2 (editado)

362 15 0
                                    

Actualidad

Me encuentro saliendo del vestidor de mujeres, camino entre los sacos de box que se encuentran colgados y separados unos de otros, en el medio del gran salón se encuentra el ring, mi segunda casa; a medida que me voy acercando al sector de las pesas, veo a mi hermano acostado sobre una banqueta y levantando una barra con varios kilos de ambos lados, definitivamente el ha sacado el cuerpo corpulento y atlético de nuestro padre, Kyle con su metro ochenta y siete me saca varias cabezas de altura, sin embargo nuestro padre, nos gana a ambos, el muy jirafa mide metro noventa y tres.

Me acerco a Kyle para avisarle que he terminado con mi entrenamiento, cuando estoy al lado suyo, escucho que suspira con fuerza controlando su respiracion, su rostro se encuentra goteando y apenas sonrojado por el esfuerzo empleado; decidida a mosquearlo un poco, me apoyo en la barra en el momento justo en que la mantiene en el aire.

- Hola hermanito, como van esas pesas?, -pregunto mirando para abajo y esbozando una sonrisa traviesa.

- Diablos JJ, muévete mierda.- me gruñe

- Que humorcito KyKy, si sigues asi, te quedaras solo y arrugado para siempre.- le respondo, sin moverme ni un poquito; sus brazos comienzan a temblar por el esfurzo y su rostro se tiñe de un rojo intenso.

- Mina!, - me vuelve a gruñir, si sigue asi se transformara en perro, pienso – hermana, estoy levantando mi propio peso, mueve tu pesado trasero de aquí.

Estoy segurísima que escuche un ladrido al final de su ofensiva oración.

- Solo vine a avisarte que iré a lo de Cam, no me esperen despiertos.- le respondo a medida que quito mi peso de la barra y rápidamente me agacho y le dejo un beso en su frente sudada.

Kyle deja la barra en su soporte, toma la toalla que descansaba sobre su regazo, y se seca la frente; a medida que se levanta, una vez levantado me mira desde arriba; - maldito gigante- pienso

- ¿Necesitas que te lleve?.- pregunta al mismo tiempo que cambio mi peso de pierna, mientras que hago una mueca que demuestra incomodidad y dolor, al parecer hice algún movimiento raro. – ¿ estas bien?, vuelve a preguntar.

- Estoy bien, hermanito. Me puse un poco quisquillosa con el saco, debo haber hecho algún movimiento malo; y no, no necesito que me lleves, tomare un taxi- respondo

- Mina, debes cuidarte y lo sabes, en una semana tienes torneo, no puedes andar de descuidada. – me reprende como todo buen entrenador y hermano, lo haría.

- Lose lose, no volverá a pasar... debo irme, nos vemos mañana Ky, saluda a papá. Te quiero hermanito – le digo sonriéndole.

- Aws, eres una ternurita, - me burla haciendo una voz aguda – ven a darle un abrazito a tu sexy hermano – dice abriendo sus brazos, intentando encerrarme en un gran abrazo de oso sudoroso.

- Apestas cual cerdo, Kyle - ni loca te toco – vete a dar una ducha. –Chancho – digo por lo bajo.

Cabe destacar que mi "por lo bajo", no funciono como quería, ya que Kyle me escucho y se avalanzo sobre mi, para aprisionarme entre sus musculosos brazos.

Una vez que logre escapar de las apestosas axilas de mi hermano, y de saludar a Carl, el recepcionista del Gimnasio, me dirigi hacia la calle para luego llevar dos de mis dedos a la boca y chiflar, para parar un taxi; siempre me he jactado de poder chiflar asi, es un don.

A todo esto, se preguntaran, ¿quien demonios es Cam?

Camille o Cam, como solemos llamarla, es mi mejor amiga y la chica que mi hermano ama, pero que todavía no tiene los huevos para invitarla a salir; ambos se tratan como perros y gatos, pero todos sabemos que en el fondo se gustan mutuamente.

Conocí a Camille en mi primer día de colegio, fue la típica historia, ambas queríamos la misma muñeca del cajón de juguetes, peleamos por ella; resultado final después de tanto tironeo, una se quedo con la cabeza de la muñeca, mientras que la otra con una de las piernas; resultado del resultado final, la muñeca tirada en el piso completamente olvidada, y nosotras dos peleando por otro juguete que había llamado nuestra atención. Poco tiempo después éramos y somos como uña y mugre, nunca se difinio quien es la uña y quien la mugre.

Años después, con 23 años cada una, nos encontramos preparando su habitación para la pillamada numero cien mil.

Ahora mismo, me encuentro siendo regañada por una mata de pelos desquiciada, ya que queme su preciada olla mientras intentaba hacer pochoclos, dejemos claro que soy un 0, en cuanto a cocina hablamos, dame lo que sea, yo lo quemare. 

- Lo siento, Cam! - le digo por millonésima vez - solo estaba intentando ayudarte.

- Te he dicho cientos de veces que si quemas todo lo que tocas, no ayudas! - me responde huraña - vete a preparar la habitación, y para que sepas, lavaras todo; al menos no puedes ahogar una olla. 

Ahogo una risa, mientras abro la nevera para agarrar bebidas  y corro hacia la habitación, antes que la loca me lance lo que tiene en mano.

Armo su enorme cama, acomodo los almohadones y configuro el proyector y la computadora. Así es, proyector; para el cumpleaños numero veinte de rubiales, le regale un proyector y una pantalla de proyección; ahora, es como si estuviésemos en el cine. Al poco tiempo Cam aparece con una gran bandeja que contiene pochoclos y nachos con cheddar; me dirijo a su baúl de supervivencia y comienzo a elegir.

- Cam, que prefieres - digo mientras le muestro - ¿oreos o pepitos?, ¿gomitas o caramelos? y por ultimo, ¿ acción o romance?

Mi mejor amiga lleva su dedo indice al mentón como si estuviese pensando

- oreos y pepitos, gomitas y caramelos y acción. - responde, al mismo tiempo que me sonrie levantando las cejas.

Por si no se dieron cuenta, somos unas tragonas.  



Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

PRINZESSIN (en edicion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora