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María miró con mucho cariño a Lucía y finalmente le dijo que se sienta como en casa y que era más que bienvenida en su hogar

—Es muy tierna tu mamá, Joaquín —Habló Lucía cuando se dirigían al primer piso.

—Sii, lo es y se ve que le caiste bien. Y no tenía idea que tu mamá tambien era española.

—En realidad yo tambien lo soy, solo que vinimos a Argentina cuando era muy chiquitita. Por eso no tengo mi acento gallego.

—Que coincidencia, Lucía. Yo también soy español.... Que pequeño es el mundo, mi historia es parecida a la tuya. Vine con mi mamá cuando tenía seis años.

—Se ve que todos somos del mismo país.

—Jajaj así es. Bueno, adelante —Abrió la puerta de su despacho.

—Ella a mí. —Observó con atención aquel banquete que veía frente a sus ojos y no pudo evitar sonreír. —¿Qué es todo esto?

—Siempre a esta hora estás tomándote un café con medialunas, para que te sientas a gusto, pedí esto.

Había un tazón de café y  algunas cosas dulces. También había puesto jugo de naranja y una fruta.

—Que atento, muchas gracias Joaquín. 

Primero comieron mientras conversaban de cualquier otra cosa menos de trabajo. Joaquín en esos minutos, descubrió que Lucía era una chica muy sensible y muy dulce también, le encantaba eso de ella, y aunque acababa de conocerla, sentía una conexión muy especial.

Empezaron con su trabajo, y disfrutaron el hecho de estar juntos a la par.

Las horas pasaron, e invitaron a Lucía a cenar, ella aceptó feliz y luego ya era hora de marcharse.

—Deja que te lleve a tu casa, no vuelvas sola, no quiero que te pase nada.

—Está bien. Me despido de tu mamá y vamos al auto.

Así fue. A los 5 minutos ambos ya se estaban dirigiéndo a la casa de Lucía. Ella no estaba segura de hacer que la lleve hasta su puerta, ya que Engracia podría estar por ahí. Así que mejor la dejaría en la entrada al barrio, que era uno privado y estaba lleno de seguridad.

—Fue una hermosa tarde, Lu. Deberíamos empezar a implementarlo a la rutina, trabajamos muy bien.

—¿Y quién me pagará los sábados? Jajajaja.

—No necesariamente podríamos juntarnos a trabajar.

Otra vez los cachetes de la mujer la estaban traicionando, sintió como le empezaba a arder la piel y eso era una señal de que estaba poniéndose roja al igual que su bella cabellera.

—Iremos viendo en la semana.. 

—¿Segura que no queres que te acerque hasta la puerta?

—No te preocupes, está en esta cuadra mi casa.

—Bueno, nos vemos el lunes entonces, Lu. Gracias por venir.

Ambos se acercaron al mismo tiempo y casi unen sus labios en un beso inocente, Joaquín estaba dispuesto a que sus bocas chocaran o al menos rozaran, pero Lucía inmediatamente dio vuelta la cabeza y le dejó un beso en la mejilla. 

—Será mejor que me vaya. Nos vemos.

Se bajó enseguida del auto sin esperar respuesta de Joaquín. Esa cercanía, su aroma, su presencia, la ponían muy nerviosa. A paso apresurado se dirigió a su casa y menos mal que el hombre no la trajo hasta su puerta, ya que su madre estaba en el jardín.

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⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

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