Introducción

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Little kids, little love?


Amigos desde el vientre.


Eso fue lo primero que escuché decir a mi madre cuando tenía la edad suficiente para recordar todo lo que escuchaba o al menos recordar la mayoría de las cosas.

Frente a mi estaba un castaño con rulos por toda su cabeza, lo había visto un par de veces antes, nuestras madres tenían la tradición de traernos a un día de campo una vez al mes, también tenían otras actividades planeadas para nosotros, había clases de música, fútbol, artes y cenas mensuales.

Mi madre hablaba todos los días con la madre del castaño, ambos íbamos a la misma escuela y cuando se trataba de hacer alguna actividad en la que ambos estábamos involucrados nuestras madres eran las primeras en planear y tirar la casa por la ventana, a pesar de nuestra diferencia de edades nuestras madres siempre se las arreglaban para mantenernos juntos.

Supongo que nuestra primera actividad como pareja fue en el jardín de infantes, estaba locamente obsesionada con una caricatura que veía todas las mañanas antes de partir a la escuela los teletubbies, mi madre consiguió un disfraz para mí y otro para el pequeño llorón de rulos alocados.

Estaba feliz por poder presumir mi disfraz con toda la clase, había estado hablando de ello durante todo un mes con mis compañeros de clase, estaba tan emocionada que todas las noches soñaba con mi disfraz, hasta que el castaño me vio y no paro de llorar y hacer rabietas, lo que se supone sería un día divertido con amigos termino siendo un día lleno de llanto y enojos.

Termine con un feo disfraz de árbol, la maestra había encontrado la solución para que Chan parara de llorar y esa fue cambiarme de disfraz, tenía unos cuantos en la bodega y yo termine con el árbol, sabía que todo era parte de un plan por parte del castaño pues no había llorado hasta que estuvimos en el salón de clases, parada en la esquina del salón con mi pequeño peluche de teletubie amarillo veía a todos jugar y correr de un lado a otro.

Chan por su parte había obtenido un disfraz de pirata, jugaba con un grupo de niñas, las perseguía amenazando con su espada de plástico, se veía feliz corriendo tras de las chicas, me pregunté en ese momento si toda mi vida sería así y yo tendría que seguir sacrificando mis gustos para que el pequeño consiguiera todo lo que quería.

Me quede sentada en la esquina del salón moviendo mi peluche de un lado a otro, estaba empezando a divertirme yo sola, me las había ingeniado para quitarme la parte de la copa del árbol y jugar con ella y mi peluche, de un momento a otro Chan llego arrebatándome el peluche de mis manos.

—¡Ahora es mi prisionero! —Chan grito corriendo por todo el salón.

—¡Chan, no, devuélvelo! —Grité y corrí detrás de él intentando tener mi peluche de nuevo en mis manos.

Ambos terminamos en el centro del salón, Chan sostenía la parte del cuerpo en sus manos y yo la cabeza, ambos jalábamos el peluche con todas nuestras fuerzas en uno de los tantos forcejeos termine en el suelo con la cabeza del peluche en mis manos.

Las lágrimas no tardaron en salir de mis ojos, todos los niños nos veían sorprendidos por lo que acababa de pasar, la maestra entro en el salón viendo la situación, limpie mis lagrimas me acerque a donde estaba Chan viéndome con una cara de sorpresa, le arrebate el cuerpo de mi peluche de sus manos y volvía a la esquina donde estaba jugando, lloraba en silencio, limpiaba mis lágrimas cuando se acumulaban en mis ojos impidiendo ver mi peluche, intente pegar su cabeza con los materiales que tenía a la mano pero nada ayudo.

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