—"¡Debe de ayudarla!" —Gritó tratando de no sonar nervioso.
—De nuevo Valdo.
Este entrecerró sus ojos en dirección a su amigo durante unos segundos para luego volver a mirar a su "público".
—"¡¡Debe de ayudarla!!" —Dijo con más desesperación.
—Solo agrega...
—¡Ya pendejo! —Gritó volteando por completo en dirección al contrario. — ¡Si me cambian, no hay pedo!
El castaño frunció su ceño al no comprender las palabras de su amigo.
—Como eres pendejo Osvaldo, hace dos horas te imaginaste tu vida, no, nuestra vida como actores famosos y así. —Le recordó levantándose de su asiento en busca de algo. — Hemos escalado muchísimo desde que estamos aquí, si nos seguimos esforzando capaz y nos elijan como personajes principales.
—Lo sé, pero... No puedo. —Dijo sentándose en la cama que tenía al lado.
El de bandana azul estaba concentrado buscando en su escritorio.
—Si no pudieras, no seguirías aquí... —Habló analizando un par de hojas que había encontrado. —¡Bien! ¡Aquí está! —Festejó acercándose hasta su amigo.
Le extendió con cuidado las hojas que tenía para que el contrario las tomara, pero solo recibió un rostro confundido.
—Lee.
El mayor tomó los papeles para luego inclinarse hasta la pequeña mesa que tenía al lado y tomar sus lentes.
Apenas consiguió leer el título devolvió su vista a Roier.—Son las líneas de nuestra película favorita. —Recordó el castaño.
—Sabes que me las sé de memoria, son innecesarias las hojitas. —Habló con un tono superior haciendo que su amigo soltara una pequeña risa.
—Ya lo sé, solo quería recordarte el por qué decidiste empezar con la actuación.
—¿A poco? —Burló junto a una sonrisa.
—¡Ya wey! —Gritó para que a los pocos segundos soltara algunas carcajadas.
Ambos amigos rieron durante unos segundos volviendo a aquel ambiente tan cómodo que compartían siempre.
—Esas si te las sabes, y las actuamos varias veces, trata de ponerle esa misma emoción a la otra frase. —Habló al terminar de reír.
—Esta bien, esta bien.—Dejó las hojas a un lado y nuevamente se levantó para probar por décima vez el actuar aquella parte de su película favorita, mejor aún donde su actor de preferencia decía esas líneas.
Y como predijo el menor, su amigo volvió a tener la misma confianza en sí mismo para actuar tras repasar el diálogo de su ídolo.
Siempre que volvían volvían a ver esa película, Osvaldo junto a Roier no perdían la oportunidad de imitar a la perfección una escena en particular, que gracias a ella terminaron por convencerse de introducirse en el mundo de la actuación.
Quackity... Era Quackity quien actuaba en dicha famosa escena amada por los jovencitos amigos, pero sobre todo por uno: Roier. Cuando comenzaban a hablar de el actor, el castaño no dudaba en aportar a la conversación sin parar. Lo admiraba demasiado, y sentía una atracción por él también, como cualquier amor "platónico" o inalcanzable, que nunca se haría realidad, pero siempre bromeaba con que si Quackity lo viera caería rendido a sus pies al instante, prefería burlarse de sus desgracias o mala suerte.
En su más profundo deseo estaba el lograr ser un actor reconocido y por lo menos cruzar unas cuantas palabras con su ídolo. Por ello tomaba demasiado en serio el ser personaje extra junto a su amigo en diferentes películas en las que participaba, para que así vieran su gran talento y de a poco escalar.
Era un día nublado, perfecto para rodar diferentes escenas con misterio y suspenso. Ambos castaños caminaban intercambiando palabras de pura diversión entre ellos, diferentes temas y a la vez repentinos surgían.
—Lo tienes todo Roier. —Habló el de lentes mientras caminaba con la vista en el menor.
—Lo sé Osvaldo, lo sé, pero...—Tomó una pequeña pausa preparándose para dar
una nostálgica y falsa queja. —¿Qué me detiene para no ser el amor de la vida del Quackity? —Agregó con mucha tristeza fingida.Hubo un pequeño silenció, mientras el castaño seguía mirando al cielo como si este le daría alguna respuesta.
—Tu apellido. —Habló de repente.
Roier volteó en dirección a su amigo rápidamente, haciendo un sonido de indignación, luego lo miró dolido.
—No te pedí que fueras tan directo hijo de puta. —Suspiró. —Sé que no suena como..."De Luque"-Acompañó junto a un movimiento de manos en dirección a las nubes y hasta imaginó que salían brillitos en el apellido.
Llegaron a un puesto de café pequeño, donde tomaron asiento pidiendo dos bebidas.
—Roier de la Cruz.
Ay...
—Lo sé pendejo, mis grandes apellidos. —Dijo Roier quitándose sus lentes oscuros.
—No me parecen malos, la verdad. Pero... —Tomó aire exageradamente el de lentes. —Yo creo que Quackity preferiría a alguien con un apellido como... —Hizo una mueca pensativa. —Borja.
—Ajá. —Se acercó una señorita con los pedidos. —Gracias. —Agradeció junto a una sonrisa.
—Espera. —Ordenó Osvaldo con un tono muy respetuoso, raro en él, en dirección a la mesera. Roier estaba confundido. —Señorita usted como se apellida.
—Déjate de mamadas wey. —Gritó en un susurro el menor. —Gracias de nuevo. —Dio un guiño rápido, haciendo que la jovencita se alejara de la mesa con un leve rosado en sus mejillas.
—Sé que algún día seré muy famoso como...
—De Luque.—Dijeron al unísono, acompañando el apellido de un movimiento de cabeza un tanto curioso y característico.
—Ten fe pendejo, si lo seremos.
—Yo lo tengo muy seguro pinche Osvaldo.
El de lentes rodó los ojos. De un momento a otro se empezó a escuchar demasiado ruido de personas hablando. Ambos voltearon en dirección al bullicio.
"Hablando del rey de Roma"
Era De Luque un gran actor, al cual por mucha suerte ya conocían y habían trabajado junto a él. Lo admiraban bastante igualmente, era su inspiración para cuando llegasen a ser actores de unos 35 años.
Terminaron sus bebidas y pagaron, para luego ir hacía sus puestos para actuar, pues el personaje principal ya había llegado, y todos estaban ya en el set de grabación.
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.Es mi primera historia, no hay
experiencia de por medio aquí :c,
solo denle una oportunidad. 🤭🤗Adiós👋
By: Emi
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𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳 |[ˢᵖᶦᵈᵉʳᵈᵘᶜᵏ]|
FanfictionUna trágica, lamentable y perfecta obra de teatro se había logrado, con tres inolvidables actos: Un amor no correspondido. Un amor prohibido. Dos muertes. Un castaño pensó que al menos había muerto junto a aquel maravilloso azabache, y que quizás...