Capitulo 1

8 2 0
                                    


El océano pacifico frente a mi estaba levemente agitado, golpeando los laterales del barco en el que me encontraba. Mis manos se aferraban a la fría baranda del navío que me protegía y separaba de mi peor enemigo, del más cruel, cual incluso alguna vez llegue a amar. Me arrebato lo que más apreciaba en esta vida, dejándome más que odio, un gran temor hacia él.

—mi niña, vamos dentro ¿sí? está helando —Don Juan coloco su mano en mi hombro con calidez.

Me miraba con preocupación y tenía razón: notaba que mi cuerpo tiritaba, mis dientes castañeteaban y seguramente mi nariz estaría roja igual o más que mis dedos, aquellos que apenas sentía. Asentí dando una última mirada al mar antes de dejar a tras la cubierta y adentrarnos al interior del barco.

Don Juan era mi padrino, un señor gordinflón de unos cincuenta años de cabello corto y canoso. Era mi único pilar en la cruel realidad del día a día.

Entre los pasillos había hombres y mujeres yendo de un lugar a otro cumpliendo con su trabajo asignado. Todos a los que me cruzaba me miraban con lastima y precaución, como si en cualquier instante explotara y me derrumbara en ese mismo momento.

Cuando me dieron la noticia de que mis padres desaparecieron en pleno océano pacífico, me quede en shock. Quería creer que era un error, que ellos simplemente estaban trabajando haciendo lo que amaban, estudiando y descubriendo los secretos que escondía la gran masa de agua que cubría gran parte del planeta, que en cualquier momento volverían.

Cuando pude despabilar no empecé a llorar ni a gritar como todos pensaban que haría, en cambio busque métodos para encontrarlos, con la ayuda de don juan y varios voluntarios quienes admiraban a mis padres empezamos con su búsqueda.

Desde entonces no he soltado una sola lagrima porque sé que eso no los traerá de vuelta. Hace casi un año empezamos, cada vez somos menos quienes volvemos tras pisar tierra.

Actualmente esperamos encontrar, aunque sea sus cuerpos para darles un digno entierro, ya que las probabilidades de que estén vivos son casi nulas.

***

He estado mirando por la pequeña ventana circular que está en mi cuarto durante un buen rato. Apenas he logrado dormir un par de horas, simplemente el sueño no llega por más agotada que me encuentre. Decido levantarme cuando el sol ya salió casi por completo.

Me dirijo a la cubierta para tomar un poco de aire como todas las mañanas. A lo lejos puedo ver la silueta de una isla, lo que me indica que nos encontramos en aguas menos profundas a medida que nos acercamos. De regreso a tierra para buscar provisiones es una de las tantas islas que nos hemos cruzado en estos viajes.

Me apoyo en la orilla con mis codos en dirección al mar, saco de mi bolsillo la foto junto a mis padres en el muelle meses antes de que desaparecieran.

un ritual que me ayuda a tener presente porque no debo rendirme, a pesar de no tener ganas siquiera de levantarme otro día exactamente igual al anterior. A pesar de que no tenga ganas de siquiera... existir.

El viento acaricia mi rostro y menea mi corto cabello de ondas oscuras. Intento recordar los momentos felices que quedaron en el pasado mientras disfruto el aire puro que entra en mis pulmones.

Me aferro del metal por el repentino golpe que hace temblar fuertemente la nave. Por unos instantes escucho un gran bullicio desatándose detrás de mí, pero en lo único en lo que me puedo concentrar es en la foto que de apoco se va hundiendo hasta perderse por completo en el profundo océano.

Mi pecho se aprieta, quiero gritar de impotencia. Soltar el nudo en mi pecho. Me sentía una inútil, siento que esto no ha servido de nada, no puedo más. No doy para más.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 03, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El secreto de las profundidades ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora