En caso de incendio, haga más chico el pastel.

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"El problema del primer amor, es saber que no será el último."

Podría decir que mi relación con Daniel fue confusa, intensa y extremadamente corta para mí gusto.
El tiempo pasaba en un santiamén aún cuando se sentía eterno, siempre quería más de él. Nunca había un plan fijo pero siempre había besos en el buen desarrollo del mismo.
Quererlo en verdad era muy sencillo, aunque muchas veces lo pusiera difícil, con Daniel había que cuidar las palabras y los secretos, era como un pequeño niño que ocupaba mucho amor, comprensión y ternura. Si lo pienso detenidamente, eramos similares en eso y muchas cosas más, solo dos niños que jugaban al amor sin saber que acabaría en guerra, por eso no me percaté cuando ya había pasado el tiempo y de repente estábamos en 14 de febrero, otra vez.
Quería hacer algo especial, ya que el siempre se lucía en fechas así o en mi cumpleaños y sólo quería regresarle un poquito de lo que el me otorgaba.
Nunca habíamos pactado algo respecto a fechas o eventos, simplemente se daba.
Recuerdo haber hablado con unas amigas, quienes me ayudarían a hacerle un pastel a Danielito.
Sólo de imaginar su reacción al ver el pastel que diligentemente había buscado en internet, me extasiaba y preocupaba porque nunca había cocinado antes, pero nunca de nunca, de nunquita.
- Tranquila flaca, aquí estaremos nosotras y ya he hecho un postre así antes, ¿Qué puede pasar?
Me dijo Socorro, mientras me palmeaba la espalda. Socorro, era la primera señal tan sólo con su nombre de que esto acabaria mal.
- Tu compra todos los ingredientes y nos vemos más tarde en mi depa, lo citas afuera y así puedes pasar después de salir con el a recogerlo.

¡Vaya! Que todo sonaba increíble excepto claro que a mí se me quemaba hasta el agua en esa época, más bien no cocinaba nada, no me gustaba, me parecía absurdo gastar horas y horas de nuestras vidas en algo que se consume en minutos y después más horas en lavar los trastes sucios (y por el omnipotente al que profecen, que no me gusta lavar trastes), sin embargo, ese pastel, me enseñó tanto y es que el amor son apenas instantes que tarda mucho para darse y también para librarse.

Cite a Daniel a las 4 con la esperanza de que a esa hora le daría el pastel afuera de la casa de Socorro. Estuvimos todas cocinando, aunque algunas veces solo miraba, porque no entendía nada de lo que me decía mi instructora y definitivamente ella no me quiso prestar la batidora después de que la encendiera y lanzará todo el contenido del primer bowl por el aire.
Y así, entre desastres, risas y esperanza, metimos el pastel al horno.
Digamos todo iba bien, Daniel me había avisado quince minutos antes de las 4 que ya estaba cerca, ¡Ni siquiera estaba decorado el pastel!
Nos acercamos al horno y entonces ocurrió, la catástrofe, la desgracia, el augurio de nuestra relación (demasiado fatídico si, pero, ¿No siempre el primer amor lo es?).

El pastel estaba quemándose, horrorosamente. Cómo pudieron mis amigas lo sacaron, pasándolo a golpear con un mueble tratando de agarrarlo sin quemarse y yo brillantemente les arroje agua, faltaban sólo cinco minutos para que Daniel llegará y yo tenía un pastel mojado, quemado y ridículamente aplastado.
Se hizo un silencio, vi como mis amigas se miraban entre ellas sin saber cómo reaccionar.
Sonó mi teléfono.
-Ey
-Ey - dije cabizbaja.
- ¿Todo bien? Estoy afuera.
- Si, salgo en un momento - me vino la luz- o bueno...
- ¿Si?
- Me podrías esperar una hora, ve a hacer otra vuelta y regresas si, con mis amigas estamos viendo una peli y no la quiero cortar.
Un poco de silencio y duda pero me dijo
- Vale, pero recuerda que es 14 y no cualquiera de nuestros 14, no tardes mucho ¿si? Te quiero Eli.
- Te quiero Daniel.
Vi reproche en la cara de Socorro, solo alcé mis manos y dije
- vale, sé que está mal mentirle a tu novio pero no quería quedar como ridícula diciéndole que queme el pastel, ante todo mi poca dignidad hermana.
- No digo nada, acabamos de arruinar el regalo, pero, ¿Qué piensas hacer?
La respuesta fue otro pastel.
Esa tarde hice 4 mezclas, dos no quedaban, una tercera quedaba cruda y la cuarta se quemó más que la primera.
De esa hora que atentamente había pedido, habían pasado en realidad cinco. Eran las nueve de las noche, mis amigas me abrazaban en la cocina mientras yo miraba cuatro pasteles feos y gimoteaba un poco, en tanto el teléfono no dejaba de sonar.
Ya no tenía excusas para Daniel, las últimas dos horas había estado afuera del departamento. Yo estaba hecha un manojo de nervios, todo sucia con harina en todos lados y olía a quemado y azúcar. 
Recuerdo que en la última llamada ni siquiera le deje hablar, pero sabía que estaba jodidamente molesto.
- Te juro que salgo en cinco minutos, todo tiene una explicación masomenos logica, te quiero.
Colgué.
Socorro me vio, nos vimos todas y dijo
- Oye Eli, que te parece si usamos la parte que no se quemó o que si se haya cocido de algún pastel, lo decoremos bonito y eso le entregas.
- ¡Si! Será como un pastel minimalista-dijo otra amiga.
- Además jamás habias cocinado y ese hombre te ama, el sólo esfuerzo lo harás feliz.
Encontrar una parte "buena" fue difícil y ya decorado no se veía tan mal, claro no meti mano.
Me limpie hasta donde pude y salí con un pastel de apenas unos 10 CM de ancho y una velita con luces.
Recuerdo cómo se miraba recargado del farol de la esquina de mi amiga, el ramo y su sonrisa, más bien su risa.
- Quería darte un pastel, porque se lo mucho que te gustan los pasteles y quería que fuera especial, por eso decidí cocinarlo, porque vamos no hay acto de amor más grande que hacer algo que parece imposible por amor, pero dos se me quemaron, uno sigue crudo y del otro ni te cuento. Así que toma, este es mi regalo y no te vayas a quejar del tamaño ni del sabor porque no se siente que está quemado.
Creo que ya estaba llorando, porque recuerdo su mano en mi mejilla y el beso en mi cien.
- ¿Puedo?
Lo mordió y sonrió, seguramente sabía horrible pero su gesticulación decía otra cosa.
- Está delicioso, no debiste molestarte.
-Mientes.
- No de verdad - ladeó una sonrisa -¿Quieres probar?
Cruce mis brazos y gire la cabeza para otro lado.
-No, creo en tu palabra.
Me agarró por la cintura con un brazo mientras con el otro sujetaba el pastelito, después tomó un poco de betún y me lo puso en los labios, el resto es historia.
- Para la otra ya sabes que solo necesitas betún, tú eres mi postre favorito. Te amo Eli.

Con amor Eli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora