única parte

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kinktober 2023, día 28: predator/prey

La vida de Louis es extremadamente aburrida e insípida, un soplo árido de un verano en el que no ocurre absolutamente nada, ni siquiera para variar.

Cada día es idéntico al anterior, una copia exacta tras otra de una rutina simplona que no deja de repetirse por mucho que se esfuerce en tratar de hacer algo diferente. No hay mucho que hacer en aquel pequeño pueblo de población limitada y de edad avanzada, sin embargo, así como tampoco encuentra nada interesante para ver entre las pintorescas, viejas y silenciosas calles de Canterbury.

Ha sido lo mismo desde que tiene memoria, desde que insistió en quedarse en el pueblo para cuidar a su madre en lugar de ir a la ciudad a estudiar como alguna vez, durante su adolescencia temprana, quiso. Ha sido lo mismo desde la inevitable muerte de su madre, desde que tuvo que hacerse cargo de la ferretería que alguna vez le perteneció al esposo de su progenitora y que, luego de su fallecimiento, había quedado bajo su responsabilidad porque su madre ya no podía ponerse de pie y debía permanecer en casa para descansar.

Ha sido lo mismo desde que se quedó completamente solo en aquel lugar, sin hermanos con los cuales compartir su luto, sin familiares que le hicieran saber que la vida podía llegar a ser mejor que eso, sin amigos que guardaran silencio en su nombre porque ninguna palabra de consuelo sería lo suficientemente efectiva para apaciguar la turbación que ha sido plantada en su ser desde el entierro de su madre y su inminente estado de soledad.

Los ancianos del pueblo han sido exageradamente atentos con él hasta entonces, probablemente colmados de una compasión que va más allá del hecho de que todos ellos lo vieron nacer, crecer y marchitarse en lo que es ahora. Louis agradece la amabilidad de cada uno. Le alegra, incluso, saber que por lo menos los tiene a ellos, y que su existencia particular no es tan mala como podría llegar a serlo, especialmente porque la mayoría de ellos lo tratan como si fuera una especie de nieto y lo cuidan en la medida de lo posible aun cuando debería ser al revés.

Louis no desprecia su vida si le dejan ser honesto, ni mucho menos la odia hasta la extensión de la amargura. Es solo que, la encuentra demasiado tediosa, demasiado insufrible. Es un interminable ciclo de monotonía basado en sus mañanas detrás del mostrador de la ferretería y paseos solitarios por las tranquilas calles durante las noches una vez que la jornada laboral queda completa. Es todo lo mismo, una y otra vez, un círculo interminable cuyo inicio es inexplicable y su fin es inexistente.

Aquel día no es ninguna excepción. Incluso cuando el otoño está terminando, la nieve puede llegar en cualquier momento y las festividades están a solo unas cuantas semanas de distancia, nada cambia para el castaño, quien cierra la caja registradora y permite que una suave sonrisa se curve en sus labios tras pasarle la bolsa de papel al señor que acaba de comprar centímetros de tubos PVC para mandar a arreglar alguna tubería que al muchacho no podría interesarle menos en lo más profundo de su ser.

Le desea un buen resto del día de manera automática, acostumbrado a recurrir a esa despedida bajo toda circunstancia, y se queda solo en cuestión de segundos.

El silencio se cierne sobre las paredes del local y un profundo suspiro se cuela por las hendiduras de sus labios antes de que su mirada se dirija hacia el reloj de pared que cuelga por encima de su cabeza.

Ya casi es hora de cerrar, y Louis no se siente de manera particular ante ese hecho. Antes, cuando su madre aún vivía, solía percibir una especie de alivio y sosiego ante la idea de que su jornada había llegado a su fin y podría regresar a casa, pero ahora que sabe que su hogar no es más que una caja de memorias y un conjunto de pasillos repletos de su niñez, no puede evitar colmarse de cierta apatía que se enreda con su constante indiferencia.

Turning into something else ✦ larry au! | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora