Capítulo 1: Cambio de planes

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—Muchas gracias y buena suerte—se despidió la presentadora.

—Gracias a ti—contestó Bill con su mejor sonrisa.

Los chicos levantaron las manos y se despidieron del público, femenino en su mayoría, que gritó emocionado por haber tenido la suerte de haberlo visto, aunque haya sido por media hora. Salieron del escenario y se dirigieron al backstage, en donde se dejaron caer suspirando a la vez en el cómodo sofá.

David los escuchó y arrugó la frente. Se les veía muy cansados a los cuatro. En menos de una semana habían atravesado casi media Alemania para dar 3 conciertos y aparecer en 5 programas de televisión, eso sin contar las sesiones de fotos y entrevistas.

Con una idea fija en su mente abrió la agenda que siempre llevaba consigo y tras hacer unos cálculos mentales la cerró de golpe sonriendo, sobresaltando a los chicos que ni protestaron de lo cansados que estaban.

—Necesitáis unos días de descanso—dijo David tras haber atraído su atención.

—Muy bueno Jost, eres un genio—bromeó Georg—Solo has tardado una semana en darte cuenta.

—He mirado la agenda y puedo posponer la entrevista del viernes para el lunes, cancelar la sesión de fotos de mañana y eso os da libre el fin de semana—explicó David orgulloso de sus cálculos— ¿Qué os parece?

—Si no estuviera tan cansado me levantaba y te besaba—continuó bromeando Georg.

—Lo tomaré como un sí. Voy a hacer las llamadas oportunas—dijo David saliendo de la habitación.

— ¿Lo has oído?—preguntó Tom a su hermano, quien estaba recostado sobre su hombro.

Pero no obtuvo ninguna respuesta. Levantando una mano retiró el pelo que le cubría la cara, sonriendo al verle con los ojos cerrados y los labios ligeramente separados.

—Bill....—llamó haciéndole cosquillas en la nariz.

Sonrió más al verle arrugarla y como recostaba más la cabeza en su hombro, enterrando la cara en la curva de su cuello.

—David nos ha dado libre el fin de semana—repitió Tom por si no se había enterado.

—Despiértame el lunes—susurró Bill contra su piel.

Rompió a reír al escucharle, levantando un brazo y pasándolo por encima de su cuerpo, atrayéndolo más al suyo y dejando que se acomodase mejor. Se merecía esos días. Todo el grupo, pero él más.

Los dos últimos días fueron los más duros y le veía muy cansado. Unos minutos antes de salir a actuar esa noche que se quejó de la garganta. La notaba ligeramente irritada, pero no quiso suspenderla. Se tomó un analgésico y cantó mejor que nunca, con esa dulce voz que siempre que la oía le recordaba a la de los ángeles.

—Ya está todo listo—anunció David entrando de nuevo.

—En marcha....volvamos a casa—dijo Georg levantándose.

—Me temo que no—corrigió David sonriendo.

— ¿No?—preguntó Gustav imitando a su compañero.

—Mañana os lo cuento en el desayuno, el coche nos espera—dijo David sin perder la sonrisa.

Viendo que si no se daban prisa se iría sin ellos, Tom se levantó sin soltar a su hermano ayudándole a ponerse en pie y a caminar, sonriendo cuando le pasó una mano alrededor de su cintura y se dejó guiar por él.

El eco de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora