La pandemia fue una mierda.
No solo fue el hecho de tener que aislarme del mundo, nisiquiera tenía que preocuparme por eso porque no tenia amigos que no fueran ellas en ese momento.
Pero hubo algo que fue literalmente la muerte para mi.
El colegio.
Lo que yo pensé que iban a ser unas semanas de vacaciones, fue una de las torturas medievales mas dolorosas y tediosas por las que he pasado en toda mi vida.
Antes de esto siempre fui una alumna del medio, ni destacaba por notas altas, ni le sacaba canas verdes a mi mamá por un rendimiento regular o bajo, siempre estaba en el medio, y eso que mi inteligencia era muchísimo más alta que mis notas. Sin embargo, debido a lo acontecido con aquellas dos personas que habían vuelto de mi vida escolar un infierno, mi rendimiento sí empezó a bajar.
Cuando el 2020 comenzó y yo estaba en un colegio nuevo, pensé que las cosas iban a cambiar, estaba motivada y más que emocionada por empezar una nueva etapa de mi vida lejos de las personas que me hacían daño, quería demostrarle al mundo que si yo me lo proponía, podía llegar a ser una de las mejores estudiantes que hubiera en ese colegio.
Sin embargo, no se dio.
En menos de 1 mes de haber empezado a estudiar, nos encerraron en nuestras casas, y en menos de 1 mes, absolutamente todas esas promesas que habia hecho las habia roto.
Mientras yo me encerraba en un mundo donde solo existian ella, ellas y yo, afuera en mi casa la vida se había vuelto un completo caos, todos los días eran constantes peleas entre mi familia por las razones mas estupidas del mundo. Creo que el tener que forzarnos a pasar tanto tiempo juntos en un mismo espacio afectó terriblemente a mi hermano y mi mamá, porque ellos el único lenguaje que sabían en ese momento, era el de los gritos.
Esto me afectaba, claro está, me ponía triste el ver que dos personas que amo se peleen a diario y se digan cosas horribles, más sin embargo, toda esa tristeza se desvanecía cuando abría ese grupo de WhatsApp y nada más importaba.
Ella y ellas siempre fueron una gran compañía a pesar de la distancia que nos separaba, a pesar de que la única manera de poder hablarnos era por medio de audios o mensajes, se sentía realmente tranquilizante el saber que existían personas a las que les importaba tu salud y tu bienestar, que velaban para que no te sintieras triste y abrumado todo el tiempo.
Sin embargo, no todo lo bueno dura para siempre.
Tres meses pasaron desde que había iniciado la pandemia.
Y luego de esos tres meses, mi mamá recibió una llamada del colegio.
Mi ruina.
Porque resulta que yo no había querido hacer ni entregar un solo trabajo en lo que respecta a mis clases, yo solo quería descansar todo el tiempo y ser feliz hablando con mi grupo, el colegio no tenía espacio en mi cabeza.
No hace falta decir lo furiosa y decepcionada que estaba mi mamá de mi, no hace falta escribir todas y cada una de las palabras hirientes que mi mamá me dijo ese día y me repitió casi a diario, no hace falta decir que me arrebató lo que en ese momento era lo más preciado que tenía.
Mi celular.
Y no, nunca fui apegada a las cosas materiales, ni tampoco significaba que ese fuera el fin del mundo para mi. Sin embargo, cuando lo único que te hace feliz es un aparato electrónico el cual es tu único medio de comunicación con las personas que más apreciabas en tu vida, te duele.
Te duele como si te estuvieran arrancando una parte de tu ser.
Además, ella me terminó.
No la voy a culpar y de hecho nunca la culpé de eso, ella habrá tenido sus razones en esos momentos como para a acabar con nuestra relación, aunque a pesar de eso, seguíamos siendo amigas.
Pero ya no era lo mismo.
Hablábamos muy de vez en cuando, más que nada para responder los millones de estados que subíamos en ese entonces; nunca quedamos en malos términos pero para mi ya no era lo mismo, se sentía tan diferente.
Tan lejanas.
Mi rendimiento no mejoró, sin embargo, logré salir a flote y no cagarla cada vez que podía por la pereza de no entregar los trabajos. Eventualmente mi mamá me devolvió mi celular, para ese entonces tenía una mejor amiga, una de las chicas del grupo. Ella en ese entonces fue la mejor amiga que pude tener, y fue una de mis grandes compañías para ese entonces.
Pero esa es otra historia.
Admito que el 2020 no fue mi mejor año, pero a pesar de eso, fue uno de los mejores que pude haber vivido, ya que a pesar de todas las dificultades por las que pasé, nunca me faltó la compañía, y eso siempre lo supe apreciar.
¿O tal vez no?