𝗘𝗦𝗧𝗜𝗚𝗠𝗔, baji keisuke

𝘃𝗶𝗶. sorpresa

Era difícil mantenerle la mirada a Cirrus por alguna razón que Keisuke no comprendía al cien por cien. Cada vez que sus ojos castaños se encontraban con la mirada rojiza del peliblanco, Keisuke se acordaba de Cirrus sin camisa, o las pequeñas risas roncas que él había dejado salir estando ambos en su casa. También en su perfume, y en que sus hombros se habían rozado más de una vez mientras hacían aquel dichoso trabajo de inglés.

Sentía la boca seca y un tumulto en el pecho. Tenía que apartar la mirada y eso, Keisuke lo odiaba porque nunca, nunca, quitaba los ojos de otra persona; normalmente, era el otro quien terminaba apartando su vista porque Keisuke resultaba ser demasiado imponente. ¿Por qué no era lo mismo con Cirrus?

—Toma. —al entrar a clase aquel día, Cirrus le tendió a Keisuke una prenda de ropa— La he traído lavada, gracias por prestármela. —el moreno agarró la camiseta.

—No es nada.

Cirrus frunció ligeramente el ceño, pensando de nuevo que en la escuela, Keisuke siempre tenía cara de culo y era más seco que un día en el desierto. Estaba mucho mejor en la tranquilidad de su hogar, con el pelo recogido, gafas y esforzándose por pronunciar bien las palabras en inglés.

—¿Has traído el trabajo? —preguntó el peliblanco ocupando su lugar, sin saber muy bien porqué intentaba iniciar una conversación con su compañero.

—Ajá. —contestó él.

—Oye, ¿acaso mi cara es tan fea como para que no me mires? —preguntó Cirrus en un tono de broma, logrando ahora que Keisuke postrara su castaña mirada en él— O, ¿es qué acaso estás nervioso o algo por el estilo? —preguntó de manera burlona, como el mismo Keisuke había hecho cuando estuvieron los dos solos en el parque.

—¿Nervioso de lo feo que eres? —una pequeña sonrisa divertida decoró los labios de Baji— Sí.

—Claro, claro.

—¿Te estás burlando de mí? —Keisuke alzó ambas de sus cejas, mientras aún esbozaba esa pequeña y juguetona sonrisa.

—¿Yo? —Cirrus fingió un bufido, pero otra sonrisa decoraba su boca— Por supuesto que no.

Cuando Cirrus no fingía ser alguien perfecto, era fácil hablar con él; Keisuke incluso comenzaba a sentirse cómodo.

La primera clase de aquel día fue matemáticas, y Cirrus se puso a tomar notas en su libreta al igual que Keisuke; el cuál se centró en la lección a pesar de que en su mente seguía repitiendo las palabras del peliblanco y, de forma inmediata, pensando en cómo podría molestarle de vuelta. Era divertido ver ese lado de él; en un pequeño juego de tira y afloja que no sabía cuándo había comenzado.

La lección de inglés llegó rápidamente, y Keisuke se levantó para darle el trabajo a la profesora siendo él y Cirrus los primeros los cuales habían terminado dicho trabajo; por lo cuál se ganaron un par de felicitaciones por parte de la mujer, quien pronto comenzó a explicar más cosas de su materia. Baji miró de reojo a Cirrus a su lado, viendo como éste segundo mordisqueaba de manera distraída su lapicero, prestando atención a pesar de que él no necesitaba atender.