Orario no es más que un recuerdo. Un recuerdo de días felices, en los que podías vivir tranquilamente con tan poco.
Allí fuí feliz, al menos creyendo hacer lo que veía correcto. Amaba ser curandera, amaba estar allí, pues era buena en ello y además vivía cómodamente. Siempre segura aunque sea de poder comer, sin necesidad de mendigar por aunque sea un trozo de pan.
Años de continuos conflictos habían desgastado la ciudad. Llevándola al límite, con familias desmoronándose. Dioses abandonando la ciudad y un creciente descontento al gremio quien poco podía hacer para llevar a flote lo que quedaba de Orario.
Años de conflicto habían dejado a la ciudad vulnerable a cuánto reino anduviera al acecho. Y Rakia, junto a una colación de envidiosos aprovecharon el momento, el momento perfecto de hacerse a las armas para reclamar una vieja y hermosa ciudad.
Ahora manejaban todo a su antojo, matandonos de hambre como resultado, expropiando lo que alguna vez fueron nuestras vidas.
Impuestos a los aventureros imposibles de pagar. Restricciones imposibles a todo aquel que quisiera llevar algún producto fuera de la ciudad
Las familias poderosas quedaron completamente desmembradas, con sus miembros muertos, o exiliados de la ciudad los que quedaban aún en la misma viven como el recuerdo de una era de apogeo.
Atendía los restos de una famosa clínica, ahora reducido a una farmacia común. Pues era lo poco que podía pagar con unos precios tan elevados. Aún mantenía el nombre a pesar de la condición que manejaba. Tenía hambre, no había comido en días más que un almuerzo miserable.
Los pocos que tenían fortuna de entrar en el calabozo eran quienes podían hacerce con algunos materiales y dinero. En base a los pocos afortunados capaces de hacer algo de contrabando efectivo podía comprar algunas cosas y estar abastecida aunque fuera de lo mínimo. Además empecé a intercambiar objetos, armas entre todo ello y cosas raras. Realmente no debería estar tan mal, pero los impuestos son exorbitantes. Orario es ahora una ciudad agotada y destruida en a penas reconstrucción.
Realmente fuimos humillados por soberbios y pagamos en sangre todo esto. Miraba las calles viendo como una madre llevaba. Su hijo por las calles, todos parecían esqueletos con el estómago resonando por un poco de comida.
Muchos se fueron de la ciudad dejando todo atrás por una vida mejor. Lejos de toda esta miseria. Muchos huyeron cuando todo estaba mal. Realmente no los culpo, pero he tomado mi decisión y no quiero irme de mi hogar aunque esté sea tormentoso.
Estaba desfalleciendo está mañana. Cerrando mis ojos al no poder comer ese día. Poco después de ver a esa madre y su hijo un caballero entró. Era un capitán del ejército de Rakia, ellos eran los peores.
Entraban con confianza, con su rostros llenos de diversión viendo como sufríamos humillados. Muriendo de hambre. Aquel entro y vio los productos de mi tienda.
-Vengo a cobrar lo de este mes. Serán 6 millones de valis- entró como si nada, con la mayor de las confianzas y 2 de sus guardias detrás de él.
-Espera un momento- fui a la parte de atrás de mi tienda que era donde guardaba el dinero a pagar. Allí tenía el dinero, y empecé a contar, estuve un largo rato haciendo cuentas, contando que la cantidad fuera exactamente la pedida por el sujeto. Y a la mitad de la cuenta pude darme cuenta que este mes era mi fin.
Termine de contar, temiendo lo que llevaba semanas preguntándome. Pues con el aumento de impuestos a absolutamente todo y los controles severos al contrabando, era imposible cubrir las cuotas que pedían.
Junté poco menos de 4 millones de valis. Con las ventas en caída ya que no había tenido muchas ventas, casi ninguna realmente.
Le entregué el dinero, esperando que se equivocara al verificar la cantidad.
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Lo que no queremos decir
FanficHay cosas que por vergüenza siquiera nos son imposibles de explicar. Rebajarse tanto por tan poco, había sido su pecado. Pecado que su sangre cargaría por la eternidad. Tiempos duros habían dejado todo hecho añicos y vivir era lo único que les impor...