♠ TREINTA Y SEIS ♠

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Puse reversa y saqué el auto del estacionamiento dejando a Ángel de pie con expresión confundida, avancé sin rumbo sobre el boulevard y decidí que ya había tenido suficiente de toda esa mierda porque cualquiera que fuera la decisión que tomara, más de uno saldría jodido.

Llegué al malecón y me estacioné mirando al horizonte. El mar estaba en calma, pero el cielo era un cúmulo de nubes grises que se amontonaban unas sobre otras haciendo que en la distancia se oscureciera rápidamente y el sol detrás de ellas hacía un intento inútil de alumbrar, pero su luz moribunda apenas era suficiente para hacerse notar, así que, poco a poco, las nubes colmadas de pesares ocultaron el atardecer, logrando que el día muriera lentamente hasta dar paso a un horizonte oscuro sin estrellas.

Quien sabe cuántas horas estuve ahí sin moverme, sin pensar demasiado. No estoy seguro de que era lo que esperaba de Ángel y creo que lo que sentí al verlo ahí con Megan, era pura decepción. Vi el video varias veces y era evidente que Ángel se había resistido todo lo que pudo, pero Megan era imparable y cualquiera, incluso yo, habría caído.

Ella era un demonio precioso.

Pensé en dejarlo todo atrás y tomar un avión para volver a Nueva York, empezaría de cero si fuera necesario y sería relativamente fácil volver a ser candidato para ser socio del bufete jurídico.

Pero ¿Y Bruno?

Volvería a dejarlo solo y con el cargo de conciencia de lo que había ocurrido con Ernesto. Además, Megan quizá continuaría con la venganza y no solo acabaría con Ángel, sino con todo aquel que se le interpusiera, Bruno incluido, Kendra, Judit.

Judit.

Otra hermana de alguien, jodida por el egoísmo de unos cuantos.

No había comido nada en todo el día y mi estómago comenzó a protestar otra vez, así que arranqué el auto y me fui a casa de mis padres esperando ver a Bruno.

Aparqué en el estacionamiento y ya la brisa marina se sentía oteando en el aire. Bajé del auto y entré en la casa sin avisar. Bruno y Melina estaban comiéndose a besos en el sillón y solo atiné a carraspear para avisar de mi presencia. Melina se puso pálida.

-¡Profesor! ¿Qué hace aquí? - Preguntó mientras se abotonaba la blusa con torpeza. Bruno puso los ojos en blanco y se llevó los dedos al cabello.

-Sigan, yo iré a prepárame un sándwich. - Dije siguiendo de largo hacia la cocina, la cara de Melina pasó de la sorpresa a la incredulidad.

-Es mi hermano. - Soltó Bruno por fin, azotando ambos brazos en el larguero del sillón.

Los dejé solos e intenté no escuchar su conversación mientras calentaba la pizza que estaba en el refrigerador y me preparaba un sándwich de jamón. Me senté a comer tranquilamente y luego de una media hora, ambos entraron por la puerta.

TE DESEO A TI (CENSURADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora