Parte 1

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Les contaré sobre mí:

Primero les diré lo complicado que ha llegado a ser mi vida. Hace poco que salí graduada del instituto, y aunque, fue un motivo para estar muy feliz, yo la pasé triste ya que no tenía a ningún amigo; y por eso estaba totalmente sola, sin nadie que me abrazara y dijera: "felicidades por tú logro".

Mis padres tienen dos años de fallecidos. El resto de mi familia está en otros países y no podían viajar hasta acá. Tuve que venirme a vivir a otra ciudad para poder trabajar haciendo dibujos para historias. Generalmente, no es un trabajo en sí; solo lo hago para poder vivir y poder pagar el departamento que tuve que rentar.

Después de tener un año completo de que no me gustara nadie de la institución; y ahora que ya no tengo que seguir yendo me topo con la sorpresa, de que un chico muy apuesto vive justamente al frente de mi casa; y que por una de las ventanas lo puedo mirar cada vez que se siente en su escritorio y utilice su laptop de trabajo o el celular: el cual supongo que solo usa para sus redes sociales. No les miento tengo miedo de sentir ese sentimiento nuevamente; pero es algo que no puedo controlar —O eso es lo que pienso—.
Solo espero que mi vida no se vuelva más complicada de lo que está. Bueno, por lo menos era lo que esperaba ya que no era algo seguro.

16 de Mayo del 2016.

—¿Eres nueva? —Me preguntó una amable señora.

—Así es señora —Sonreí amablemente respondiendo a su pregunta.

—Me llamó Fátima, ¿y tú cómo te llamas?, jovencita.

—Yo soy Verónica, pero me puede decir Vero.

—Mucho gusto, señorita —me dijo ella.

—Igualmente —exclamé.

—¿Y cuándo llegaste? —Me preguntó la señora Fátima.

—Ayer, como a la 1:30 p. m. —respondí.

—Pensé que hoy mismo habías llegado —me dijo la señora Fátima.

—Pues no, de hecho quería venirme para acá desde hace dos días atrás, solo que no pude —le expliqué.

—Comprendo, señorita —respondió ella.

—Bueno, señora Fátima, fue un gusto conocerla; pero ya tengo que irme de nuevo para el departamento.

—Está bien, señorita Verónica —replicó la señora Fátima—. Espero verla pronto.

—Lo mismo digo —le dije y me retiré.

Al llegar al departamento me puse a dibujar, ya que tenía que entregar unos trabajos de dibujo a algunos clientes que quieren hacer sus historias.
La mayoría son novelas y cuentos en los cuales debo enfocarme para crearlos y entregarlos a sus dueños.

Uno de los clientes quiere hacer una novela referente a una familia millonaria, que lo perdió todo por culpa del mal uso de su dinero.
Es una historia larga; pero lleva mucho misterio, muertes y algo de romance.

Otra de las historias que le debo realizar dibujo, es de una chica. Ella quiere crear una novela llena de romance y misterio. Dónde la protagonista debe luchar con su amado por ser felices, ya que deben enfrentar grandes y difíciles situaciones. A esas dos novelas y muchas novelas más, les debo de crear dibujos; al igual que algunos cuentos. Esto de dibujar me gusta mucho; pero sinceramente quisiera hacer algo más. Como estudiar algo que me llame la atención. Aunque aún no sé qué debería estudiar. Mientras terminaba de hacer el tercer dibujo, recibí un mensaje de una de mis primas llamada Rosa. Ella es Enfermera y es una de las mejores primas que pudo tener. Solo que casi no tiene tiempo para hablar conmigo por su trabajo.

—Hola prima —me saludó mí prima.

—Hola, mi querida prima Rosa —respondí el saludo.

—¿Cómo has estado? —me preguntó.

—Bien -respondí—. ¿Y tú que tal estas?

—No muy bien, prima —dijo rosa—. No te lo había dicho, pero tengo cáncer.

—Espera, ¿qué dices Rosa? pregunté impresionada, sintiendo tristeza a la vez.

—Lo que te dije, tengo cáncer y muy poco tiempo de vida —replicó Rosa—. Además de que ya tengo un mes completo que no trabajo por el mismo motivo.

—¿Por qué me lo dices hasta ahora? —pregunté—.

—No sabía cómo decírtelo —me respondió rosa.

—Necesito verte prima —dije—. Quiero hablar en persona contigo.

—No puedo, la paso muy mal; no puedo ni salir de casa —me explicó Rosa—. Mi madre está trabajando muy duro al igual que mi padre, para poder vivir y que yo siga viva, nada más que tengo muy poco tiempo de vida. El mismo doctor me lo dijo.

—No puedo creerlo Rosa  —dije—. Tú no te puedes morir.

—Lo siento prima, pero esta es mi realidad —dijo Rosa—. Te quiero mucho, adiós.

—Prima, por favor —repliqué—. Trata de vivir.

Ese fue el último mensaje que envié para mi prima; pero ella no respondió más. Me sentía tan triste que no pude continuar dibujando, por lo menos, por el momento era mejor descansar un rato. Me iba a acostar, pero alguien toco el timbre de mi departamento. «¿Quién será?, —pensé—no quiero ni abrir...»

Departamento 05. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora