"Hey, Ayanokouji-kun, ¿podrías levantarte un momento?"
Dije eso a mi compañero de clase, Ayanokouji Kiyotaka. Clase 1-D de preparatoria.
Él es un chico bien parecido: cabello castaño peinado hacia los lados, ojos castaños con un brillo de aburrimiento. En su vestimenta, lleva la corbata suelta y el botón superior de la camisa desabrochado, lo que le da un aire de informalidad. Probablemente, es mi único amigo.
Necesitaba su ayuda con cierto caso de un compañero de clase problemático y, como era la única persona con la que hablaba, recurría a su ayuda.
Este se encontraba acostado en su escritorio, con la espalda encorvada tomando la siesta.
Ayanokouji-kun se levanta y me mira con sus ojos indiferentes de siempre.
"¿Qué necesitas, Horikita?"
"Ya sabes lo que necesito.", respondo con una mirada firme.
Ayanokouji asiente levemente, sabía bien la problemática que pasaba en la clase; de hecho, fue quien me advirtió. Rápidamente estuve de acuerdo y le agradecí, pero eso es historia para otro momento.
"Me gustaría que me ayudaras, pero entiendo si no puedes."
Estaba llena de incertidumbre acerca de si aceptaría mi propuesta.
"Está bien, te escucho.", suspiré de alivio al escuchar que me ayudaría.
Con esto, le conté a Ayanokouji-kun lo que necesitaba.
Ni siquiera se como llegamos a este punto.
Después de eso, pensé en cómo llegamos a esta situación. Recuerdo cómo empezó todo.
Conocí a Ayanokouji-kun hace dos meses.
¿Fue en la ceremonia de ingreso?
* * *
Abril, 2015.
Ceremonia de ingreso.
Me subí al autobús, el cual estaba casi lleno de gente.
La mayoría de los pasajeros eran estudiantes de la misma preparatoria.
Sin importarme eso, me senté poco después y saqué mi libro "Crimen y Castigo". me sumerjo en temas de psicología humana, como la culpa y la redención, así como en conceptos relacionados con el castigo, que se presentan de forma inquebrantable en sus páginas.
Moví a un lugar la marca página y comencé a leer tranquilamente.
Bueno, tranquilamente si no fuera por el alboroto que pasaba en el autobús.
"¿No crees que deberías ceder tu asiento?"
Una señora, probablemente una oficinista, le dijo eso a un estudiante, de pelo rubio teñido, que estaba sentado en un asiento prioritario.
"Tú, ¿no ves que la anciana tiene problemas?"
La señora quería que cediera el asiento a la anciana.
En este autobús silencioso, su voz sonó como si hablara por un megáfono. Todo estaba muy callado, solo se escuchaban las sacudidas del autobús por los baches en los que pasaba.
"Esa es una orden loca, señora.", dijo el chico con una sonrisa
Bueno, bastante arrogante si me preguntaran a mí.
Aunque no soy quién para hablar de arrogancia.
Continuaron su pequeña discusión, pero me di cuenta de que, por su respuesta, no cedería y daría su asiento.
Rápidamente ignoré el asunto que no me concernía y seguí leyendo mi libro, siendo el ruido de esa discusión un ruido en blanco de fondo.
Mientras leía, me interrumpieron otra vez cuando alguien nuevo se metió en la discusión.
Era una chica con cabello corto color beige que era extranañamente familiar.
"Um... también creo que la señora tiene razón.", dio su opinión al muchacho.
"Esta vez es una chica bonita, al parecer tengo suerte con el sexo opuesto hoy."
Añadió un comentario desagradable.
"Esta anciana parece no poder mantenerse de pie, ¿podría ceder su asiento? Puede que no sea tu incumbencia, pero creo que contribuirías a la sociedad."
"¿Contribuir a la sociedad? Entiendo, es una manera de verlo, dar asientos a los ancianos puede ser una forma de contribuir a la sociedad. Desafortunadamente para ti, no estoy interesado en ello. Solo pienso en mi propia satisfacción. También recalquemos que este autobús está lleno de gente, me dices de dar mi asiento solo porque es un asiento prioritario, pero ¿no hay más personas en el autobús a las que pedir, como, por ejemplo, a las que se hacen los tontos y se mantienen en silencio? Déjame en paz. Si realmente se preocupan por los ancianos, no creo que importe eso de asiento prioritario esto o aquello."
Dio su opinión de la que estaba parcialmente de acuerdo, Yo, por otro lado no veía ninguna ganancia en dar mi asiento.
La chica, dándose cuenta de que sus intenciones no surtieron efecto, parecía que el chico arrogante ganó, pero no se rindió y usó la sugerencia del muchacho.
"Todos, por favor, ¿puede alguien dar su asiento a la anciana? Por favor, cualquiera."
Muchas personas al escuchar esto tenian expresiones vacilantes de dar su asiento otros hacian como que no escucharon nada.
Sinceramente me pareció una molestia, pero no critiqué su punto de vista esto por la sociedad dar tu asiento a un anciano es bien visto y moral.
Yo, naturalmente no pensé en ningun momento en dar mi asiento como los demás.
Antes de continuar mi lectura, por el rabillo del ojo, logré ver a un chico que me observaba, nuestros ojos se encontraron un momento.
"¡Ah, aquí tiene!"
Una mujer, sin soportar la culpa, se levantó y cedió su asiento.
Mientras le daban las gracias una y otra vez. Sigo leyendo, indiferente.
Unos minutos después llegamos a nuestro destino.
Guardo mi libro y me dirijo a la escuela, me recibe una puerta de piedra natural.
Los demás estudiantes bajaron del autobús, seguí el mismo camino.
Bueno, aquí estamos, Preparatoria Metropolitana de Educación Avanzada, una institución respaldada por el gobierno japonés. Se destaca por su impresionante tasa de admisión del 100%, lo que significa que cualquier graduado de esta escuela tiene la oportunidad de acceder a las empresas y universidades de sus sueños.
Aunque observo al chico que me miró en el autobús, decido no abordar el asunto y simplemente continúo mi camino al colegio.
Solo espera, no soy la misma chica que conociste, verás que te superaré y seré mejor que tú.
ESTÁS LEYENDO
La Sombra que logra Brillar
FanfictionHorikita Suzune, en una epifanía antes de irse a dormir, comienza a reflexionar sobre la relación que tiene con su hermano, Horikita Manabu, y logra percatarse de sus propios defectos. Con esto, decide inscribirse en la Preparatoria Metropolitana de...