𝘅𝗶𝗶𝗶. castigo

189 37 217
                                    

          Cirrus suspiró, quedándose en compañía de Emma mientras que los demás miembros de la Toman se encontraban en una reunión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cirrus suspiró, quedándose en compañía de Emma mientras que los demás miembros de la Toman se encontraban en una reunión. Ambos jóvenes, como era ya costumbre, se sentaron en el mismo sitio, y por unos instantes, se quedaron en silencio mirando hacia las estrellas del firmamento.

—Oye, no vuelvas a hacer algo así. —habló la rubia tras aquel confortable silencio— O, al menos, si quieres escaparte... Avísame antes y me voy contigo. Podríamos vivir juntos, sé hacer unos dorayakis muy ricos y, además, soy buena compañera de piso.

Aquellas palabras lograron hacer que Cirrus soltara una pequeña risita, haciendo que Emma sonriera por saber que podía levantar un poquito el ánimo de su amigo.

—Creo que voy a dejar eso de escaparme de casa durante un tiempo; no merece la pena. —se encogió de hombros Cirrus— Además, ahora que mi padre me ha dejado volver, no quiero hacerle enfadar. Me cuesta dormir en una cama que no sea la mía.

—Tu padre es un puto estúpido. —resopló Emma, y el peliblanco no lo negó— Es decir, ¿cómo es posible que sea capaz de pegar así a su hijo? —se indignó, igual que cuando hace unos minutos le confesó el porqué de los golpes que decoraban su cara— Dios, ¡estoy tan enfadada!

—Lo sé. —suspiró nuevamente el hombre.

—Aunque, creo que estoy incluso más enfadada con esos tipos de Sendai que te pegaron. —resopló frustrada— No puedo creer que fueron tus amigos en algún momento.

—Las personas cambian. —los rojizos ojos de Cirrus miraron al oscuro cielo— Ahora que lo pienso, tú no serías capaz de escaparte de aquí. —Emma le miró con una ceja levantada— Tú no irías a ningún lado si no va Draken.

—Bueno... Ahí tienes un punto. —una sonrisita creció en el rostro del peliblanco cuando se fijó en el sonrojo que cubría las mejillas de su amiga— Tú tampoco hables muy alto. No irías a ningún lado sin Baji.

—¿Eh? —Cirrus pestañeó, borrando su sonrisa y viéndose confuso— ¿Por qué Baji?

—Al principio creía que os llevabais mal, ya sabes. Pero... Luego me di cuenta de que sois más cercanos de lo que yo creía. —comenzó ella— Él siempre te mira, y se preocupa por ti más que cualquier otro. Además... Confías en él. Por eso aceptaste quedarte en su casa cuando pasó lo de tu padre y Sendai.

Cirrus se quedó en silencio, y sintió su corazón acelerarse cuando aquel dichoso beso volvió a resurgir de entre sus recuerdos. Sus labios habían sido tan gentiles y cálidos que le producían una insaciable sensación. Haku nunca le había besado así. Cirrus no había besado a muchas personas a lo largo de su vida; pero tenía claro que nadie le había hecho sentir cómo Keisuke lo había hecho con un beso.

¿De verdad confiaba tanto en él? Porque, no tenía ni la más remota idea de cuándo había comenzado a sentirse tan tranquilo a su alrededor. Pero, Emma tenía razón. Fácilmente la otra noche podría haber buscado otro refugio; pero decidió irse con Keisuke. Habían dormido juntos, él le había comprado incluso una bebida para que llenara su estómago por la mañana y... De manera indirecta, le había confesado sus sentimientos.

𝗘𝗦𝗧𝗜𝗚𝗠𝗔,          baji keisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora