|U•N•O|

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Se acomoda el pasamontañas que Pac le dio y se agazapa mejor contra la camioneta blanca con el logo de la Federación.

 Estoy terminando de desactivar las cámaras. - avisa Felps por el auricular en su oído. — Tres... dos...uno, ¡Ahora, Forever!

El rubio se encargaba de hacer escándalo en las puertas de entrada, algo que no le costaba mucho. Su sola personalidad era capaz de captar la atención de quien sea.
Escucha el estruendo del auto chocando contra el portón de seguridad y en seguida se asoma por el costado de la camioneta. Muchos uniformados de blanco salen corriendo del edificio, mientras Forever baja del automóvil sujetando su cabeza, fingiendo estar borracho.

¡Electricidad desconectada, Cellbit!- agradece que Pac y Mike hayan podido completar su parte y se toma un segundo para tomar aire y echar a correr.

Sortea las camionetas estacionadas y corre hasta las puertas traseras. Empuja con cuidado la puerta de emergencia y revisa su reloj de pulsera. Llevaban meses espiando el edificio, a esa hora salían a tirar basura, así que tenía que esconderse bajo las escaleras y derribar a unos de los trabajores. Luego, le robaría la ropa y se infiltraría por los pasillos. Fácil.

Están arrestando a Forever.- ríe Felps.
Cellbit se lleva la mano a la oreja y aprieta el botón, hablando en voz baja. — llama a Foolish y avísale. En cuanto salga de aquí iremos a buscarlo.
De acuerdo. Igual no creo que le haga mal pasar una noche en la cárcel.
¡Puedo escucharte, infeliz!- gruñe Forever. Se lo escuchaba agitado. —¡Nadie va a arrestarme! ¡Me escape de esos filhos da puta!- suelta su risa escandalosa.
—Perfecto, no van a descansar hasta atraparte, eso los mantendrá distraídos.- habla Cellbit, sonriendo con malicia.
¡¿Qué?!
Sigue corriendo, Forever. Te pisan los talones.- canturrea Felps.
¡Vá se foder!

Cellbit sonríe por última vez antes de escuchar pasos bajando por la escalera. Cuenta al menos tres pares de botas y prepara el arma con los dardos tranquilizantes. Se asegura de que el pasamontañas cubra bien su rostro y espera en silencio.
Tres trabajadores bajan los últimos escalones. Abren una puerta a su izquierda, quedando justo frente a Cellbit y de allí extraen un carro de basura.
El castaño levanta el arma y dispara tres veces, sin darle oportunidad a ninguno de los hombres a darse cuenta de lo que pasa. Los tres caen desmayados al suelo y Cellbit se apresura a robarle el uniforme al más alto de ellos. Se coloca el mameluco blanco y sube el cierre apresurado.
Uno a uno arrastra los cuerpos debajo de la escalera, apilandolos en una montaña y luego empuja el carro para taparlos.
Entra al ascensor por donde bajó el carro de basura y cierra las puertas mientras se quita el pasamontañas. Una vez en la oscuridad del elevador, presiona el botón hasta el piso 3 y sonríe.

Ya casi, Bagi.

Dime que estás dentro, mano.
— Estoy dentro, mano.- sonríe Cellbit. Escucha el suspiro de alivio de Felps y luego el aplauso.
Escucha, las cámaras siguen desactivadas así que no tengo forma de ayudarte, desde aquí eres tu solo. Te avisaré cuando vuelvan a activarlas. Se han preocupado primero por la electricidad, así que tenemos suerte.- se lo escucha nervioso, pero no puede quejarse. Todos están nerviosos, el grupo lleva meses planeando este golpe pero Cellbit lleva años. Es ahora o nunca.
Obrigado, Felps. Estoy llegando al piso. ¿Pac y Mike?
Reportándose, jefe.- contesta el primero.
Estamos volviendo a la favela, Cellbo.
—Muy bien, lo hicieron excelente. Tengo que irme, vigilen a Forever. Los veo al salir.
Suerte, Cellbo.- hablan cuatro voces su oído.

Relaja los hombros cuando el ascensor se detiene. Es hora.
Abre la puerta del ascensor y sale, no podía dudar o todo podría irse a la mierda en un segundo.
Tal y como se lo esperaba, veinte puertas se extendían a lo largo del pasillo, cinco a la izquierda y cinco a la derecha. Al final del pasillo, una puerta con un panel, allí estaba la escalera para subir al cuarto piso. Allí es donde tenia que entrar.
Por alguna extraña razón, el ascensor sólo llegaba al tercer piso, así que debía arriesgarse a subir por la escalera.
Camina por el silencio pasillo, con sus botas rechinando contra el pulcro suelo. Tantea uno de los bolsillos del mameluco, sintiendo la culata del arma, tenia que estar preparado ante cualquier cosa.
Está por llegar a la puerta gris, cuando escucha un ruido a su derecha. El clic de una cerradura abriéndose y lo próximo que sabe es que a disparado un dardo al pecho de un científico.
El hombre de bata cae de rodillas y se golpea el rostro contra el piso, inmóvil.

— No mames...- escucha una voz masculina.

Vuelve a preparar el dardo, pero su agudo oído capta pisadas provenientes de la escalera tras la puerta y tras maldiciones arrastra rápidamente el cuerpo desmayado y se mete dentro de la habitación. Cierra la puerta y apunta al chico de cabello oscuro, mientras lleva un dedo a sus labios pidiendo silencio.

Cala a puta boca o te juro que te corto la garganta.- amenaza.

El chico alza las manos, asintiendo en silencio.
Sin dejar de apuntar, busca el pasamontañas y se lo coloca con una mano. Algo le decia que iba a tener que huir antes de lo planeado y cuantas menos personas vean su cara mejor.

— ¿Eres un ladrón? Lamento decirte que aquí no hay nada para robar, lo único que tengo es a José.
— ¿José?
— Mi mascota. - señala una cucaracha a su lado, que trepa por su pierna y se queda sobre su rodilla.

Cellbit hace una mueca de asco, viendo como el de cabello cafés pasa un dedo sobre el insecto. Lleva puesto un pantalón deportivo gris y una camiseta blanca, nada mas. Sus pies descalsos tocan el suelo, ya que se encuentras con la espalda apoyada contra la pared y las piernas dobladas contra su pecho.

— Por favor, no te lo lleves. José es mi mascota y la quiero mucho.
— No quiero una puta cucaracha.- gruñe el castaño. - ¿Quién eres? ¡Espera! ¿Has visto a una chica rubia con un mechón blanco?
— No, lo siento.
— ¡Mientes!

Cellbit se acerca a grandes pasos al joven, sin dejar de apuntarlo.

— ¡No le hagas daño a José!- parece no importarle tener el cañón del arma frente a él, sólo le preocupa que no lastime al pobre insecto.
— ¡Dime done está ella o la aplasto!
— ¡Nunca he visto a esa chica! ¡Nunca salgo de este piso!
Hay que llevar a R01ER a las pruebas.- habla una vos detrás de la puerta.
— Fit vino a buscarlo hace diez minutos.
 Aquí dice que todavía no está el sujeto.

Cellbit vuelve a maldecir, con su cerebro pensando a toda velocidad. Le quedaba un sólo dardo tranquilizante, después tendria que defenderse con su cuchillo.

— Si me ayudas a escapar, te diré todo lo que sé.
— Ni creas que voy a ayudarte, guapito.- responde con una sonrisa burlona.
— Si nos llevas, prometo decirte todo. Nunca vi a esa chica que dices pero seguro lo que sé te sirve para buscarla.
— ¿Nos?
— A mi y a José. - levanta su mano, montando al bicho que descansa sobre su palma.
Nem fudendo...- mira al techo, las personas al otro lado de la puerta hablaban por radio, empezando a sospechar. Tenia que decidir ahora. — ¡Caralho!  Vamos.

El castaño se levanta del suelo, emocionado. Mete a José dentro del bolsillo de su pantalón y se acerca a la ventana.

— Hay que saltar.- avisa.
— Bien, salta.
— Estás bien menso si crees que yo voy a saltar primero.
— No me hagas perder la paciencia.- gruñe el brasileño.
— Tengo piernas débiles, van a romperse con un palito.
¡Puta que pariu!- sube al chico a su espalda, aliviado de notar que es tan ligero como se lo ve.

Abre la ventana y asoma su cabeza.

¡Activaron las cámaras!
— Estoy saliendo... Llevo un paquete conmigo, preparen las sogas.
— ¿Sogas?- susurra el chico sobre su hombro. - Nunca hablamos sobre sogas.
— Silencio.- ordena entre quejidos, mientras trepa por la ventana.
— Nada de silencio, no van a atarme, tengo derechos...-

Sin pensarlo, dispara el arma y el dardo se clava sobre la nalga derecha del "paquete". El cuerpo se relaja sobre el hombro de Cellbit y este se impulsa por el marco de la ventana mientras arroja una pequeña bola verde lo mas lejos posible.
En un parpadeo, cae sobre sus rodillas junto a un árbol, al otro lado del cerco de seguridad del edificio.

— Estoy fuera.

Tempo perdido |Guapoduo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora