doce

741 62 5
                                    

Mi mente entró en un gran conflicto, mi corazón quería salir corriendo con Emilio, pero mi mente me lo prohibía, no podía hacerle eso a Kevin, acabábamos de llegar y apenas se estaba abriendo conmigo, me estaba diciendo lo que sentía y lo entendía, acababa de llegar a un nuevo equipo luego de pasar toda su vida en su hogar con su equipo, esto era algo totalmente diferente para el y si me dolían a mi imaginarlo, no se comparaba con lo que creía que sentía el, por eso no quería irme y dejarlo solo así.

Pero...Emilio. Emilio era Emilio, y me necesitaba, dijo que lo hacía ¿y si estaba sintiendo lo mismo que Kevin? ¿Y si el también se sentía mal?

No sabía que hacer, y tenía que pensar rápido.

Mi cuerpo ya se había separado del de Kevin, ahora estábamos ambos sentados en nuestros respectivos lugares cuando la misma mesera que nos había recibido llegó a la mesa.

—¿Están listos para ordenar?.—nos preguntó amablemente.

Mierda, ¿que hacía?

—Si por favor, ¿que vas querer Anabella?.—el pelinegro se dirigió a mi con una sonrisa.

Maldita sea. Este era el momento donde diría que tenía que irme y que luego se lo recompensaría, que surgió una emergencia y que me disculparan los tres.

—Para mi sería una ensalada César y una limonada mineral por favor.—no lo hice, ordene y luego los demás hicieron lo mismo.

Ideé un plan, comería un poco y en unos minutos diría que tenía que irme, conviviría un poco más con Kevin y así ya no me sentiría mal por irme de ahí, también alcanzaría a llegar no tan tarde con Emilio y podría ver que era lo que necesitaba, era el plan ideal.

Pasaron entonces unos cuantos minutos cuando nuestras órdenes llegaron, el ánimo del futbolista se había elevado y ahora hasta bromeaba y reía entre bocados.

Todos comenzamos a disfrutar del momento, entre un poco más en confianza y ya me animaba a entrar en la conversación, estaba pasando un buen rato hasta que recordé que tenía que irme, no podría dejar a Emilio así.

Con pesar y sintiendo un poco de vergüenza me incliné un poco hacia el.

—Kevin, ya tengo que irme.—dije en voz baja haciendo que me volteara a ver de inmediato.

—¿ya?.—el miro su muñeca para ver la hora, apenas eran las 11:30 p.m.

—Si es qué mi mamá ya llegará.—mentí.

El hizo una pequeña mueca pero luego asintió.

—Está bien, vamos.—empujó entonces un poco su silla hacia atrás para pararse.

—¿Cómo?.—pregunté.

—Si, yo te invite, obvio te llevaré a tu casa también.—contestó con obviedad.

—No es necesario, de verdad.

—Como crees, vamos.—terminó de empujar y de paro de su silla.

—Hay vengo, voy a dejarla a su casa.—les aviso a Alex y Miguel quienes nos veían con curiosidad.

—¿Tan pronto?.—dijo Miguel.

—Si ya tengo que, pero me divertí mucho con ustedes, gracias por invitarme.—respondí.

—No es nada, nos caíste muy bien, ojalá nos veamos pronto.—dijo Alex ahora con amabilidad.

Luego este le extendió las llaves del carro a Kevin y ambos salimos rumbo al auto de nuevo en silencio.

Llegamos, abrió la puerta del copiloto para mi, me subí después la cerró y le dio la vuelta por enfrente hasta subirse en el lado del conductor.

Puse mi dirección en su celular por el gps y gracias al cielo no estábamos tan lejos de mi casa por lo que el camino fue corto pero agradable, la música de la radio sonaba suavemente, las ventanas estaban medió abiertas provocando que el frío aire de la cdmx golpeara nuestros rostros y conversábamos un poco más de cómo era su vida en Pachuca.

Así fue hasta que lastimosamente llegamos a mi casa.

Kevin apago el motor y me volteó a ver.

—Gracias por aceptar Ann, de verdad me la pase muy bien.—y ahí estaba de nuevo su linda sonrisa.

—Gracias a ti por invitarme Kevin, yo también me la pase muy bien contigo.—sonreí de vuelta y vi como sus mejillas se sonrojaban un poco.

No lo podía creer, el gran Kevin Álvarez que tanto veía tras pantalla, el futbolista por el que todo tiktok estaba loco está aquí, conmigo, y me caía demasiado bien.

—De verdad espero que se repita.—dijo.

—Claro que si, cuando quieras.—le conteste quitándome el cinturón.—Muchas gracias por traerme.

Ahora incómodamente no sabía como despedirme, si de un beso en la mejilla, un abrazo, un apretón de manos, un simple adiós de lejos.

No lo sabía, y tampoco fue necesario pensarlo mucho pues fue el quien se acercó a mi para juntar nuestros rostros y darme un pequeño beso en la mejilla.

Nos separamos un segundo después.

—Adiós Kev.—abrí la puerta y salí.

—Adiós bonita.—me dijo.

Yo sonreí una vez más y me di la vuelta para entrar a mi casa con un nudo de emociones dentro de mi.

Deje mis cosas en la entrada y subí a mi cuarto para llamarle a Emilio y decirle que viniera. Había mentido un poco, mi mamá apenas se había ido a su turno por lo que tendría la casa sola toda la noche.

Entonces agarre mi celular y marqué una vez, dos veces, tres veces y a la cuarta la llamada ya ni si quiera entro.

Confundida entre a whatsapp y decidí enviarle un mensaje

Emi Lara
estaba cenando, qué pasó Emi?.—11:59p.m
estoy sola, puedes venir si quieres.—12:00a.m

Espere su respuesta unos minutos, pero veinte minutos después me rendí y cambié mi ropa por mis pijama y entre a asearme para acosarme a dormir.

Tal vez Emilio ya estaba dormido, y eso solo hizo que me sintiera peor conmigo misma, no había estado ahí cuando me dijo que me necesitaba.

Pero mañana lo resolvería, ahora solo necesitaba descansar y procesar todo lo que había pasado esta noche.

Había vuelto al azteca, había conocido a Kevin Álvarez y había recordado lo feliz que me hacía ver a Emilio jugar, tal y como en los viejos tiempos.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
amigos con derechos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora