dejame amarlo una vez más

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Tras la revelación, la música se detuvo. Aziraphale solo pudo tragar en seco. Esa no era la respuesta que él esperaba. Realmente, ¿cuál era la respuesta que él esperaba? Sus manos comenzaron a temblar. Cada maldita palabra que salía de la boca de los demás volvía más confusa la situación. Una esposa, Muriel, como su hija.

-Señor Fell, parece que decidió interactuar más con mi padre.

Aziraphale levantó la mirada, que aún estaba temblorosa y al borde del llanto, encontrándose con Muriel, quien tenía una mirada decepcionada.
-Muriel, mi estrellita, ¿cómo te fue?

Crowley se dispuso a abrazar a su hija.
-Bien, bien. Erick te manda saludos. Veo que el señor Fell le interesó el tema de mi madre.

A lo lejos, las dos dueñas del café miraban angustiadas. Maggie, con las cejas, le pedía a gritos que Nina se llevara a Crowley. La de pelo azabache solo pudo suspirar y dirigirse a la mesa donde una discusión estaba a nada de estallar.

-No te preocupes, cariño. Aziraphale solo estaba preguntando de manera... poco convencional.
Las manos de Aziraphale temblaban de manera exuberante. Su respiración comenzaba a agitarse. La mirada de la joven, al contrario del albino, era muy fría y penetrante.
-Anthony.

Una cuarta voz se presentó entre ellos, logrando que el ambiente se volviera menos tenso.

-¿Qué se te ofrece, Nina?
-Necesito ayuda con una cafetera que no me está funcionando.
-Tks.
Crowley chasqueó la lengua, levantándose del lugar.
-Estrellita, quédate aquí. No seas grosera con Aziraphale.
Este se acercó de manera juguetona.
-A menos que sea necesario.
-Rápido, Anthony. Es para hoy, princesa.
La figura de ambas personas sarcásticas desapareció por la puerta de la cocina.

El ambiente se volvía más y más pesado. Muriel decidió dar la primera frase.
-Arcángel Supremo, lo respeto mucho, pero creo que debería concentrarse únicamente en la misión que le mandó el Metatrón.
Muriel miró a otro lado, de forma indiferente.
-Yo solo quería hacer feliz a Crowley.

Una pequeña risa burlona salió de los labios de Muriel. Los ojos de Aziraphale se unieron con los de Muriel, demostrando algo de enojo ante la reacción. Con un pequeño milagro, logró que las personas a su alrededor no pudieran escuchar ni ver exactamente los movimientos de ambos.

Aziraphale dejó ver dos pares de ojos extras que llevaba consigo y mostró un semblante más serio.
-Muriel, ¿a qué se debe tu reacción?
Al ver a Aziraphale de esta forma, se sintió algo intimidada. Ella trató de mantener su posición firme, aunque le costara.
-Cómo quería hacer feliz a mi padre si usted solo huyó al cielo.
Aunque la mirada y postura de Aziraphale dieran a entender que se encontraba seguro y dominante, la realidad era otra. Él estaba vulnerable.
-Tú no lo entenderías, Muriel. Yo quería ir al cielo con él, que ambos fuéramos ángeles juntos. El cielo era nuestra mejor opción.
-El cielo, ¿la mejor opción para ambos?
La cara de Aziraphale se veía confundida.
-Pues sí, nada dura para siempre, solo la bondad del cielo.

Ambas voces quedaron en silencio, hasta que una risa irónica salió de los labios de Muriel.
-¿Tú en serio crees que el cielo lograría hacer feliz a Crowley?
La expresión facial de Aziraphale demostró lo desconcertado que se encontraba. Muriel notó esto y habló enseguida.
-El cielo lo haría feliz. El mismo cielo que lo obligó a caer por querer respuestas, el mismo cielo que buscaba acabar con todo lo que él amaba por querer ganar una guerra.

Los ojos de Muriel comenzaron a llorar un poco y su voz comenzó a elevar su tono:

-EL MISMO CIELO QUE LOS CONDENÓ A MUERTE, y el mismo cielo que me hizo sentir como si yo no fuera nada...

La voz de Muriel se quebró por completo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, su cabeza se dirigió hacia abajo donde los sollozos comenzaron a sonar. Aziraphale miró a la frágil Muriel que estaba ante sus ojos, una pequeña niña que tuvo que sufrir cosas que probablemente él entendía y otras que no. Con un pequeño chasquido de dedos logró aparecer un pañuelo, ofreciéndoselo a Muriel.

-Yo lo lamento, no quisiera imaginar por lo que pasaste, por favor solo déjame acercarme un poco más a Crowley, déjame amar a Crowley una vez más.

-Pero él ya no es el Crowley que tú conociste.

-Entonces déjame amar a esta nueva versión de él.

Los ojos de ambos revelaban dos cosas: una, que ambos habían sufrido mucho, y la segunda es que ambos querían a Crowley. Para Aziraphale era un amor profundo y el de Muriel era un amor paternal.

-¿Cómo saber si no le harás daño? Ponte en mi lugar. Él es el único que me ha tratado no solo con decencia mínima, sino que él me ha tratado con amor, con cariño genuino. Puede que la señora Nina y la señora Maggie también estén con nosotros, pero es diferente. En este mundo solo lo tengo a él, y él solo me tiene a mí.

El lado más vulnerable de Muriel salió a la luz. Aziraphale solo podía sentir compasión por la joven dama. Él tomó la mejilla de Muriel, limpiando sus lágrimas.

-Déjame intentarlo. Prometo no hacerle daño una vez más. Si no logro mi cometido... prometo dejarlo en paz.

-¿Lo prometes?

La expresión del mayor mostraba total sinceridad.

-Lo juro por mis alas.

Con un último chasquido de dedos, el milagro de Aziraphale desapareció junto con sus dos pares más de ojos. De la cocina salió el padre de la chica, con su camisa mojada de café y llena de granos.

-Papá, ¿te encuentras bien?

Una risa algo estruendosa sonó de la boca de la jovencita. Aziraphale solo miró esa escena con extrema ternura. Claramente, eran una familia que merecía una buena vida juntos.

Es la última vez que ayudo a la MALAGRADECIDA DE NINA!

Aziraphale no pudo evitar reír también. Crowley miró a Aziraphale. No podía negar lo atractivo que le encontraba en aquellos ojos azules, su cabello ondulado y su complexión, todo digno de un ángel. Estos pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de su celular que llevaba consigo.

-Bueno, hola, Anathema. Un encargo, déjame adivinar, aniversarios. Claro, yo me encargo.

Crowley colgó el teléfono y se dirigió a Muriel.

-Bueno, estrellita, tenemos trabajo que hacer.

Crowley tomó la mano de Muriel y observó por última vez al ser angélical que tenía frente a él.

-Nos vemos luego, Aziraphale. Espero verte pronto por mi florería.

-Nos vemos, señor Fell.

Aziraphale soltó un suspiro de alivio, podía tener un poco de paz.

-Wow, señor Fell, si su destino es ser padrastro, será el mejor.

-Bueno, señor Fell, si la librería no es suya... ¿dónde ha estado durmiendo?

Hola, hola, perdon por no subir cap, los parciales pudieron más conmigo q yo con ellos, espero q lo disfruten

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⏰ Última actualización: Oct 29, 2023 ⏰

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