CAOITULO III

10 2 0
                                    

A pesar de la incomodidad y la frustración que a veces embargaban a Ryan, siempre daba lo mejor de sí para pasar tiempo con Alan, algo que Gaia agradecía profundamente. No había nada que le hiciera más feliz que ver a su hijo sonreír.

Con el paso de las semanas, la incomodidad que solía acompañar a Ryan en sus interacciones con Alan y Gaia comenzó a disiparse. Aunque aún había un largo camino por recorrer, Gaia estaba segura de que, con el tiempo, Ryan recuperaría su memoria. Aunque su mirada no reflejara amor, Gaia percibía un cierto interés en sus ojos. En más de una ocasión, notó cómo la mirada de su esposo recorría cada centímetro de su cuerpo. No era mucho, pero al menos no le resultaba indiferente, lo que la motivaba a esforzarse cada día.

-Qué día tan agotador – comentó Ryan mientras recogía algunos platos de la mesa y los llevaba hacia el lavaplatos.

-Así es – asintió Gaia mientras la ayudaba con algunos platos y se disponía a lavarlos. Sin embargo, Ryan no la dejó continuar.

-Permíteme – dijo Ryan con una sonrisa, desabrochando los botones de sus mangas y remangando la camisa. Los músculos de sus antebrazos se marcaron con fuerza mientras hacía esto, y Gaia no pudo evitar notar lo atractivos que lucían –Tú cocinaste, yo lavo.

-No tienes que... – Gaia se detuvo cuando los ojos de Ryan se encontraron con los suyos. Su mirada profunda y segura pareció acallar las palabras que estaban a punto de salir de sus labios.

-Está bien – sonrió. –Esto es pan comido en comparación con bañar a Alan. –Su voz, cálida y reconfortante, hizo que Gaia sintiera un nudo en la garganta y un cosquilleo en el estómago.

La visión de los brazos de Ryan expuestos mientras se inclinaba sobre el fregadero, el agua salpicando sus manos, añadió un toque de sensualidad a la tarea de lavar los platos que hacía tiempo no experimentaba, y agradecía al cielo por permitirse disfrutar una vez más.

Gaia se quedó observando durante un momento, apreciando cómo la luz de la cocina realzaba los contornos de su cuerpo, transformándolo en algo aún más atractivo en esa sencilla tarea doméstica. Su pulso se aceleró ligeramente, y sintió un cálido rubor en las mejillas. Pero lo que realmente hizo que su rostro se tiñera de un carmesí profundo fue la sonrisa juguetona que su esposo le lanzó, dejando en claro que él había notado cómo lo observaba con deseo. Gaia, al sentirse descubierta, apartó la mirada y se dispuso a alejarse con la excusa de verificar si Alan seguía durmiendo. Sin embargo, antes de dar dos pasos, Ryan la retuvo, sujetándola firmemente del brazo.

- ¿A dónde vas? – pregunta con una mirada curiosa que parece penetrar en el alma.

-Voy a ver a al... – titubea con cierto temblor en su voz, revelando su nerviosismo

-Y yo pensé que estabas disfrutando tanto de la vista, ya que no has apartado los ojos de mí en ningún momento – comenta Ryan con una sonrisa juguetona, mientras sus ojos brillan con una pasión intensa y misteriosa.

-Bueno, yo... – intenta explicar Gaia, pero antes de poder decir algo más, Ryan la toma por la cintura de repente y la presiona contra la encimera de la cocina. Su cuerpo se estremece con el inesperado contacto.

- ¿Estoy equivocado? –inquiere con una voz profunda y seductora, sus manos fuertes se posan en la cintura de Gaia y la aprietan un poco más contra la encimera, como si estuviera marcando su territorio.

La proximidad de Ryan tiene a Gaia con el corazón en un frenesí, sus manos están ligeramente húmedas, y su piel se eriza ante la tensión sexual palpable. Tenerlo tan cerca la está descontrolando. Cada fibra de su cuerpo desea abalanzarse sobre ese hombre y dejarse llevar por el placer de ser devorada por sus labios, pero Gaia sabe que debe resistir. No quiere ser solo la aventura de una noche.

Un Amor por Redescubrir Is It Love RyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora