Capítulo 2 - Caprichosa

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- ¿Acaso no vas a aceptar la ayuda? -
Lauren abrió los ojos de par en par. Aquella chica lucía muy agresiva, metiendo su pie en medio de la puerta y el marco. No le quedó más remedio que volver a abrir la puerta, suspirando con fuerza. Detrás de la oscura y fornida madera, la extraña chica la aguardaba sonriendo.
- Entonces, ¿aceptas? -
La chica de ojos cristalinos se sintió derrotada. No quería, no sabía el por qué, pero en realidad se sentía oprimida con ella ahí. Era como un espejo roto: ella aceptaba todo, sin remedio, apenas podía negarse a lo que en realidad no quería; en cambio, Camila era todo lo contrario, y la dejaba definirla en una palabra... caprichosa. Si no tenía lo que quería, hacia berrinchito, y eso era lo que acababa de ocurrir.
Paseó los ojos por la curvatura de la chica de blusa apretada. Alto. ¿Qué estaba haciendo? Eso no era lo correcto. Revoleó la cabeza repetidas veces, a lo que Camila la miró frunciendo el ceño.
-¿Te encuentras bien?-
-¿Ah, eh? Ah... ah si, sí, claro. Ya... ya pasa.-
Dejó escapar el aire de sus pulmones abriendo levemente los labios, al ver cómo aquella chica decía wow y mencionaba que es hermoso a cada cosa que veía. Era insoportable, pero bonita, aniñada. ¿Bonita? No. Dejemos eso.
Camila caminó tras Lauren mientras ella subía las escaleras estilo rústico tapizadas de rojo. Caminaron por los amplios pasillos revestidos de laminados de papel que consideraba completamente cursis, y aniñados. Llegaron hasta la puerta, a lo que estiró la mano para abrir. Empujó la madera para dejar salir la cálida brisa del ambiente hacia afuera, y ambas entraron. La chica del moño miró todo boquiabierta, con una emoción particularizada. Lauren la contempló por segundos, y cuando estuvo lista para echarse en el sofá, el timbre sonó.
- Ding, Dong... hermosa tonada, ¿eh? - confesaba riendo la chica de oscuros ojos. - En realidad, la odio. -
- ¿Ah, si? - comentó sorprendida la otra. - Yo también. -
Camila volvió a reír con inocencia, a lo que Lauren entrecerró los ojos. El tono y la forma en que lo hacían eran claves... la chica estaba ahí por otra cosa, no pretendía nada bueno.
Se giró sobre los talones, y justo cuando estuvo por irse, entraron. La dueña de casa abrió los ojos de par en par, sorprendida y furiosa a la vez. Y allí se encontraban, la rubia Michelle y sus demoníacos hermanos. Y sí, eran los malcriados que estaban lanzando piedras a la ventana. Uno de ellos, quien parecía ser mayor, con unos abrillantados ojos verdes, despeinado, facciones de niño bonito, una camisa a cuadrados bastante cara, jeans oscuros y zapatillas adidas; abrió los ojos un poco para cruzarse con los de Lauren. Tenía una expresión de w...woow... gritando en su rostro, mientras se encontraba petrificado sin quitarle la mirada de encima a la dueña de la casa.
El otro tenía el cabello hacia arriba, los ojos azulados y los labios finos. Vestía lo mismo que su hermano, pero llevaba una campera negra de cuerina por sobre la camisa.
- Te odio Michelle... - canturreó ese con los ojos entrecerrados, y el ceño fruncido.
- Diablos, que eres pesado Ezequiel, tú fuiste el que rompió la ventana, ¡no yo! - la mayor se encontraba exhausta, Lauren pudo notarlo a kilómetros.
- Oh, Ezequiel, qué malaprendido eres. Soy Castiel, encanto me causa mirarla, señorita... ¿me permite saber su nombre? - aquel muchachito se acercó, los cristalinos ojos de la dueña de casa se encontraban tan abiertos debido a la sorpresa... ¿qué le pasaba al niño?
- ¿Qué te picó a ti? - la mujer rubia arqueó la ceja al ver las actitudes que tomaba su hermano. El sujeto se acercaba a Lauren exhasperadamente, cuando la mano pálida de su hermana lo tironeó de nuevo a la antigüa posición. - Perdónalo, es un tonto... -
- No pasa nada, soy Lauren. -
- Bueno, bueno, ahora que nos conocemos, y el vidrio está reparado, a concretar el trato con los salvajes. -
Camila se asomó tras el hombro de la pelinegra. ¿Había reparado el vidrio? ¿Tan rápido? Impresionante. De reojo lo observó... ¿como había hecho para que quedara liso, en tan poco, y tan perfectamente? Sus pensamientos, sumándose a las actitudes de Camila, hicieron que en su rostro denotara cierta incomodidad, en especial cuando pasó sus manos y las acomodó en su cintura.
Se sentía bastante invadida, en especial con las manos de aquella loca chica allí. Eran manos cálidas, suaves, pero... no. No era ese el problema, el problema era que se había adueñado de una confianza que Lauren no le había brindado. Aún... ¿Eh? ¿Luego de todo eso? Que lo olvidara, jamás le brindaría amistad a una caprichosa como ella.
- Bien... ustedes no dicen que se escaparon de casa, y nosotras no decimos que rompieron el vidrio y lo arregló Cami, ¿les parece? -
Michelle trató de ser bastante amable, pero el chico Ezequiel terminó por agitar su campera de cuerina con brutalidad, y miró a las 3 mujeres en cuestión.
- Olvídenlo, no somos estúpidos, esto no nos beneficia en nada. Podríamos decirle a mamá que no nos cuidaste bien, sería todo a cargo tuyo... ella sabe cómo somos, tú eres una descuidada... tan simple como eso. -
Diablos, era un niño bastante malo. Dejó a todas perplejas, pero Michelle no parecía sorprendida. Camila se cruzó de brazos, y caminó lento, hasta quedar junto a Lauren, quien se encontraba tan sorprendida por la respuesta de niño... después de todo, sí eran demonios.
- Olvídalo, mamá sabe que soy responsable, y lo que son ustedes... no hay alternativa, tendré a las chicas de testigos, sin contar que ustedes... ¡se escaparon! No olvides ese detalle. -
Una sonrisa maliciosa se dibujó en el rostro de la rubia, mientras se cruzaba de brazos y estiraba la pierna.
- Tampoco olvides que escupiste mis Jeans. -
- ¿Y qué, vas a hacerles una prueba de ADN? - el chico arqueó la ceja, desafiante.
- Buena idea... raro viniendo de tí, pequeña criatura del mal. - su hermana rió, parecía tener un intelecto bastante alto, pero también parecía saber usarlo para mal.
- Hm... nada queda entonces... vamos, Castiel, dejemos a este trío de hurracas, jugemos a la Play. -
Sin más tiró del brazo de su hermano, quien aún se encontraba estudiando a Lauren con la mirada, con detenimiento y concentración. Al ser tironeado por el otro, no tuvo más que ceder, y ambos salieron de la oficina sin refunfuñar. Michelle soltó un suspiro, lucía aliviada. Camila se rió, y entonces Lauren las miró a ambas con un poco aún de confusión.
- ¿Qué les parece si nos divertimos? - la chica que había tomado abusivamente la confianza de la dueña de la casa entonaba palabras con emoción.
- No lo sé... Lauren, ¿puedes salir? - la rubia la miró, ofreciéndole una sonrisa.
Los ojos cristal de la chica pasearon por la sala, y se clavaron en los papeles sobre la mesa. Eso era una excusa perfecta. Con eso podía salvarse... con eso podía quitarse aunque sea por el resto del día a aquellas chicas.
- No puedo... debo terminar con eso. - señaló los papeles con la cabeza.
Ambas acompañantes se giraron, a ver ese revoltijo de hojas que esperaba en la mesa. Comenzaron a aproximarse, cuando Camila pegó pequeños saltos, hasta tomar un papel. Lo leyó sin darle tiempo a los números, y una risa dulce salió de su boca.
- ¡Son de contabilidad, Mish, tú puedes hacerlos! -
- ¡Claro que no! Yo te dije que estudio otra cosa, bobis. -
La de apodo de gato se acercó y le arrebató el papel de entre las manos. Lo leyó cautelosa, mientras llevaba su dedo índice izquierdo directo sobre la hoja.
- ¿Organizas cuentas en general, o sólo las tuyas? - le preguntó mientras sacaba sus ojos mieles del papel para dirigirlos a ella.
- No... sólo mis cuentas... son los gastos del año anterior, tengo qu-
- Que totalizarlos, y calcular los valores predeterminados de las cuotas que no fueron pagas aún de los encargues como... - paseó su dedo por la hoja. - ¿un TV LDC de 48"? Es fácil, puedo hacerlo con los ojos cerrados. -
- Entonces hazlo, ¿qué esperas? -
Camila la tomó por los hombros, y la empujó a la silla. Logró que la rubia se sentara, y le puso todo el desaste de papeles entre manos.
- ¿Quieres que haga esto, Lauren? -
No parecía segura, y ella tampoco lo estaba. La dueña de casa estaba confundida, ¿qué clase de chicas eran esas? No había pronunciado una sola palabra desde que ellas habían entrado a la casa, y se habían adueñado de todo en menos de un día. No eran chicas normales, ¿quiénes eran? Estaban arrebatándole todo, la forma en que se comportaban, cómo hablaban, cómo vestían, cómo hacían las cosas... le incomodaba, pero también le agradaba.
La mano de Camila tocando la suya la trajo a la realidad a golpes, mientras sentía arder sus mejillas. Le apretó fuerte la mano, a lo que Lauren la miró con los ojos abiertos de par en par. Aquella muchacha tenía una sonrisa traviesa, y mientras le guineaba un ojo, tiró de su brazo. No tuvo más opción que caminar tras el hiperactivo cuerpo de Camila. La empujó al igual que a Michelle, contra la silla, en un recobeco que la otra había armado. Ambas compartían la silla, mientras la rubia se encontraba concentrada en ordenar los papeles por mes. Luego de eso, la revelde se sentó en las piernas de Lauren, y puso las suyas sobre las de Michelle.
¿Qué?
No. ¿Acababa de sentarse sobre ella? ¿No tenía un poquito de... no, moral no, si no... ética quizá? Una palabra... que no encontraba, para describirla. ¿No tenía... vergüenza quizá? No, era obvio que no le importaba.
La muchacha de ojos mieles pareció notar todo aquello que perturbaba a Lauren, por lo que ubicó su mano derecha en el hombro ajeno.
- Hey, tranquila, es así, no le importa lo que los demás digan... es loca de sangre. -
- Estoy aquí, escuchando tooodo... - canturreó la revelde.
- Bien, mira, voy a enseñarte como hacer fácil estas cuentas, ¿si? Mira. -
Comenzó a hablar, y era raro, Lauren le prestaba atención, al igual que Camila. Pasaron la noche hablando sobre cuentas, y de a momentos, pudieron robarle una que otra pequeña sonrisa a esa tímida chica de ojos claros que habían conocido. Finalmente se fueron, al oír los autos regresar, y aquella loca había prometido que regresarían.
Sin cenar siquiera, la adolescente se acostó, y tardó mucho en dormirse. Se revolvió de aquí a allá en la cama, con una pizca de brillo preocupado en sus ojos.
Esas chicas... Michelle, la rubia, y Camila... Camila la revelde, era en lo único que podía pensar.

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Luego de mucha insistencia, el segundo Cap cae ante sus ojos... espero que hayan disfrutado tanto leerlo como yo disfruté escribirlo. Perdón la tardanza u_u no volverá a ocurrir... incidentes de mudanza X_x

Noches de Cristal  [ A EDITAR ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora