19 de marzo
Lyra:
El sonido del motor de Aster nos informa que en unos minutos se retira. Hacía media hora que se terminaron las clases, pero aún no podíamos irnos porque él tenía práctica con el equipo. Todos los días hacemos lo mismo, mientras yo estaba en la biblioteca, él estaba practicando rugby, un deporte muy conocido por estos lugares.
—¿Listos para irnos? —pregunta el chico alternando la vista entre nosotros. Su cabellera castaña mojada me daba a entender que ni siquiera se había bañado al salir, lo que significa que un olor repugnante nos va a acompañar por todo el camino.
Ya Félix se había encontrado con Aster, minutos después de que salimos del pasillo. Como teníamos que hablar los dos con él y sabíamos que ir a alguna casa a hablar sería muy peligroso, los padres se podrían enterar de que algo estaba sucediendo y se volverían histéricos; Félix decidió esperarnos en una cafetería a una cuadra de aquí, que a eso de la hora de la salida nos reencontráramos en la entrada para irnos los tres a un parque a hablar.
—Yo listo —informe mientras guardaba el móvil en uno de los bolsillos del pantalón—, ya le informé a mama que iba a salir con ustedes.
Los chicos levantaron el pulgar, seguido, Aster desactivó la alarma del automóvil y abrió la puerta del piloto, corrí al lado contrario de ahí en la puerta del copiloto y la abrí para agarrarle el puerto a Félix, cuando cerré la puerta y que el auto ya estuviera encendido bajé la ventana.
—¿Algún lugar específico al que ir? —preguntó el chico a mi lado, mirando por el retrovisor a Félix, que se encontraba en el puesto de atrás. Este negó con la cabeza, Aster mi miro de reojo y negué con la cabeza.
—A donde quieras, que no estén cercas nuestros padres —murmure alzando los hombres. Aster asintió con la cabeza y puso el auto en marcha dando un fuerte acelerón saliendo del estacionamiento.
El silencio invadió el pequeño sitio tornándolo un sitio aburrido. No era incómodo, pero tampoco agradable. Félix se abrió paso entre los dos asientos y extendió el brazo para encender la radio, una leve música resonó por los altavoces del auto inundando el silencio incrementado.
Suspire pesadamente mientras posaba mi vista en los árboles que pasaban con gran velocidad por la ventana. Como me gustaría volver a los tiempos en donde Aster, Félix y yo salimos a dar una vuelta al pueblo, en donde hacíamos el ridículo en un parque o cuando íbamos al cine a ver una de las tantas nuevas películas que saldrían. Pero esos tiempos se han acabado, desde que los padres de Félix encontraron el lugar perfecto para hospedarse a unas tres horas de aquí, he perdido esa comunicación o esa amistad que tenía con el chico.
Al igual que Aster, nuestra comunicación se apagaron cuando Félix se fue, aunque Aster y yo sigamos teniendo esa amistad, sin Félix no es lo mismo.
—¿Me podrían dar un avance de la grandiosa ayuda que necesitan de mí? —la pregunta del chico a mi lado hizo que saliera de mis pensamientos y lo mirara de reojo. No le habíamos contado nada a Aster sobre la situación, preferimos decirle a escondidas, sin que nadie se enterara.
—Tranquilo chico, en unos minutos sabrás —murmuro Félix al recostarse en el asiento. Saco el móvil y comenzó a juguetear con él.
—¡No se vale! Le dijiste a Lyra y a mí no —refunfuña Aster frunciendo los labios con enojo.
Félix y yo intercambiamos una mirada divertida y decidimos quedarnos en silencio, es mejor que lo sepa con tranquilidad, todo tipo de detalles, no algo por partes.
—¿En serio? ¿Ni un poco? —insiste el chico mirándome de reojo, niego con la cabeza.
—Tranquilo, Aster, espera que lleguemos allá.
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Usonia
FantasyNueva edición: Usonia El miedo es un sentimiento que permanece ahí, nunca se va. El miedo es algo que no se puede describir con exactitud, simplemente está ahí, permaneciendo en lo más profundo de tu corazón, quitándote la valentía que tenías al hac...