12/Vyrril/Bosque de Maine

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Abrió los ojos de nuevo y estos se toparon con las llamas del fuego.

La fogata, aunque pequeña, la mantenía caliente y, pensando que todo no había sido más que un terrible sueño, se incorporó, pero el dolor a su costado le recordó que todo lo vivido era cierto.

La fría noche cae por igual

buscando entre las sombras.

Hijo o hija del lobo del dios

aullarás esta noche.

Aquella era la voz de una mujer. Comenzó a mirar hacia todas partes buscándola, pero no podía ver más que árboles.

Aulló, aulló, el lobo aulló

Reclamando así su destino.

Estiró la mano para buscar su espada, pero no la encontró.

Aulló, aulló, el lobo aulló.

Cuando la noche es oscura.

De repente cayó en cuenta del sonido de la tierra. Hojas secas y ramitas se partían cerca de ella, y eso significaba que alguien caminaba en su dirección. Llevó la mirada hacia la zona que indicaba el sonido y escrutó la ruta señalada por los arbustos y los árboles.

Una mujer apareció entonces. Iba vestida con una túnica gris y una capa del mismo color que cubría su cabello. Era de piel blanca, muy blanca, y los ojos eran tan azules que le recordaron a Vyrril el brillo de las estrellas. Una vez más intentó levantarse, pero antes de lograr moverse, la dama sacó de su espalda la espada de Elara y con ella la señaló.

El reino de los hombres llegará a su final,

él ha venido de nuevo.

Una guerra más el destino dará,

marcando el final de una era.

Aulló, aulló, el lobo aulló

Cuando la noche es oscura.

Caminó hasta llegar a Vyrril y se puso de rodillas quedando a su altura.

Aulló, aulló, el lobo aulló

Cuando la noche es oscura.

La dama, en un rápido movimiento, le dio la vuelta a la espada y dejó la empuñadura en dirección a Vyrril, quien, con la mano temblorosa, la tomó.

El lobo vendrá y el trono caerá

En una última noche.

El mal vendrá con guerra y dolor.

El fuego dará el golpe mortal.

Tenía un rostro hermoso y sereno. El más hermoso que Vyrril jamás hubiese visto. Una suave sonrisa se formó los labios de la mujer mientras estiraba ambas manos para tomar la cara  de Vyrril.

Aulló, aulló, el lobo aulló

Cuando la noche es oscura.

Aulló, aulló, el lobo aulló

Pues a la guerra nos guía.

Terminada la última estrofa de su canción, se acercó más a la morena y besó su frente.

Vyrril no sabía qué pensar de aquel encuentro. No sabía si debía tomar la espada y defenderse, o esperar a que la dama misteriosa hiciera el primer movimiento.

―No tienes nada que temer, Vyrril Ryng.

La aludida abrió la boca y la cerró de nuevo.

―No hay mucho tiempo, la profecía fue cantada. La cacería de los reyes comenzó. Un nuevo guardián debe levantarse, junto con el legítimo señor del fuego.

Los Guardianes de MyrrotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora