Besos húmedos.
Todo empezó con una simple cachetada a una edad muy temprana, los golpes sin parar y las ganas de morirse. No entendía porque la habían traído a ese mundo a sufrir. Su padre un alcohólico sin remedio que la golpeaba cada vez que ella abría la boca y nunca la quiso como una hija. Todos los días fue al colegio con marcas en su rostro que oculto con maquillaje, los brazos llenos de moretones que tapaba con camisetas mangas largas y comía poco porque casi todo el tiempo su casa era un infierno del cual quería escapar. Su madre lo único que hacía era ayudarla a cubrir todas las marcas, también era violentada física y psicológicamente por ese hombre por años y aguantaba cualquier golpe. Cada día se ponía más violento con ellas y nadie las ayudaba.Pero ella un día se paró firme — No aguantaré más este infierno, me iré cuando acabe mí escolaridad y perdón mamá pero no soportare más dolor — dice llorando.
Se acerca a su rostro y la acaricia desesperada — Nunca dejes que un hombre lastime lo que eres y solo busca que te amen, ¿ lo prometes? — pregunta llorando descontroladamente.
Mueve su cabeza y limpia sus lágrimas con las manos — Lo prometo, mamá. Te amo — le dice abrazándola.
Esa fue su última conversación con su madre, después de esos pasaron meses dónde soporto cualquier golpe hasta que terminó el colegio. Todos sus compañeros de clase se iban a estudiar apoyados por sus padres y ella tenía una sola meta: escapar de ese infierno y del monstruo de su padre. Así lo hizo, salió de su casa con una mochila y miles de promesas que se hizo a ella misma. Cuando iba caminando, las personas cruzaban por su alrededor esquivando su cuerpo y ella aún con mucha ropa llorando a mares. No tenía solución, toda su vida era un desastre y nadie podía salvarla. Se aferró a la única cosa que tuvo en ese momento, una mochila llena de ropa y su corazón que latía fuerte del miedo. A sus 20 años se encontraba sola, caminando sin rumbo y recordando que le había pasado antes de escapar. Recorre esa enorme plaza, no conocía la ciudad y tampoco tenías familiares. Había terminado el colegio, eligió su propio camino como le había aconsejado su abuela una vez cuando pudo salir de su casa para visitarla. Nunca más se borró la promesa que le hizo antes de morirse, le prometió irse muy lejos de su hogar para ser feliz y que buscaría su destino para triunfar. Cada día lo tenía en su memoria aquellas palabras y ahora estaba cumpliendo algo de esa promesa: se había escapado de su propio hogar para empezar de cero. Aunque su madre lloró mucho cuando ella le dijo adiós, no la detuvo y rápidamente camino hasta la parada de colectivo. Dejó todos sus ahorros en el pasaje hasta la ciudad más lejana así no podía arrepentirse después, nunca pensó en donde vivir y comer. Bajo del colectivo, tocó sus bolsillos y solo vio unos pocos billetes en sus manos.
Comió unas golosinas para disimular el hambre, se sentó en la terminal y pensó en escribir un cartel donde decía : ‘Busco trabajo urgente ’. No le importaba si sonaba desesperada, quería un trabajo estable y empezar de ahí para adelante. Varias horas, ya estaba anocheciendo y nadie se le acercaba. Su panza sonaba, le daba vergüenza y su celular se le apagó por falta de batería. Mordió sus uñas, busco alguien la viera para conseguir algo se compasión y ve una persona mayor caminando hacia ella.
Una señora se le acercó porque había leído su cartel y sonrió — ¿ Buscas trabajo? — pregunta mirándola.
Se levantó rápidamente, estiro su mano para saludarla y se puso firme — Si, señora. Es algo urgente, acabo de mudarme y no pensé en nada — eleva sus hombros.
La mira de arriba hacía abajo, toma su mano para darla vuelta varias veces y espero que un señor de traje se le acerque. Lo mira — Mario, ¿ qué crees? — pregunta.
Se queda pensando, vio en ella la mirada de asustada y de ruego para que la apruebe. Sonríe — Un alma más joven hará bien en la casa y más para Jack — asegura.
Esa misma señora mayor, mueve su cabeza y respira — Al fin te encontré, vamos a mí casa y así conoces a mis nietos — dice moviendo sus manos para que levante todo lo que traía.
Rápidamente reacciona, se coloca su mochila en uno de sus brazos y camina con ella, ve un auto de alta gama y se detiene — ¿Eso es de usted? — pregunta sorprendida.
El hombre que la acompañaba abre las puertas y hace que ingresen, ahí entendió quién era y que rol cumplía.Simplemente era su chófer y esa señora parecía alguien importante por su ropa y el arreglo hasta en su cabello — Si, querida — sonríe.
No entendía a dónde iban pero tampoco estaba dispuesta a pasar la noche en la calle, no pregunto nada y se subió al auto. En el camino, siente la mirada puesta encima de ella y se voltea a verla — ¿ Sucede algo? — pregunta nerviosa.
Mueve su cabeza — Me pregunto que hace una mujer tan joven en la calle y pidiendo trabajo — sostiene.
Agarra fuerte su mochila y respira hondo — No quería seguir viviendo bajo el mismo techo de mis padres y le prometí a mí abuela que buscaría mí rumbo — comenta.
Se quedó callada mirándola fijamente pero algo más había porque la voz de esa joven se entrecortaba, podía sentirla nerviosa al referirse de sus padres y apoyo su mano encima de ella — Hiciste bien, te comento para que te contrato y así puedes empezar mañana si quieres — sostiene.
Hace una mueca — La escucho, señora — responde cortante.
—Mi nieto tiene 31 años, se separó de la mamá de su hija y digamos que le cuesta eso de integrar a la nena a la familia pero solo te necesito 4 meses y que firmes esto — explica rápido para entregarle un documento en sus manos. De lo desesperaba que estaba lo firma leyendo que se iría en esos meses sin ver hacía atrás.
Le daba ternura una niña de esa edad, en su cabeza siempre quiso cuidar de una pequeña y darle los gustos que sus padres nunca supieron darle al igual que el amor que necesitan a esa edad —¿ Y qué edad tiene la nena? — pregunta curiosa.
Sonríe con mucho orgullo y parece relajarse cuando hablaba de esos temas —Tiene 4 años, su mamá se fue dejándola con su padre porque decía que no tenía tiempo para su crianza y mí nieto tampoco porque debe hacerse cargo de la empresa familiar. Asique te deberías encargar de mí bisnieta como si fuese tu hija, ¿ qué dices? — pregunta sonriendo.
Le toma la mano rápido —Acepto, señora — asegura.
El auto se detiene de golpe frente a una enorme mansión, sus puertas se abren por personas que tenían un uniforme azul puesto y les ayudaban a salir. Agradecen y su mirada quedó puesta en ese enorme jardín verde, lleno de flores y varios jardineros que regaban y arreglaban las plantas. Cuando su mirada va hacía adelante, las puertas enormes se abrieron y salieron más personas, pero a la vez más seguridad de lo normal. Se dio cuenta que no era cualquier familia, sino que tenían tanto dinero que necesitaban mucha seguridad a su alrededor y quedó completamente paralizada debido a la mansión. Ella no tenía un peso partido a la mitad y menos su familia. En cambio, aquella familia tenía todo lo que ella nunca pudo acceder en su vida.
La empuja suave —Ya hemos llegado, espero que puedas acomodarte en la casa y nos veremos a la noche — asegura.
Ve cuando el chófer que las trajo empezó abrir de nuevo una puerta y la ayuda a subirse al auto —¿ Y usted se va? — pregunta asustada porque no entendía dónde estaba y con quién presentarse.
Asiste —Si pero ya está mí nieto ahí — lo señala. Saluda con su mano — Ve y empiecen a conocerse porque vivieran juntos. Adiós — saluda.
Detrás de las empleadas sale ese hombre alto, con el pelo corto brillante color castaño oscuro y unos ojos celestes que fácilmente resaltaba en su rostro. La ropa muy de empresario y una pequeña niña tomando su mano mirando todo, sonríe y fue ahí donde no aguanto más.
ESTÁS LEYENDO
Besos húmedos +18.
RomanceAntón Rodríguez, siente una atracción incontrolable por la niñera de su hija; sin embargo no se da cuenta que esa historia de "amor" con Amaia fue todo un negocio. Después de varios años sin verse, nuevamente el destino les juega una mala pasada des...