Cuarto Menguante

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Aemond Targaryen jamás había encontrado una existencia tan fascinante como lo era Lucerys Velaryon. Había conocido montones de alfas en su longeva vida pero aquel simple humano no dejaba de sorprenderlo con sus acciones imprudentes y suicidas. El castaño solía recorrer las calles de la ciudad, buscando y cazando creaturas de la noche. Iba armado solo con un par de pistolas largas cargadas de balas de plata, las cuáles escondía disimuladamente entre su ropa del ojo común. Lucerys no provenía de alguna familia ancestral de cazadores o tenia un pasado trágico que implicara la muerte de un ser querido por la mano de algún espectro maldito. No, el joven humano había conocido de la existencia de los espectros nocturnos por accidente, una simple casualidad y fascinado por la adrenalina de acabar con la vida de los llamados "inmortales", es que se había impuesto aquella tarea tan peligrosa. Aemond lo había conocido por casualidad una madrugada que haciendo sus paseos nocturnos lo encontró mientras luchaba con una manada de hombres lobos. El alfa estaba rodeado y en una situación de clara desventaja. Pero este contrario a lo esperado, no se mostraba temeroso a la muerte más bien la recibía como una vieja amiga. Riendo maniáticamente y alentando a los lobos a atacarle. En un principio el quiróptero pensó aquel muchacho debía ser muy valiente o bastante estúpido para hacer eso y optó por dejarlos continuar sin involucrarse, pero cuando esos ojos esmeraldas se cruzaron con sus ojos violetas algo se conecto entre ambos. El omega platinado no supo en que momento su cuerpo se movió pero para cuando recobró el sentido ya había destrozado con fuerza el cuello de aquellos licántropos.

-Aemond, quiero verla-

-No, no puedes. La ceremonia del despertar de los antiguos sólo es para los inmortales. Si te llevó podrían asesinarte-

-No quiero ser eterno. No hasta que tu accedas a ser mío. Si lo prometes te dejare beber mi sangre y convertirme-

Aemond había tratado por meses persuadir a Lucerys que dejara de suplicar que fuera suyo. El castaño no parecía comprender las consecuencias de abandonar su humanidad. Ni siquiera parecía interesado en considerar todo a lo que renunciaría. El platinado no quería que se arrepintiera y lo culpará más adelante. Ya no sabía que hacer para que entendiera lo que estaba pidiendo así que simplemente suspiro resignado, cansado de pelear con su amante.

-Eres un idiota Luke, no debes despreciar tu vida-

-Nunca me ha importado. No tenía nada por lo que valiera vivir hasta que te conocí-

Aemond encuentra las palabras del humano encantadoras y aún si fueran mentira decide disfrutar de su atención. El hermoso omega se inclina para besar los suaves labios de Lucerys, los finos cabellos del platinado cosquillean en la piel del castaño quien aprovecha el avance de su pareja e introduce su lengua, abriéndose paso con urgencia. El quiróptero sonríe y muerde los labios del contrario saboreando el metálico sabor de la sangre del menor. Sus lenguas bailan y se entrelazan. Aemond jamás había disfrutado de entregarse de esta manera a sus deseos carnales, pero ahora es distinto y pese a sentir como se ahoga por la rudeza del torpe humano, se retuerce delirando de placer. Aegon solía decirle que "El beso de un vampiro es el mayor clímax de placer que un humano podría experimentar" últimamente se cuestionaba si no era a la inversa. El alfa humano a su vez se regocija con la magnífica vista que tiene frente a él, era fascinante ver como se derrite en sus brazos aquel exquisito y delicado hombre. Es tan hermoso que a veces siente que esta cometiendo un pecado al poseerle, se siente indigno de él pero al mismo tiempo se siente orgulloso de ser el único que puede verlo temblar con su toque. El deseo de Lucerys no puede detenerse y sin perder el tiempo comienza a desnudar al omega. Su piel es fría, siempre esta helada pero sus cálidas manos disfrutan extrañamente de recorrerla. Aemond deleita de como el castaño desabrocha su camisa y desliza sus pantalones fuera de su cuerpo. Lucerys sube al delicado hombre a su regazo mientras se desploma sobre el sillón de la sala. Aemond sonríe y comienza a moverse tentando al más joven con su cintura. Luke sonríe en respuesta y toma las caderas del platinado guiándolo sobre su cuerpo.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2023 ⏰

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