I Capítulo Dos

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Cap. 2:

"Ella trajo el fuego y el humo. Ella trazó un camino para escalar hasta las estrellas. Ella fue el polvo, y yo fui la ceniza"

La conocía.

Y eso era todo.
La conocía poco como para presumir conocerla, y sin embargo, era su esencia mi alma; sin embargo, ella era mi partir.

Y sin embargo, era mi infierno.

Y a la vez el maldito Edén.

Tropezar.
Tropezar no es algo extraño. No es algo que se publique en diarios o se grite al mundo.
Caer.
Caer es algo grave. Se lo cuentas a algunas personas o a tu cuerpo herido.
Tropezar no es caer, eso es definitivo.
Caminando entre calles y callejones, nada llama más mi atención que la isocronía de mis pasos. Y después de diez minutos, nada llama más mi atención que la chica castaña embobada frente a una vitrina.
-Nayra, ¿verdad? -pregunto con una mano sobre mi cabeza-. Hermoso nombre; me alegra no haberlo olvidado.

Pero la verdad era que mi martirio era olvidarlo.
Nayra, Nayra. La solitaria y ruiseña Nayra. La Nayra que habla con la mente y acallaba al corazón. La Nayra que sufría. La Nayra que era feliz.

La Nayra que al tomar sus lápices o su tinta, revelaba a la Nayra enterrada.

-Gracias -susurra luego de verse en la vitrina.

-Vamos en la misma aula desde que iniciamos secundaria y nunca hemos cruzado palabras -digo y comienzo a reir.
Tal vez por nervios.
Tal vez por el hecho de que la observo y le hablo una vez a la semana.
La miro a los ojos y veo que sus lentes se han ido de lado.
-Cambiemos eso.

Edén.
Infierno.
¿En este mundo, cuál es la diferencia?

Definitivamente fue CAER después de hablar con ella.

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