Jaemin era conocido por ser un cabrón.
Se metía en cualquier pelea que se le pusiera en frente, masacrando a quien fuera que estuviera involucrado en ella.
De un tiempo hacia adelante había tenido esa necesidad de descargar su frustración en la cara de algún idiota que fuera lo suficientemente estúpido como para desafiarlo. La sensación de la adrenalina recorrer su cuerpo tenso, esperando el contraataque, teniendo unos reflejos que bastaban para esquivar cualquier golpe, casi como una burla.
Esa convicción que tenía enterrada en lo más profundo de su ser sumada a su especial personalidad se habían vuelto su arma más grande a la hora de pelear.
Definitivamente era un bastardo antipático.
Aunque, esta afición violenta que el chico tenía no lo convertía en un loco, no era un asesino en serie ni mucho menos un mafioso con poder o conexiones como muchos le hicieron parecer, ni siquiera hacía esto por gusto, o al menos así era en un principio, para Jaemin estos rumores eran una estupidez, la gente se había encargado de crearle múltiples personalidades como si fuera un personaje del cuál tuvieran autoría, nadie sabía cómo era realmente, solo conocían al Jaemin sudoroso y ensangrentado, al despiadado, al que soltaba golpes y hacía dientes volar.
Pero esto léjos de molestarle, le agradaba de cierta forma; que cada quién crea lo que quiera creer.
El rubio se dirigía ahora a lo que sería el tercer encuentro que tendría en la semana, ignorando el inminente dolor en su cuerpo y el descanso que éste le pedía a gritos.
Iba a un ring. Un verdadero ring.
Tan solo adentrarse en aquella construcción de lámina y concreto pulido se podía sentir ese ambiente que tanto le fascinaba, el barullo de la gente, el aire fresco que soplaba dentro gracias a las grandes rendijas que se encontraban en la parte superior del lugar, el olor a sangre, sudor y algunos otros fluidos que era posible soltar en una pelea, pero sobre todo, la emoción con la que la gente celebraba la victoria del luchador, como podían sentir en carne propia la dicha de haber salido vencedores, la emoción de gratificación envolvía todo el lugar y Jaemin se sintió tan ensimismado que por un momento creyó poder hacerse uno con el ambiente.
La pasión de la pelea había surgido en Jaemin más bien como una necesidad.
Las calles heladas, los callejones húmedos, los depredadores que te acechaban y que si te descuidabas, podrían devorarte como si fueras una débil presa que solo sirve para saciar la sed de sangre del mundo salvaje en el que vivimos.
La vida es diferente para cada persona que habita en el planeta, para algunos es el paraíso traído desde el cielo especialmente para ellos, pero para otros no es más que una sentencia de muerte premeditada, una jaula cuyo metal es tan fuerte que ni con todas tus fuerzas podrías llegar a romper.
Jaemin decidió aprender a vivir en su jaula.
Esa jaula era nada más y nada menos que un estúpido invento superficial de esclavitud moderna. Una deuda. Aunque no se arrepentía de haber hecho lo posible por salvar a su madre, y nunca lo haría.
Sabía que la vida era difícil y por eso decidió dejar de ser la víctima de su propia historia. Porque cuando te encuentras solo no puedes darte el lujo de esperar a que alguien llegue y te proteja de todo el mal que habita a tu alrededor y del que ni siquiera tú estás consciente.
Era pelear o morir, y en esas circunstancias tan oscuras no te queda de otra, aunque no parecía importarle el contexto.
No mientras pudiera seguir peleando.
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punch - nomin
ActionQuién diría que un húmedo y oscuro callejón significaría el inicio de una historia. Para Jeno y Jaemin sí. Y mucho más que eso. ------------------------- ☆ no espero q esta historia sea la mejor que hayan leído en su vida pero que al menos la disfru...