FAITH OF STEEL / FE DE ACERO

Parte 2 La Flor del desierto.

"(...) Existe un antiguo cuento popular en Farax, que se le imparte a los niños. Llamado: "el Ratón y el Halcón". La historia relata el anhelo del Ratón por imitar la majestusidad del Halcón, el pequeño roedor envidiaba como el feroz depredador surcaba los cielos y podía ir a donde le plazca. Así que un día, el Ratón impulsado por la necedad y la estupidez, se dejó atrapar por el peligroso Halcón.

El orgulloso depredador se percató de como su presa no había mostrado resistencia alguna a ser capturada. La inquietante tranquilidad del Ratón, hizó al Halcón preguntarse:

-"¿Pequeño ratón, por qué no temes por tu vida, por qué no suplicas por liberarte, por qué, capturar te dejastes?"- dijo el Halcón.
El Ratón, libre de arrepentimientos, así le dijo: -"Porque, volar al fin puedo. Ver el desierto desde tan alto, sentir el viento erizar mis bigotes, el corazón agitandose de la felicidad. Libre al fin soy, libre al igual que tú"-

El Halcón quedó estupefacto al oír eso pero rápidamente en carcajadas estalló por semejante sin sentido.

-"Ratoncito ¿sabes que te voy comer, sabes, que una vez en mi nido vas a perecer?"- le respondió, el cruel Halcón.

-"No me importa"- afirmó el Ratón: -"Será un honor"- afirmó.

El Halcón no creía lo que oía, pero evidentemente eso no lo convencería de dejar su comida. El vuelo del Ratón y el Halcón duró minutos tan largos como las horas, hasta que de repente, el Halcón por un disparo fue alcanzado. Un morador del desierto al Halcón dio muerte, un depredador mayor dando muerte a un depredador menor. El airoso cazador cuando se hallaba registrando el cuerpo de su victima, encontró al ratocito entre las garras, aún vivo. El Ratón es liberado pero el muy ingrato mordió la mano de su salvador. El cazador lo sacudió de su mano, dejandolo escapar.

El Ratón tuvo miedo por primera vez en toda esta locura de aventura. Sin mirar atrás, el recorrido de vuelta a su madriguera había emprendido. En su casa sus crías lo esperaban, hambrientas y asustadas. Pensando que su padre les había traído comida. En este preciso instante, el Ratón comprendió con vergüenza su error. El nido dejó y con prisa regresó, esta vez con comida. Ver a sus pequeños alimentarse, llenó con ternura su corazón, y comprendió, que no existe sueño más grande que le pudiese hacer abandonar el bienestar de sus hijos (...)".

Esto es solo uno de muchos cuentos que se les imparte a los pequeños niños de Farax, con la esperanza de no hacerles perder la inocencia. Con la esperanza de obsequiarles un futuro, donde puedan contar este cuento a sus hijos fuera de las trincheras...

Año 2399. En el planeta Farax se lleva gestando desde tiempos inmemoriales, una guerra por el control de los inagotables yacimientos de combustible del planeta. Compañías, mercenarios, piratas, incluso Países espaciales buscan su trozo del pastel. Una guerra que sufren sus habitantes constantemente, ya no saben lo que es la paz siquiera. Sin embargo, el Imperio Tecnocratico de Xekie ha despertado un gran interés en aprovechar Farax más allá de su combustible, sean cuales sean sus verdaderas intenciones, su incorporación en la guerra ha cambiado por completo el terreno de juego.

Un jueves y otro día más en la Rebelión de Guerrillas. En el interior de una arenosa "Pirámide búnker" los rebeldes Faracianos preparaban su siguiente ataque a una ciudad extractora ocupada por una de las tantas corporaciones anidadas en el planeta. Las Pirámides Búnker, son como su nombre lo indica, pirámides armadas hasta los dientes y cuarteles de la Resistencia local. Poco sútiles pero sí bien defendidos, haría falta un ejercito entero y la suficiente estupidez como para establecer un combate contra semejante fortaleza.

En el Garaje donde normalemente habría tanques o artillería, en su lugar se aloja un pacificador. Bueno, más bien el intento de uno. Feo, tosco, enorme y viejo, así se le podría describir al mech; era una artesanía hecha de piezas variadas y diferentes entre sí, que te hacen preguntar cómo puede funcionar sin averiarse por la inconvexidad de su diseño. Se trataba del as bajo la manga de la rebelión.