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Sé que la mayoría de personas no va a creerme. Es que mi relato les parecerá inverosímil y fantasioso, y que mi encierro en este manicomio solo profundizará la duda en quienes lo lean. Pero me temo que no hay mucho que pueda hacer al respecto.

El mundo se ha convertido en un lugar lleno de escepticismo e incredulidad, y nadie escucha a aquellas personas extraordinariamente sensibles cuando hablan sobre hechos sobrenaturales que escapan a cualquier explicación racional.

Y sin embargo, sé que algunas personas entenderán que, si bien nuestra percepción está limitada a cinco sentidos, eso no quiere decir que el mundo se ciña solo a estos.

Existen cosas que están más allá del entendimiento y la capacidad sensorial del humano, aunque el mundo tache de "locos" a aquellos que logran atravesar el velo de la percepción humana.

Me llamo Zhang Hao, y he sido, desde niño, un soñador y un visionario. Vengo de una familia de fortuna, por lo que nunca me vi en la obligación de trabajar o buscar mi propio dinero por mi cuenta, no era necesario.

Fui desde pequeño un chico solitario, negado para la escuela e incapaz de establecer una vida social fluida. Por ello, mi mayor pasión fueron los libros y los paseos en soledad. Pasé toda mi juventud sumergido en libros antiguos y raros, extraños para el ojo crítico público, deambulando por los campos y arboledas de los terrenos de mis padres, que antes pertenecieron a sus antepasados.

Me siento tentado de contar sobre lo que vi y viví junto a una persona durante esos paseos, y los increíbles descubrimientos que hice cuando leí los libros que menciono, pero me temo que eso solo serviría para avivar la duda de los escépticos y confirmar las acusaciones falsas que dicen sobre mí los enfermeros que me rodean.

No, no. Lo mejor será limitarme a contar los hechos y no indagar más en las causas de estos.

Como ya he dicho antes, fui siempre un niño dado a la fantasía, propenso a explorar los alrededores de la casa familiar en busca de algo nuevo que captara mi atención e interés. No muy lejos de casa, se sitúa una hondonada boscosa que pronto se convirtió en mi lugar favorito para pasear y pasar el rato en compañía de alguien especial.

Allí podía leer con tranquilidad, o simplemente abandonarme a la ensoñación y la reflexión mientra oía historias y relatos que aumentaban mi interés. Había dado mis primeros pasos en sus laderas y vivido mis primeros años de adolescencia entre sus robles altos y de raíces retorcidas.

Y allí también encontré la tumba abandonada perteneciente a los Sung, una familia antigua, cuyo último descendiente había sido enterrado allí junto a su pareja muchos años antes de que yo naciera.

Nunca olvidaré la primera vez que vi esa tumba. Fue en un verano apacible, en que las hojas habían brotado en los árboles del bosque y el aroma de la tierra tenía una cualidad antigua y majestuosa.

Tenía solo diez años, pero aún a esa edad había visto y oído cosas que algunas personas pasan su vida entera sin siquiera saber que existen. Había estado paseando por entre las arboledas cuando, tras abrirme paso por entre unos arbustos, me encontré de pronto en la entrada de la cripta.

Había sido excavada en la ladera, y solo su entrada resultaba visible. Estaba hecha de granito y lucía deteriorada y desteñida por la luz, la humedad y el temible tiempo. La puerta, hecha con una piedra gigantesca y aparentemente muy pesada, yacía entreabierta pero bien asegurada con cadenas y candados de hierro, colgada de bisagras oxidadas y completamente devoradas por la maleza.

A decir verdad, la tumba no despertó sensaciones fúnebres o tristes en mí a pesar de que sabía ya mucho sobre tumbas y sepulcros, aunque por mi personalidad solía evitar los cementerios y lugares de entierro, o lugares llenos de gente en general.

Más bien diría que el sitio me causó curiosidad e intriga: la puerta de piedra yacía entreabierta y al acercarme para tratar de observar con cuidado su interior, percibí un sutil aroma a humedad y frío.

Aquello fue suficiente. Ese momento fue el que dio inicio a un deseo tan irracional como desmedido que se iría apoderando de mí lentamente hasta traerme a este espantoso encierro para nada deseado.

Estaba todavía contemplando la tumba cuando de pronto una ansiedad se apoderó de mí, como si una voz hubiera surgido de la foresta, impulsándome a entrar en la tiniebla de la tumba. El día ya había dejado paso a las primeras nubes sombrías en el cielo veraniego y, bajo la luz de la tarde, intenté sacudir las cadenas herrumbrosas, que lamentablemente no cedieron.

Luego, traté de pasar a través del espacio que había quedado abierto, y aunque era delgado, no conseguí ingresar. Un frenesí súbito se apoderó de mí, y ya entrada la noche, volví a casa jurándome que algún día, costara lo que costara, lograría ingresar a la oscuridad inescrutable de la tumba y acudir a su llamado.

Poco después de contarle este episodio al médico que se ocupa de mi caso, me enteré de que este le comentó a uno de mis visitantes que esa decisión no era sino el inicio de una monomanía. Sin embargo, dejaré que seas tú quien decida si creerme o no una vez que haya concluido con mi relato.

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𝐓𝐔𝐌𝐁𝐀 𝐃𝐄 𝐀𝐌𝐎𝐑 ❧ 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora