Capítulo I.

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Eran las 5 o 6 de la madrugada cuando se escuchaban golpes en la puerta de la habitación, se oían jadeos y gritos llamando a Ewedin, trataban de abrir la puerta a golpes pero estaba cerrada con llave y bien protegida con muchos muebles no dejandolos entrar sin importar cuál era la fuerza usada para empujar la gran puerta de la supuesta habitación.

La chica de pelo rosado fuerte se despertó de uno de los tantos golpes dado en su puerta, thud thud thud, parecía que al pasar de cada segundo los golpes se iban esparciendo por toda la habitación. Al momento hubo un golpe más fuerte que todas las demás, casi consiguiendo abrir la puerta, el candado no podía soportar más.

- Señorita de Lars, abra la puerta rápido para que las sirvientas puedan ayudarla a prepararse por favor - en su voz se notaba la alteración y nervios, como si de eso dependiera su propia vida - Usted sabe lo impaciente que puede ser el señor, abra la puerta enseguida -

Se escuchó un fuerte bostezo tras las paredes, como si lo hiciera a propósito para que se le escuchara a través de ellas, seguido de paso rápidos muy ligeros, que se escuchaban por las frías paredes de la habitación, ruidos seguidos de movimiento de algo u muchas cosas muy pesadas y por fin, despúes de tantos minutos un candado cayendo sin ningún intento de que hiciera el mínimo ruido posible.

Sin palabra alguna un grupo pequeño de sirvientas entraron a la habitación rápidamente sin perder ni un segundo, la joven de pelo rosado oscuro solo se dejaba peinar, acicalar y preparar para el buen día que se le venía encima.

- Señorita Lars, cuando termine sus preparativos el Duque pide que baje lo más rápido posible ya que tienen asuntos importantes que discutir - al segundo, el mayordomo desapareció tras la puerta sin dejar ningún rastro ni dejar que Ewedin respondiera a la pregunta.

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El duque esperaba impaciente, sentado en el sillón de terciopelo blanco en el gran salón de mármol. No había segundo que no diera en el que no daba un vistazo a su reloj de mano tick tick tick, cada movimiento de la aguja solo agotaba más su paciencia, parecía que iba a explotar en cualquier momento hasta que apareció su hija bajando las escaleras sin prisa alguna y con expresión tranquila. El duque solo le dirigió una expresión cortante y de asco.

- Hasta que por fín te dignas a aparecer, tienes a todos muy preocupados y aún así te ves muy tranquila - ¿ no crees que eso es muy irrespetuoso de tu parte ? - la miraba con unos ojos retantes - Si puede hacer el favor de sentarse y dejar de tirar nuestro respeto a la clase social más alta de la aristocracia - en que decía esto último se notaba su ego y narcisimo, tomando asiento en el sofá e indicando a Ewedin que se sentara

- ¿ Y de qué quería hablar, duque ? - miró a su padre, la mirada tal vez no describía sus emociones, pero se sentía un aura de enojo y rabia a su alrededor - Espero y esto no sea una pérdida de tiempo y de mis horas de sueño como suele ser -

El duque se acomodó una vez más en el gran sofá, el sonido del roce de sus prendas caras y el terciopelo del sofá sonaron por unos largos minutos hasta que al fin se decidió a abrir boca, intentando mirar a Ewedin a sus ojos sin lograrlo.

- Si bien recuerdas nuestra discusión de ayer, te casarás con el segundo hijo del emperador, Zypher Mogntaneull, si tu cabecita aún lo recuerda - esto último lo dijo con una risita final, como si de un chiste se tratara, sin embargo nadie se rió del supuesto chiste, dejando un silencio incómodo y un eco de la única risa del duque.

Ewedin sabía bien que no había otra opción que aceptar, su padre era un hombre difícil, por no decir imposible, de convencer. Igual se sentía alivida, libre de poder al fin marchar de aquella casa, que nunca pudo llamar hogar. No musitó ni un suspiro por la noticia que acababa de escuchar y solo asintió con la cabeza y miró hacia la ventana, como si le diera asco el simple hecho de verlo.

- Si eso es todo lo que quería usted comunicarme, con su permiso me retiro a preparar el embalaje. Supongo que pronto tendré que marchar - no esperó, ni se aseguro que el duque diera su consentimiento o si tenía algo más que decir, se levantó bruscamente y se dirigió a su habitación.

₊˚' Two Time ꔫ₊˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora