Prólogo

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Las almas se encontraban volviendo de los reinos, para ahora encontrarse de nuevo con sus seres queridos, en la tierra.

El olor a incienso, el color naranja de la flor de cempasúchil, las comidas, bebidas y ropas, les hacían volver a mirar aquellos que les esperaban.

Mientras los vivos y muertos festejaban su encuentro, algunos aún estaban varados en el Mictlán, poniendo a prueba lo digno de ser parte del universo.

—¡¿Dónde estoy?!— la desesperación del chico se hizo clara, notando que todo lo que miraba era un gran rio frente a él.

—Tranquilo niño— un señor de una edad avanzada y con una vestimenta peculiar, según Jungkook, hablo caminando cerca de uno de los perros que estaban al costado del río. —Estamos en el Mictlán, oh viejo amigo— el can se acercó corriendo a su antiguo dueño, lamiendole la cara —¿Tú me vas a guiar verdad?—

—¿Qué está pasando? No entiendo nada—

—Estamos muertos, esto es lo que nos espera después de morir.—

—¡No! ¡Yo no puedo estar muerto!— el viejo hombre acaricio a su amigo canino y volteo a mirar al chico notando la desesperación misma en su rostro. En verdad que era bastante joven para estar ahí.

—¿Qué te ha sucedido, niño?—

—¡No sé siquiera porque estoy aquí!— sus manos temblaron llevandolas consigo hasta su rostro para así dejar salir aquel llanto lastimero que desde hace mucho estaba guardando —No debería estar aqui— su sollozo se intensificó.

Las palabras fueron ahogadas en lo más profundo del río mientras los canes aullaban por el dolor ajeno de aquella alma

—Esta bien— el señor se acercó a él y le palmeo la espalda, intentando que asimilará el hecho. —Ven, se que es difícil, pero debemos continuar— 

—¿Y a dónde iremos si esto es el fin?—

El viejo le miro y continúo a decir —Al Mictlán—

El Mictlán: La Muerte De Los Dioses || TAEKOOK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora