Veo alejarse el coche que lleva a Gale y a Prim. A mi hermana y mi mejor amigo, camino al Capitolio, al lujo, cuando ellos han vivido en la absoluta pobreza. Y ahora viene lo más duro, verles en las pantallas sufriendo va a ser más difícil de ll que deseo. Ojalá Prim no hubiera salido, ella sólo tenía una papeleta, una entre diez mil; la suerte estaba de su parte, del todo, pero eso no bastó para nada. Y ahora va con Gale a una arena a pelear a muerte, cuando ella no se atrevía a cazar un pato. Recuerdo a Gale enseñándome a hacer trampas, riéndose cuando apuntaba mal con el arco y me enfadaba. Siento un nudo estrecho en la garganta que me obliga a jadear. Voy con mi madre a casa, una vez que estamos dentro sacamos del desvan la television. Esta llena de pólvo, ya que sólo la utilizamos para ver los Juegos Del Hambre porque el Capitolio lo impuso como ley. ''Perfecto" pensé, ahora además de tener que celebrarlos tenemos que ver como mueren. Mi madre enciende la television y aparece la cara de Prim en primer plano, asustada, con los ojos rojizos, hundida. Mi madre se hecha a llorar y me doy cuenta de que estos van a ser los peores Juegos, por lo menos para nosotras.
