Jeon JungKook es un mujeriego y mimado dueño de una importante empresa. TaeHyung es un chico pobre, necesitado de dinero, y el chofer de Jeon.
Ambos no se relacionan más que para compartir el auto, sin embargo, todo cambiará luego de un improvisado...
"Felicidades por haber firmado el contrato, Señor Jeon" Me hablaba el castaño sirviéndome un poco de whisky.
"Ya te dije que solo me llames JungKook, TaeHyung, me haces sentir viejo" Tomaba el vaso y lo bebí todo de una "Y muchas gracias por acompañarme. Si no hubiera sido porque el viaje fue de imprevisto y HoSeok se enfermó, no te hubiera arrastrado hasta aquí conmigo".
"No se preocupe, señ... Digo, JungKook. Para mi es un gusto poder acompañarlo, además, jamás había tenido oportunidad de viajar fera de Corea, menos a Estados Unidos." Comentaba risueño mientras bebía. ¿Qué estaba bebiendo?
"¿Agua?" Lo miraba divertido señalando su vaso a lo que TaeHyung rascó su nuca como respuesta "Anda, bebe whisky conmigo, hay que celebrar."
"Pero no puedo beber, soy el chofer."
"Si, pero estamos en el hotel. No tienes que manejar después. Además soy tu jefe y te ordeno que bebas whisky conmigo."
"Es que yo nunca.. He bebido." Decía ruborizándose, hay que admitir que es tierno.
"Bueno, siempre hay una primera vez." Sentenciaba llenando su vaso y luego el mío.
No dijo nada más y simplemente tomó el vaso entre sus manos, supongo que aceptando mi petición.
"Brindemos." Dije.
"Por... Los nuevos patrocinadores." Alzó su vaso.
"Y por la buena compañía." Choqué suavemente mi vaso con el suyo y bebimos todo de una. TaeHyung dejó ver una mueca divertida arrugado su nariz luego de tragar todo. "¿Qué tal?"
"Quema la garganta."
"Te acostumbrarás." Reí y serví dos vasos más.
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TaeHyung y yo ya nos encontrábamos bastante ebrios al momento de irnos a nuestras habitaciones. Había pagado dos por separado, ya que me gusta tener mi privacidad, por si llevo alguna mujer para follar o para hacerme una paja...
Creo que hoy será la segunda opción.
Me despedí de TaeHyung, quién llegó tambaleándose de un lado a otro hasta la puerta de su habitación y pasando la tarjeta por el sensor, desapareció cerrando la puerta.
Desde que lo contraté, jamás tuve oportunidad de charlar demasiado con él. Siendo mi chofer, se limitaba a preguntar mi destino y desearme un buen día. Pero hoy comprobé que resultó ser muy simpático y divertido después de todo, aunque carecía por completo de resistencia al alcohol.
