Prólogo

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El sol se ocultaba tras las montañas, envolviendo el cielo en matices anaranjados y rosados. Desde lo alto del majestuoso castillo del Reino del Trébol, un encapuchado permanecía inmóvil, absorto en sus pensamientos.

Entre sus enguantadas manos sostenía una nota, cuyas líneas había leído y releído incontables veces buscando respuestas. Bajo la capucha, sus ojos de un verde oscuro revelaban una profunda tristeza y remordimiento.

El viento otoñal sacudía las copas de los árboles y agitaba la capa del misterioso viajero. Desde allí podía ver el paisaje nocturno extenderse ante él como un mapa, desde los pinos que trepaban por las montañas hasta el océano que se fundía en las lejanías con el firmamento estrellado.

Un graznido de gaviota rompió el silencio. Fue entonces cuando el encapuchado exhaló un largo suspiro dándole un último vistazo a la nota, como si fuera su última conexión con un pasado que ahora anhelaba corregir.

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Asta,

Cuando bailamos en el consuelo de la penumbra y me llamaste por el nombre de una flor. Buscábamos quemar la luna con nuestro gozo y pedimos algo que guardábamos para el altar.

Me preguntaste algo que no te respondí con palabras y en tus ojos vi mi mundo aparecer, esperé a que este fuera un sueño interminable, que pudiéramos danzar una vez más bajo las estrellas y que tu corazón se uniera junto al mío, que en mi último respiro fueras mío, pero sé que las cosas maravillosas no son reales.

No al menos por el momento y deseo un día hacer lo posible, deseo verte una vez más y no mandar palabras al viento esperando a que las atrapes, no espero leas mis poemas, no espero sepas de mis cartas, espero que con vida estes porque así sé que mi mundo sigue aquí te prometo que cuidare de nuestro legado y hare que signifique más allá de nuestro joven e ignorante amor.

Quiero que sea nuestra firma al final de la página.

Quiero que sea tu nombre y el mío.

Quiero saber que esto vale la pena.

Quiero saber si dejarte marchar valió la pena.

¿Por qué?, Te preguntaras y yo te contestare: porque para mí siempre lo valiste.

Soy la madre de tu hija, soy tu esposa para siempre.

Soy quien se aterra a pensar a que esas fueron las últimas palabras que te dije cuando marchaste.

Pero siempre te esperare en nuestro hogar. Hoy mañana y siempre.

Porque "siempre" es la palabra mágica, la palabra que significa cuanto durara mi amor por ti. Siempre seré tuya Asta.

Con todo mi amor, tu querida esposa.

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— Hoy es el día —murmuró en voz baja para sí mismo.

El viajero, finalmente, dobló la carta con cuidado y la guardó en su túnica. Con decisión, se levantó de su posición y comenzó a avanzar por los pasillos del castillo. Sabía que el tiempo apremiaba, la noche se acercaba.

El encapuchado avanzaba sigilosamente por un estrecho pasillo cuando de repente se encontró con un guardia real que bloqueaba su camino. El guardia levantó su grimorio y miró al encapuchado con sospecha.

— ¡Alto! —exclamó el guardia con autoridad—. ¿Quién eres y qué haces aquí

El viajero detuvo su paso y miró al guardia a través de la sombra de su capucha.

Un Destino DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora