Capitulo 3

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No pude asistir al entierro, no me atreví, era una cobarde pero no podía. Todos lloraban, yo no. Sin importar cuanto lo intentaste y lo peor es que me sentía morir. No obstante, mis sentimientos se negaban a desbordarse, así que simplemente me quedé sola en la casa de los abuelos mientras se hacía la ceremonia y todo lo demás.

Después de dormir un poco y despertar comenzó mi etapa de negación en cuanto a todo. La muerte de mi abuela y el paranormal suceso que había vivido la noche anterior. Todo eso era irreal, por supuesto que todo era un sueño, una estúpida pesadilla. Pronto despertaré y tomaré el primer autobús para ver a mis abuelos, sanos, vivos.

No obstante, la parte menos racional de mí, esa que siempre me metía en problemas tenía buenos argumentos en mi contra. Peleando entre lo real y lo subconsciente me vi caminando instintivamente en busca de compañía a aquella habitación.

Dudé al girar la perilla, no queriendo aceptar los hechos, estaba volviendo a ser una cobarde. Bajo ese pensamiento, tomé el valor que me faltaba para empujar la puerta e ingresé, esta vez, coloque un objeto para obstruir la entrada y no quedar atrapada de nuevo.

—Vaya, así que has vuelto, tengo que ser sincero, pensé que jamás volvería a verte las narices por aquí.

No sabía si sentirme triste o aliviada, lo que sí pasó es que se fueron por completo mis esperanzas de estar en alguna ilusión

—Debería irme, no creo que mis padres acepten nuestra amistad.

—Entonces por qué estás aquí —me dio una sonrisa muy tierna y por supuesto que intente regresársela

—Bueno, digamos que lo que no saben no les hará daño—

Y así empezó nuestra rara relación, a causa de todas las cosas mis padres tuvieron que regresar a la ciudad por sus trabajos, tengo que decir que hasta yo me sorprendí cuando me negué a regresar con ellos. Al principio no estaban convencidos, después mi abuelo dijo que necesitaba algo de compañía y accedieron a dejarme cuidar de él.

Había olvidado lo divertido que era vivir en el campo y aunque el abuelo estaba visiblemente mal por la partida de su alma gemela, siempre encontraba formas para levantarnos el ánimo a ambos y pasar un buen rato.

Desde el día del entierro, el abuelo tenía la costumbre de ir al panteón a llevar flores cada tarde, se acompañaba de unos vecinos que tenían la misma costumbre desde que su hijo falleció. Yo aún no había sido capaz de pisar ese lugar y mi comprensible abuelo parecía entenderlo por lo cual no me presionaba.

Era en esos momentos donde la casa estaba sola que corría a la habitación para pasar el tiempo con Daian, el amigable espíritu del espejo, e incluso, en ocasiones, cuando no podía dormir, pasaba las noches en esa habitación.

—Tarde o temprano vas a tener que afrontarlo Andrea, quizá tu abuela aún está esperando a que la despidas.

Lo sabía, y tenía miedo de que por mi culpa su espíritu no hubiera podido descansar como es debido, pero aún no era tiempo.

—Aún no estoy lista.

—¿Cuándo lo estarás? En un día, una semana, un mes, un año, cuando exactamente.

—No lo sé.

—Ann hay ciertas cosas en las cuales necesitas tomar toda tu determinación para afrontar las cosas, mientras más lo retrases, más te va a doler. Porque esas tareas nunca se van, solo se atrasan y para mala suerte no siempre se puede vivir huyendo o las cosas de las corremos. Tarde o temprano nos encontraremos y no estaremos preparados para afrontarlos.

Me estaba comenzando a irritar, en tres semanas había estado evadiendo el tema, pero ese día él estaba más insistente de lo normal.

—Estoy seguro de que tu abuela quiere verte, porque te amaba mucho.

El espejo de la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora