Duxo paseaba a través del bosque durante la noche, había oscurecido más rápido de lo normal, o al menos era lo que sentía. Solo había salido para recolectar un poco de comida y de pasada explorar un poco el solo, nunca es tarde como para descubrir nuevos lugares.
Aunque el tiempo perdido también fue producto de su memoria. Duxo es un poco olvidadizo, a veces puede llegar a olvidarse incluso de lo que a echo minutos antes. Pero como Aquino solía decirle, "no importa que tan distraído seas siempre y cuando tengas tus metas gravadas".
Caminaba entre los árboles cuidando que las hadas no le robaran, esas criaturas a pesar de ser bonitas eran un dolor de cabeza a la hora de explorar. Sintió como su mochila perdía peso repentinamente, volteó la mochila procurando tener todo lo que tenía en ella. Salió corriendo detrás del hada que momentos antes estaba tras de él. La maldita le había robado todo el oro que traía.
Duxo enojado con los pequeños seres los perseguía hasta lograr conseguir lo que en primer lugar era suyo.
Correteaba a la luz flotante quien se reía divertida, algo hizo click es su cabeza y soltó una ligera risa malévola, su amigo Aquino le encantaba experimentar con magia y tenía un vago recuerdo de él quejándose de que le faltaba polvillo de hadas y esa fue la excusa perfecta para matar a las moscas con brillo. Normalmente él al ser buena persona (según sus palabras) jamas mataría criaturas así de la nada, tendría que tener un motivo para matarlas y en este caso, si que había uno. Después de estar unos pasos más cerca de aquella luz, saco su espada y empezó a corretear a algunas que estaban por ahí intentándole robar, las hadas quienes escapaban del pelinegro por miedo a ser atacadas volaron en dirección al agua donde sabían que el pelinegro tardaría más en atraparlas.
Después de una larga carrera Duxo logró atrapar a unas y quedarse con el polvillo que dejaban caer después de su muerte, él cual lo guardó en un pequeño frasco en su mochila (que por cierto Aquino muy amablemente se la regaló) y se sentó durante unos minutos para descansar, aunque la oscuridad absoluta no tardaría en llegar.
Volvió a partir y esta vez a una isla vecina donde encontró una cueva y ahí vio unas gemas de un blanco brillante, y nuevamente recordó la imagen de Aquino quejándose de su pico, al parecer no tenía las gemas indicadas para poder reforzar su preciada herramienta. Sin pensarlo dos veces sacó su pico y pico las gemas brillantes que momentos después las guardo en su tan preciada mochila.
Y de nuevo Duxo retomó su caminar mientras procuraba no ser visto por algúna criatura peligrosa que ande por ahí merodeando, caminaba con rumbo a su hogar. Se quedó quieto de golpe y procuró siquiera hacer ruido al respirar, un dragón descansaba sobre el pastizal del campo. El foco imaginario de su cabeza brillo al recordar como Aquino amablemente le pedía llevarle sangre de dragón, al estar este dormido se acercó poco a poco en silencio y sacó un frasco extrayendo la sangre del animal, al terminar guardó sigilosamente el frasco en su mochila y caminó despacio procurando no despertar a semejante ser.
Camino y camino, no le quedaba mucho camino para llegar a su hogar que con mucho esfuerzo, logró construir junto a su mejor amigo. Vio el horizonte con nostalgia, tal vez queriendo recordar algo que estaba borroso en su mente, vio un cementerio al bajar la mirada y relacionó ese recuerdo perdido con las palabras alguna vez dichas por el castaño. Aquino siempre le pedía que fuera por unas flores de un peculiar color negro carbonizado, no lo pensó más y nuevamente se desvió de su camino, mató a los fantasmas que lo molestaban y le impedían hacer su trabajo y al meterse al pequeño cementerio encontró lo que buscaba, unas flores negras con espinas venenosas por lo que había escuchado a Aquino decirle. Tomó las flores y cuidadosamente las guardó en el bolsillo de su mochila.
Duxo reconocía el camino y sabía perfectamente que estaba apunto de llegar, miraba el camino y unas extrañas ganas de llorar lo invadieron, aquejé no entendía el porqué. Volteó su cabeza hacia los bordes del camino ya adaptado para su uso, y vio algo que le llamó la atención. Eran setas y una vez más recordó, su mejor amigo le encantaba hacer hechizos con esas cosas las cuales tenían un peculiar aroma asqueroso a su olfato, aunque poco lo importo. Nuevamente se desvió de su ruta y recolectó todas las que pudo cargar, para nuevamente guardarlas en su mochila ya con mucho peso dentro.
Después de caminar durante un largo persino de tiempo, al fin llegó a su cálido hogar, tanto tiempo había caminado que ya se asomaba el sol en él horizonte, soltó un suspiro cansado ante esto, aunque Aquino lo dejaría dormir e incluso le daría algo rico de comer por tan largo viaje, él ojilila sabía que cuando él estaba dormido, él castaño iba solo a recolectar materiales y no le agradaba para nada. Aquino a veces podía ser muy imprudente y en varias ocasiones (por no decir siempre) estaba casi al borde de morir, y para eso estaba Duxo durante sus viajes, para protegerlo a toda costa de cualquier cosa que quisiera dañarlo.
El azabache se acercó lentamente a lo que ve, es su casa ya que el cansancio lo mataba, se aseguró de tener todo lo necesario en su mochila y al comprobarlo abrió la puerta de su hogar y no encontró a nadie tras la puerta, esperando ver a un adormilado Aquino en las escaleras tras la entrada, esperándolo y al verlo le gritaría el porqué de su tardanza para luego abrazarlo. Preocupado, busco y busco y no lo encontró, Aquino no estaba en aquel lugar y pensó un poco, "¿Donde se habrá metido este webon?" Busco incluso fuera de la casa y no lo vio, volvió a entrar en aquella solitaria vivienda e intento recordar, mas no encontraba una explicación razonable.
¿Por qué la casa se sentía con un aura deprimente? Se pregunto mentalmente el chico de abrigo de paloma, "Tal vez salió a buscar algo sin avisarme" razonó el azabache pero algo no cuadraba, Aquino no se iría sin al menos dejarle alguna nota por algún lado. Comenzó otra búsqueda por toda la casa, encontrando nada.
Aquino no aparecía y eso lo comenzaba a preocupar, cada vez se sentía más nervioso al no encontrar a su castaño.
Entró de golpe al cuarto frío de su compañero y justo en ese momento una ola de recuerdos lo azoto violentamente. Su corazón se oprimió y sintió como si una daga hubiera sido clavada en su pecho, soltó unas lágrimas ante su dolor.
Porque si, Duxo es muy olvidadizo o al menos eso es lo que dicen sus amigos, aunque es un detalle sin importar ya que no es ningún peligro para ninguna persona con la cual convive.
Al ser tan olvidadizo es común que a veces llegue a olvidarse de detalles importantes.
Duxo siempre que va a explorar el bosque solo, en el camino va recolectando materiales qué tal vez le podrían servir a su mejor amigo del cual sigue enamorado secretamente después de tantos años (y recuerden no decirle o Duxo estará avergonzado) pero siempre al llegar a casa de sus largos viajes, se olvida de un pequeño detalle el cual siempre que logra recordar, su corazón se rompe en miles de pequeño pedacitos.
Porque si, Duxo es muy olvidadizo y a veces olvida recordar un pequeño detalle.
Aquino esta muerto.
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🫧 • ᴏʟᴠɪᴅᴀᴅɪᴢᴏ || Duxino
FanfictionDuxo siempre que va a explorar el bosque el solo, en el camino va recolectando materiales qué tal vez le podrían servir a su mejor amigo pero hay un detalle uno sin importancia, Duxo es un poco olvidadizo.