笑﹕𝟬𝟬

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Hace poco cumplí veinticuatro años. Hace poco, menos de seis meses; lo cual creo que no es poco. Sea como sea, ser adulto es horrible. No- Tener veinticuatro años es horrible, específicamente para mí. Sobre todo cuando mi novia está loca, completamente desesperada e inquieta por embarazarse cuanto antes. Entre ella y mis padres creo que he comenzado a desarrollar una extraña fobia al sexo.

Yoo Jimin no está mal y mucho menos es fea, en lo absoluto. Es una chica divinamente preciosa y todos los conocidos a los cuales se las he presentado han utilizado la frase "Eres tan afortunado" al menos una vez cada vez que hablan conmigo. Personalmente creo que ella sólo ha sido psicológicamente corrompida por los mensajes subliminales que ve diario en todas partes; como cuando está viendo la tele y en los cortes comerciales aparecen estos mil anuncios de cosas para embarazadas y para bebés y oh, qué feliz soy con mis cinco recién nacidos. Yo tal vez no quiera lo mismo justo ahora, al menos no para nosotros.

Además, tengo a mis padres completamente en mi contra (teóricamente hablando, claro); ellos no nos han dejado de atormentar preguntándonos en cada llamada y encada visita que nos hacen que cuándo les daríamos nietos, como si fueran a morirse mañana si no tienen un bebé ajeno en brazos. Yo, como Shrek, tengo pesadillas donde me ahogo en un mar de bebés, y esta vez es literal.

— ¿Estás emocionado, pollito? — cuando estoy a punto de por fin quedarme dormido en el auto, su voz me despierta. Jimin tiene una voz fuerte y maciza a pesar de ser una mujer joven, incluso a veces pienso que es más gruesa que la mía, más amenazante. Me parece que en realidad quien es la novia en esta relación podría ser yo.

— ¿De vacacionar con mis padres? — me acomodo mejor en mi asiento cuando comienza a dolerme la espalda baja. Me cubre una manta de pollitos vestidos de astronautas que bien podría ser de ella, pero que es y siempre ha sido mía. — He tenido suficientes cuando estaba en secundaria.

— Oh, Yeyo. No es posible que seas tan frío. — Yeyo. Es el apodo que mi papá sacó de alguna caricatura vieja que a mí me gustaba mucho ver de niño; que él y mi mamá me llamaran así no me importaba mucho, pero cuando Jimin lo hace me siento como un tonto, ella sin embargo dice que es tierno y, cuando le digo que deje de decirme así, me ignora por completo.

— Podríamos haberlos invitado a Seúl. — pone los ojos en blanco.

— ¡Seúl es horrible! — como siempre, me grita. Pero ahora no me hace sentir mal, es un grito suave y chistoso y por ende lo recibo con una sonrisa. — No quieres que tus padres pasen las vacaciones de verano en la ciudad.

— Claro. — es todo lo que le digo, prefiero ahorrarme mi comentario.

Jimin no sabe lo que es pasar los veranos en Daegu porque ella es una ostentosa chica de ciudad que ha pasado toda su vida siendo rodeada por las luces de neón y los vendedores callejeros de Seúl. En Daegu, si ves un vendedor callejero de noche y aprecias lo suficientemente tu vida, la decisión es fácil; corres.

En Daegu siempre hace calor y es el tipo de ciudad pequeña donde todo el mundo te conoce, aunque tú no conozcas a todo el mundo. Sales a la esquina y llegas dos horas tarde porque debes detenerte cada minuto porque alguien te saluda y has crecido tanto y yo te cambiaba los pañales y esto y lo otro. Y Daegu es en realidad muy familiar, tan familiar que sospecho que quizás sea eso lo que más odio de aquí.

No puedo pensar más en alguna otra cosa que me disguste de estar aquí cuando comienzo a ver tiendas que conozco y que, inevitablemente, nunca podré olvidar. Veo la verdulería de la señora Somi tal cual como la recordaba y siento que estoy volviendo a casa después de que mi última clase de literatura terminara, estando en quinto grado apenas. ¡Maldita seas, nostalgia! ¡Sáquenme de aquí!

𝗿𝗲𝗹𝗶𝗴𝗶𝗼𝘂𝘀𝗹𝘆. yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora