Cap 1: Reproches

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°♡────Prólogo ───── ♡°

1951, las grabaciones de la película "A toda máquina" habían terminado, justo apenas que iban empezando los preparativos para su secuela el ya reconocido Pedro Infante y su compañero de grabación, Luis Aguilar, habían empezado una relación amorosa.

Ambos tenían presente que si su amorío salía a la luz sería el fin de sus carreras artísticas; Aunque con todo eso y peligros nunca fue un inconveniente para que se demostraran su amor, ya que se querían pasará lo que pasará.

No duró mucho el romance, pues en Julio de 1952 terminó por acabar gracias al estrés laboral y uno que otro problema interno.

Sin saber cómo, otro actor famoso de ese entonces se enteró y puso manos a la obra para tratar de acercarse un poco al actor más querido de mexico con una serenata, serenata que fue rechazada apenas intento cantar una estrofa.

—¿No le gusta esa canción? Si quiere le canto otra —ofrece Jorge dichoso, después de que Pedro saliera a callarlo.

—Perdone usted, pero en ningún momento le he dado razones para que venga y se atreva a hacer tal cosa —dio a entender el rey de las rancheras con cierta molestia.

—¿Pero que no puedo venir a verlo? —cuestiona el charro cantor, acercándose con un par de flores a la puerta.

—Si lo ven por aquí haciendo eso lo linchan —advierte Pedro, después de interrumpirlo con un "shh" nada disimulado—. A parte, ¿Quién le asegura que yo quiera su serenata?

—Mera corazonada —explica sin vergüenza, alguna usando un tono burlón en su voz e inclinando la cabeza.

—Vayase de aquí, ¿No me oyó? —ordena ofendido, antes de cerrar la puerta con fuerza.

—Quieras o no vas a caer chiquito —masculla risueño por lo bajo, viendo con orgullo la puerta cerrada.

Está seguro de sí porqué tiene tácticas y trampas para enamorar a alguien y no se va a rendir tan fácil, menos por quien es a quien pretende.

Pues claro, sería tonto rendirse sin siquiera haber intentado, y ese era su plan. Si salía, sólo si salía victorioso el premio sería algo, bueno, alguien que valiera completamente la pena. Tanto como para tirar a la basura su carrera artística por él.

Y así, pasaron los días y Jorge se veía cada vez más conquistador con Pedro, le hacía regalos, cartas y lo seguía halagando con serenatas a media noche en su ventana cada que había manera. Pero Pedro siempre lo ignoraba, no importará lo que hiciera.

Una de esas noches el pretendido no estaba de humor para escuchar sus canciones, es por eso que se dirigió al baño decidido, tomó una cubeta, la llenó con agua hasta el borde y abrió la ventana sin aviso.

Por un momento, Jorge se había emocionado, había sentido que por fin había sido correspondido, pero sus ilusiones se vieron rápidamente empapadas, así como su guitarra y sus prendas de vestir.

—¡Última vez que lo veo aquí! —gritó Pedro, ahora con la cubeta de vacía en las manos—, ¡La próxima no respondo!

Pero Jorge en vez de enojarse se echó a reír y sacudió la guitarra para sacarle el agua de adentro, se dio la vuelta y dejó un caminito de charcos en el trayecto de la casa a su camioneta.

Aunque... ¿Por qué tanto despecho?, ¿Por qué tanta frialdad?, ¿Qué hizo Jorge para recibir estos tratos?

No tiene idea, de hecho ninguno de los dos sabe el porqué, en especial Pedro. A lo mejor todo eso era quizás porque creía que Jorge era el típico mil amores todas mías que te desechan a la primera oportunidad que tienen, no tenía necesidad en perder el tiempo, por lo menos no de nuevo.

Querencia PasadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora