Mackenzie sentía que su vida iba a un ritmo algo lento. Estos últimos meses ha estado hundido en sus pensamientos, realmente no sabía por qué, pero había algo que le seguía picando en el fondo de su mente.
Las personas solían remarcarle, ahora más que nunca, como solía perderse en sus pensamientos, observando a la nada, pasaba en clase, en su casa a la hora de comer, o cuando estaba con sus mejores amigos, Rusty, el Kelpie rojo, y Jack, el Jack Russel, valga la redundancia, ya sea cuando era invitado a alguna de sus casas a jugar videojuegos o cricket, al hacer sus tareas en grupo, y en sus charlas más mundanas. En estos meses siempre le llamaban la atención cuando se quedaba callado a la mitad de las conversaciones, usualmente Jack era el que hacía eso y ahora los roles parecían haberse invertido. Siempre daba la misma respuesta "Lo siento" y volvía al borroso tema que había estado escuchando al fondo en su mente, nunca elaboraba, y no porque no quisiera, que sí era un factor, sino porque no le gustaba que pensaran cosas malas de él, ni entendía realmente qué estaba mal con él.Pero hoy se sentía diferente. Esperaba que esa euforia que suele tener cuando estaba con Jack y Rusty le llegara, tenía miedo de que no fuera así. Ahora mismo el jóven Collie estaba de camino a su casa, quería prepararse cuanto antes para salir con ellos, les había perdido la vista en la intersección que estaba a tres calles de su escuela, esos dos solían tomar esa ruta juntos. Hoy se la habían pasado más juntos que de costumbre, y más callados también, lo que sin duda dejó pensativo al collie, pero no quería darle muchas vueltas al asunto, era su noche.
Los tres ya habían estado esperando este momento por mucho tiempo, desde que se anunció la película los tres habían jurado ir a verla juntos, pues era la continuación de la saga favorita de Jack. Al inicio, ni él ni Rusty estaban muy interesados con ellas, pero después de horas escuchando a Jack hablar maravillas de ella, le dieron una oportunidad. Los dos no se arrepintieron, y aunque no se pusieron tan obsesionados como el russell sí que se volvió un tema recurrente de charla entre ellos.
Su paso por la puerta principal fue casi instantáneo, abriendo la puerta con prisa. Aceleró por los pasillos de su casa a su habitación. Al entrar y ya habiendo lanzado su mochila a su cama, pasó a su closet con intención de buscar su vestimenta para la noche. No tenía muchas elecciones, a través de los años sus gustos de moda iban volviéndose más y más monótonos. Su closet ahora parecía una copia de la parte oscura de su pelaje. Entre toda su vestimenta negra, se decidió por una chaqueta de cuero falso algo desgastada y aunque pequeñas partes se desprendían de la chaqueta, para Mackenzie, le daba personalidad. Con su chaqueta ya elegida, se movió a su cómoda, sus ojos inspeccionando rápidamente sus perfumes. Llegó a dudar si incluso un perfume sería necesario, quizás un baño le vendría mejor. Giró su cuerpo a la puerta, tomando un corto momento para pensarlo, así decidiendo que no. Prefiriendo en vez, solo ponerse algo de desodorante. Se miró al espejo para terminar de convencerse en sus decisiones de moda, se daba la media vuelta, inspeccionándose, juzgando si siquiera le gustaba a él cómo se veía, si siquiera le gustaría a ellos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando escuchó un suave golpeteo en su puerta. Giró su mirada hacia la misma, sus ojos chocando con los de su padre, casualmente apoyado en su puerta lo que sobresaltó al Collie.
"¿Para quién te arreglas tanto?" Preguntó su padre, algo extrañado por la actitud de su hijo, quién ni siquiera lo saludó al llegar.
"Para nadie, papá" Suspiró algo cansado Mackenzie, devolviendo su mirada al espejo "Saldré con mis amigos" Se arregló un poco la chaqueta mientras se miraba.
El mayor sonrió a su hijo, era raro que Mackenzie tuviera salidas sociales fuera de su escuela, por lo que incluso la salida más pequeña era motivo de celebración "Eso es genial" Respondió "Saldrás con Jack y Rusty, supongo". Durante los últimos meses eran los únicos perros con los que se juntaba Mackenzie, un patrón que ya podían ver todos. "Siempre fueron tan buenos amigos, es genial ver que aún se juntan, sé que yo desearía haber tenido amistades así cuando yo era de tu edad".
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Ojos para dos
RomanceMackenzie es un chico solitario, con un grupo de amigos limitado y para él, es más que suficiente. Ahora, debido a un mal día y un gran cambio dentro de su círculo de amigos, no puede dejar de pensar, sin siquiera saber en qué está pensando exactame...