SUEÑO VACÍO (COMPLETADA)

CAPÍTULO 20

No hay mal que dure más de 100 años.

-Zoe-

—¿Cuánto tiempo lleva así?— preguntó una voz desconocida.

—Como media hora aproximadamente— Haysel respondió con angustia.

Creo que entramos a una casa, donde se percibía el sutil aroma de muebles, café y recuerdos no olvidados.

Aquel rey no se desprendía de mí. Él se había sentado en el mueble de sala y yo seguía en su regazo, apoyando mi cabeza en su hombro, respirando cerca de su cuello su agradable aroma que tanto me gustaba. Las yemas de sus dedos acariciaba mi mejilla tiernamente y no dejaba de insistir que me mantuviera despierta, pero era complicado, la fatiga, y náuseas me ganaban.

A veces abría los ojos para asegurarme donde realmente me encontraba, pero lo único que tenía al frente era otro mueble junto a una mesita con un jarrón amarillo pastel de flores.

—Déjame dormir, así dejaré de sentir escalofríos— susurré soñolienta.

—No me dejes— me susurró triste cerca de mi oído.

Lo único que me mantenía despierta era su voz y sus cálidos abrazos, lo cual me parecía extraño que sea repentinamente afectuoso conmigo.

La desconocida voz se acercaba más a nosotros.

—Nunca te había visto así, te aferras a ella como un niño a su peluche, muy curioso— comentó la mujer con una pizca de amabilidad y calidez.

—No estoy para tus bromas— su voz sonó áspera y triste al mismo tiempo— Dime que la puedes curar.

—Sí, no ves que estoy mezclando los ingredientes, llegaron a tiempo, porque le quedaban menos de dos horas de vida— respondió la voz femenina.—Además, Efren es un tonto, hasta la fecha no sabe preparar bien los brebajes y son fáciles de deshacer, esto es pan comido para mi— se rió amistosamente.

—Lyn debes tomar algo para que estés mejor— Haysel se dirigió a mi.

—Fuiste inteligente en mantenerla consciente, si se dormía la perdías ya que sería muy difícil despertarla. Esta niña corre con mucha suerte, tenías los ingredientes a la mano, aunque si faltaba uno podía mezclarlo con otro—sonó aquella voz tranquila y despreocupada.

Escuchaba el sonido de una cuchara de plata chocando con brusquedad con algo que podría ser un vaso o una sopera de un material parecido a la cerámica.

— Está listo, debe tomarlo todo.

—Vamos Lyn, debes tomarlo para que puedas regresar a la normalidad— me susurró animándome, dirigiendo el vaso a mi boca.

Pude abrir un poco los ojos y sostuve el vaso, obedecí sin negarme. Lo tomé acelerada para no sentir el misterioso sabor, pero no servía de nada, porque el líquido era terrible, sabía a batido de banano mezclado con hierbas y espinaca.

Al tomar el último sorbo tenía ganas de vomitarlo todo.

—Cuidado, si quieres vomitar será en el piso, no en mí—replicó Haysel en un tono un poco amenazador.

Me imaginé por un momento vomitar encima de Haysel, hubiera sido muy gracioso, pero no estaba de ánimos para reírme, por inercia sonreí antes de caer en un sueño profundo.

Desperté.

Me levanté con brusquedad del mueble, la casa estaba vacía y totalmente oscura, apenas la luz de la noche lograba entrar por las ventanas. El espacio era pequeño, pero acogedor, avancé un poco para ver un pasillo que separaba la cocina de una puerta que se encontraba semiabierta, caminé sigilosamente, inesperadamente escuché jadeos, risas y susurros. Mi corazón se paralizó, podría ser que Haysel estaba teniendo relaciones con "ella" la que estaba ocultando todo este tiempo.