SV: Primera parte

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Es difícil ser un cazador de fantasmas cuando los adultos te detienen todo el tiempo.

Mabel Pines, de trece años, lo sabía mejor que nadie. ¿Con qué frecuencia sus padres, u otros adultos preocupados, la habían apartado de una perfecta cacería de fantasmas? Una y otra vez, intentó explicar lo que estaba haciendo. Que seguramente habían fantasmas cerca. Que en realidad no quería lastimar a los fantasmas, si eso era lo que les preocupaba a sus padres; Solo quería encontrarlos. Quizás ayudarlos, si necesitaban ayuda. Y no, mamá, ella no pisaría cristales rotos en esa casa abandonada. ¡Ella sólo quiere explorar!

Una y otra vez, ella fue ignorada.

Hasta ahora. Ahora, las cosas serían diferentes. Ahora, ella y su hermano gemelo, Dipper, estaban en el último tramo de un viaje en autobús desde su casa en California hasta el centro de Oregón. Se dirigían a un pueblo llamado Gravity Rises, para ser específicos, un pueblo del que Mabel no había escuchado hablar hasta ahora.

Tampoco había oído hablar nunca del hombre con el que se quedarían. Pero él era familia. Su nombre era Stanford Pine y era el tío abuelo de Mabel. Un lugareño, dueño de un museo y; Oh sí, un investigador sobrenatural.

Sus padres habían tratado de advertirle. No te hagas muchas ilusiones, Mabel. Su museo es una trampa para turistas. Simplemente finge ser un investigador sobrenatural para atraer clientes. Seguramente las exhibiciones serán falsas.

Pero Mabel sabía mejor. ¿Un investigador sobrenatural en su familia? ¡Él debía tener el mismo instinto, el mismo impulso que ella tenía! Una pequeña parte de su cerebro creyó en sus padres, y esa parte trató de evitar que se hiciera ilusiones, pero la mayor parte de ella estaba demasiado emocionada para prestar atención. Seguramente el tío abuelo Stanford podría ser todo lo que ella estaba imaginando. Él podría mostrarle lo que estaba estudiando, él podría llevarla a ella y a Dipper a aventuras mágicas y, por una vez, no sería un adulto que le impida explorar.

Ella no podía esperar.

El paisaje, que iba pasando mientras el bus avanzaba por la carretera, solo aumentaba su anticipación. – ¡Dipper, mirá toda esa nieve! Dijo, señalando las sucias ventanas del bus.– ¡Nunca había visto tanta! ¿Qué crees que se esconde debajo?–.

Su gemelo saltó y se giró a su asiento, presionando su cara contra la ventana. – ¿Un zorro? ¿Un pequeño alce?– el jadeo. – ¡Un sistema de túneles de hielo! ¡Con ratones de nieve!–.

Mabel ladeó la cabeza. – ¿Qué son los ratones de nieve?–.

– ¡Ratones hechos de nieve! Ellos se derriten en tus manos, pero son súper lindos, por lo que es muy difícil resistirse a levantarlos–.

Esta descripción hizo sonreír a Mabel. Hasta donde ella sabía, los ratones de nieve no existían, pero Dipper tenía talento para generar ideas divertidas en su cabeza. – Bueno, tal vez el tío abuelo Stanford tenga ratones de nieve como mascota–. Dijo.

– Espero que no–. Dipper respondió. – Ellos se derriten en el interior–.

– Tal vez él tenga jaulas especiales para ellos–.

– ¡Tal vez!–.

Mabel volvió a mirar por la ventana y su sonrisa persistió mientras contemplaba la nieve. Sin embargo, muy pronto sus dudas empezaron a surgir. Había hecho un buen trabajo ignorándolos hasta el momento, pero faltaba menos de una hora para llegar, no podía evitar que aparecieran de nuevo. Pensamientos como: ¿Qué pasa si Stanford es un farsante? ¿Qué pasa si estas vacaciones de invierno son una decepción? ¿Qué pasa si ella y Dipper se quedan atrapados sin hacer nada durante semanas enteras?

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⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

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