Capítulo 4

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— ¡Ryan, despierta, vamos Ryan, despierta!.

La voz se escuchaba lejana. Mis ojos se iban abriendo poco a poco, todo seguía oscuro y yo seguía atrapado en esta pesadilla. El niño Frankenstein seguía con su disfraz. Aunque ya no lucia igual, parecía cansado, su mirada era triste y su voz un poco apagada.

— ¿Dónde estoy? ¿Por qué sigo aquí?
Me levanté del frío y húmedo suelo.

— Tienes que ayudarme a encontrar la salida, mi mamá me debe estar esperando, puedo sentir su tristeza.

—¿Cómo llegaste aquí?

— No lo recuerdo, solo sé que debemos regresar, hay poco tiempo. Antes de que el, logre lo que quiere.

— ¿Qué es esa cosa? ¿Y qué quiere?

— A ti,  te quiere a ti.

Cada vez entendía menos, pero la ansiedad me estaba matando, no sabía dónde estaba y que hacía aquí. Todo me daba vueltas y cada vez mi energía disminuía es como si cada minuto me costara la vida. Me sentía cansado, perdido, no quería ni luchar. Pero me estaba hartando de todo esto.

— Te voy a presentar a unos amigos.

Propuso el niño en voz baja.

¿Amigos?

— No tengan miedo niños, el es bueno, el nos guiará a la luz. Salgan.

Todo estaba oscuro, mis ojos trataban de ver más allá pero mi esfuerzo era en vano.

— Salgan.

Tres niños salieron miedosos de la oscuridad,  estaban desnudos, sucios, llenos de sangre, no hablaban, pero al parecer el niño Frankenstein los entendía.

Era una niña y dos niños.

— Dicen que les das miedo, porque te pareces a el.

Los niños retrocedía y el niño los detenía.

— Es normal que se parezcan niños son gemelos.

¿Gemelos?.

Todo esto me daba jaqueca, no podía creer esto, es una locura, claramente me volví loco y estoy alucinando.

— El me lo mostró Ryan.

— ¿De qué hablas? Estás loco. Yo estoy loco—.

Los niños se asustaron y empezaron a llorar como bebés. El niño los tranquilizaba y yo en medio de la frustración les pedí que me dejarán dejarán paz. Corrí y avancé por lo que supuse fueron horas pero era como dar vueltas en un solo lugar, estaba perdido.

Yo solo quería salir, o morir.

El callejón donde los niños lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora