no era así de bonita.

Despertó media hora más tarde. Honey no sufrió pesadillas así que estaba muy dormido, sin nada que perturbe sus sueños.

No lo arregló con la misma energía, a pesar de que la rutina siguió siendo la misma de todos los días.

Al arreglar a Honey, dejó que decidiera como siempre su atuendo y le aplaudió. El niño no se iba a percatar de nada detrás de la costumbre.

Hoy preparó tostadas con jamonilla, pero no se movió al ritmo de la canción que siempre comenzaba en su lista de reproducción.

La misma que tarareaba Kenchin en su -¿?

Coloca el plato de Honey, su plato y el otro plato a un lado de ellos, vacío.

El emparedado de Honey es más pequeño y suave que el suyo, por lo que solo lo vigila mientras aprende a tomar el pan sin dejarlo caer en el plato.

No se da cuenta cuando termina de comer, pero sí de cuando ya está ayudando a Honey con los restos en su carita.

Toma sus platos y el plato vacío, para irlos a fregar. Honey juega con uno de los muñecos que siempre queda en la cocina.

Luego de volver al baño para lavarse los dientes ambos, y luego de arreglar la maleta que no dejó lista la noche anterior, salieron en dirección al parque.

El sol irradia como la mañana anterior, el ruido de la ciudad con un montón de personas yendo de un sitio a otro como siempre y ellos en su ruta habitual.

Cuando llegan al área de los niños, se disculpa con las señoras quiénes le esperaban puesto que hoy si es su turno de cuidar.

Al rato llega Yuzuha con Yoshiyuki, el niño le saluda y va a jugar con Honey en el aparato de juegos. Les ayuda a zurrarse por el tobogán y a treparse a lo más alto del juego, su tamaño le permite recorrerlo sin problemas, y así vigilar a todos los pequeños.

—Te ves cansado Mikey, ¿Sucedió algo con Honey?

—Uh... — su mente está en automático, ayuda a uno de los niños a bajar del aparato antes que saliese disparado a la caja de arena cercana. —No, nada, ayer Honey durmió tranquilo.

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